Desde Twitter: Pastorela

Excelso análisis y crítica nos manda nuestro estimado Israel Jacob desde la capital de México acerca de la producción mexicana mas reciente en cartelera: Pastorela. Como siempre nos sentimos honrados de su participación y agradecemos todas las publicaciones que nos mandan.

Pastorela

Por Israel Jacob

@Israel_Jacob

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En 1995 se estrena El día de la Bestia del director español Alex de la Iglesia, quizá la cinta más representativa del género conocido como comedia satánica. Este género, mezcla de fantasía basada en la tradición judeocristiana y comedia negra, encuentra su mayor dificultad en la creación de un ambiente que permita al espectador adentrarse en la historia y hacer creíble lo inverosímil, así como también en la colocación de secuencias de comedia, las cuales deben ser lo suficientemente sutiles para que no rompan la tensión dramática del filme. Aunque la construcción de historias pertenecientes a éste género es relativamente sencilla por basarse en elementos fácilmente reconocibles, la dirección debe ser muy meticulosa para evitar que los histriones sobreactúen, se vuelvan inverosímiles, o peor aún, la cinta derive en farsa, humor involuntario o comedia ligera.

El segundo largometraje del director mexicano Emilio Portes (Conozca la Cabeza de Juan Pérez)  “Pastorela” es un muy fallido intento de comedia satánica que pone al descubierto la incapacidad del director para orquestar una cinta que trascienda. Y es que contaba con todo, presupuesto (27 millones de pesos)y un reparto multiestelar encabezado por Joaquín Cosío, Carlos Cobos, Silverio Palacios, Eduardo Manzano, Ana Serradilla, Lalo España, entre muchos otros; fue producida con el apoyo del Programa para Desarrollo de Proyectos Cinematográficos IMCINE y contó con 250 copias de salida, exposición en festivales, muestras, etc. Hasta la simpleza del guión habría sido una ventaja: el agente judicial Jesús Suárez, “Chucho” (Joaquín Cosío) se niega a ser relevado del papel del “diablo” que tradicionalmente interpreta en una pastorela de barrio, y busca a toda costa ser reintegrado.

La trama no da para más; la pobreza de la cinta es tal que el director y guionista recurre a gags copia fiel del insulso humor que otrora utilizara Chespirito en su ya evidente decadencia a mediados de los 90, dando como resultado una película dispersa, llena de huecos, un desfile de grandes figuras del cine nacional evidentemente desprotegidas, una secuencia de historias inconexas que aparecen y desaparecen sin justificación ni conclusión. El ejemplo que llama más poderosamente la atención es el papel interpretado por una actriz con un papel importante, la hija de “Chucho”, cuyo trabajo es tan desconcertante que cabe la duda si realmente está actuando o si es una actriz improvisada (imposible encontrar datos de ella en ninguna parte), sin mencionar que como cualquier película con estas características, está salpicada de lenguaje soez, incluye la típica persecución en auto, cliché infaltable en cualquier historia policiaca, tan larga, que pierde sentido a la mitad de su duración con final musical incluido.

Es de toral importancia que el cine mexicano se defienda con buenas historias bien estructuradas, bien dirigidas y de indudable calidad, pues el gremio cinematográfico ha luchado por abrirse paso en un mercado saturado de producciones extranjeras. Su compromiso es cautivar al público una vez logrado el tan paleado apoyo financiero por parte del estado y exposición en salas comerciales; la invitación de los directores para ver sus filmes debe basarse en un argumento que vaya más allá de apostar por un nacionalismo que el público está lejos de sentir (“hay que apoyar el cine mexicano”).

El arte creado con rigor se defiende por sí mismo; necesitamos directores que tengan algo qué decir, independientemente del género que elijan, que busquen trascender, que crean en su obra, que no busquen taquilla o tomen su profesión como pasatiempo. Un desperdicio total de recursos humanos y financieros, lo que hace inexplicable las salas llenas y dos semanas en cartelera ¿será que el entorno de violencia que actualmente vivimos nos empuja a buscar la risa fácil aún sacrificando la calidad de lo que consumimos?

 

Acerca del autor

Cinescopia   @Cinescopia   cinescopia.com

Equipo editorial de Cinescopia.


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