Disney acoge la ternura con Christopher Robin

Disney nos tiene preparada una infinidad de secuelas, adaptaciones en vivo y reboots para los siguientes 5 años, que se seguirán extendiendo conforme vaya comprando a otras casas productoras. Este fin de semana sale Christopher Robin, filme original basado en los personajes de A.A. Milne -autor inglés que tuvo su biopic el año pasado– que reimagina al niño Christopher Robin una vez que deja de jugar y crece. El resultado es una linda y emotiva película que nos quiere recordar lo mismo que a su personaje principal.

El tiempo no perdona: Christopher Robin, quien pasó su niñez jugando con un grupo de animales de peluche en el Bosque de los Cien Acres, es ahora un adulto con responsabilidades. Robin es un gerente de eficiencia en una empresa de maletas que está en serios problemas financieros, y es incapaz de balancear su trabajo con su rol de padre y esposo. Justo cuando siente que ha perdido su rumbo, se reencuentra con su viejo amigo, Winnie the Pooh. El guión, aunque predecible, tiene una buena estructura y es aderezado con humor suave; la dirección de Marc Forster consolida la película y centra los temas de amistad, amor, familia, y una ligera crítica a la obsesión con el trabajo. El peso del filme recae por completo en Ewan McGregor, quien realiza una buena interpretación del personaje y le infunde las ansiedades tanto de la época de la posguerra en Inglaterra como a las actuales: después de todo, estamos tan enfocados en nuestros trabajos que pareciera nos queda muy poco tiempo para disfrutar de la vida en sí y de placeres sencillos. Por otro lado, la solución al dilema laboral que enfrenta Robin es sencillo y crucial, a tal grado de parecer revolucionario en esta etapa tardía de capitalismo.

La animación de los peluches de Winnie the Pooh, Piglet, Tigger, Eeyore, Kanga, Roo, así como de el Búho y Conejo son maravillosos: sus diseños están inspirados directamente en las ilustraciones de E.H. Shepard en los cuentos de Milne, y su textura recuerda a muñecos de peluche reales. La ágil edición de Matt Chesse mantiene la atención en pantalla, y la banda sonora de Jon Brion y Geoff Zanelli hace ecos a la música en las versiones animadas de Disney sin ser omnipresente.

Como película de verano podrá pasar desapercibida -es más, debió estrenarse en otoño, mientras todo alrededor de nosotros decae-, pero Christopher Robin es justo el antídoto de ternura y amabilidad que necesitamos los Adultos ante el cinismo y apatía aplastante que nos rodea. Los pocos niños que me topé en la función estaban maravillados con lo que vieron, y eran sus papás quienes tenían las narices rojas.

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