Divergencias Cinematográficas: Demonios entre nosotros
Bienvenidos, apreciados lectores y amigos (por que todo aquél que nos acompaña en un camino de crecimiento es nuestro amigo, claro está), a este nuevo duelo cinematográfico. Una vez más buscaremos comprender cual de dos obras destacadas sobre un mismo tema nos ofrece una visión más precisa sobre éste. En esta ocasión nos enfocaremos en uno de los miedos más primigenios de la humanidad en el mundo occidental: El Demonio. Concretamente, en una de las formas más inquietantes que éste tiene para ejercer el mal, la posesión diabólica, y que ha sido fuente de inquietantes obras del género de terror, vertiente cinematográfica que bien puede ser considerado fundacional de esta forma artística.
Dentro de las llamadas religiones Abrahámicas ( Judaísmo, Cristianismo e Islam), se entiende por posesión diabólica a la invasión de un cuerpo humano por parte de uno o o varios demonios, siendo éstos ángeles caídos en desgracia por haber seguido a Satanás en su rebelión. El proceso sagrado para la expulsión de estos seres es el Exorcismo, que consiste en una serie de rezos, rituales e invocaciones que eventualmente llevarán al espíritu maligno a revelarse y posteriormente regresar al inframundo. El rito más conocido, al menos en parte, es el concerniente a la Iglesia Católica, justamente por la influencia del cine y específicamente por una de las obras que estudiaremos en esta ocasión; sin embargo el exorcismo muestra variantes numerosas según el marco de las creencias religiosas en que se lleve a cabo.
El tema religioso siempre ha sido motivo de polémica y uno de los aspectos que más ha sido discutido es justamente la posesión demoníaca. ¿Es una manifestación de enfermedades neuropsiquiátricas? ¿Se trata de una verdadera presencia del Maligno? Debate que, como todo lo concerniente a la fe, jamás tendrá una conclusión que plazca a ambas partes. Yo mismo, médico de profesión, he atendido pacientes aquejados por diversas formas de psicosis que imitaron con una inquietante precisión los signos establecidos por la Congregación para la Doctrina de la Fe (anteriormente llamada Santo Oficio) para identificar a quien ha sido poseído por un espíritu maligno. Hasta ahora, por fortuna, todos esos casos han sido resueltos con el uso de los fármacos correspondientes… (ya les contaré, pero en cierta ocasión atendí un caso tan impactante que las enfermeras que me asistieron no pudieron evitar llorar por el miedo)
El catecismo de la Iglesia sobre las posesiones demoníacas fue actualizado en el año 2000 por el prefecto de la mencionada congregación, enfatizando el hecho de que sólo se ha de autorizar un exorcismo, por parte del obispo de la diócesis correspondiente, una vez se haya descartado la presencia de una enfermedad mental o la simple simulación. Se busca desde luego, el impedir la charlatanería que tan fácilmente puede surgir en este contexto. El ritual, por otra parte, sólo podrá ser ejecutado por sacerdotes debidamente certificados para ello. Otras denominaciones cristianas, por otra parte, realizan exorcismos, inclusive múltiples, sin mayor trámite, puesto que para estas vertientes cristianas emociones humanas como la angustia, la tristeza o la ira pueden combatirse mediante la expulsión de demonios.
Los signos definidos por la Iglesia para identificar a un poseído son los siguientes:
1.- La posesión es precedida por una crisis de fe, una profunda angustia que ha permitido al Maligno el ingreso a este plano.
2.- Fuerza física superior a la esperada según la complexión del sujeto
3.- Uso de lenguaje que en condiciones normales es desconocida por la víctima
4.- Conocimiento de eventos futuros o remotos
5.- Intensa agitación psicológica y motriz
6.- Reacción violenta ante la presencia de imágenes, rezos o cánticos sagrados.
7.- Alteraciones climatológicas inexplicables en la cercanía del sujeto
8.- Hedor putrefacto o de azufre en el sitio donde se encuentra la víctima.
9.- La simulación o enfermedades neuropsiquiátricas fueron ya descartadas debidamente por un facultativo.
En cuanto al género de terror, es bien sabido que dentro de éste existen tantos subgéneros como formas existen de asustar y más aun que a últimas fechas experimentó un estancamiento en cuanto a calidad se refiere. Películas con pésimos guiones, actuaciones risibles y acartonadas y resultados llenos de humor involuntario, que apuestan a la presencia de sangre y vísceras por encima de atmósferas amenazantes casi sepultan al género. Fugaz resurgimiento vimos con Scream (Wes Craven, 1996), para luego verlo hundirse nuevamente gracias a secuelas de calidad progresivamente menor e incontables rip-offs. La necedad de la industria por explorar una fórmula exitosa hasta agotarla y parodiarla se ha dejado sentir con los remakes hollywoodenses de las películas japonesas del género (el llamado J-horror ) y el ya cansado falso documental o “found fotage”.
El Exorcista (William Friedkin, 1973), que aborda el tema del exorcismo, ha sido considerada por diversos círculos como la película más terrorífica de todos los tiempos. Tras su ingreso el género de horror experimentó un lento y progresivo deterioro caracterizado por obras de buena calidad que fueron posteriormente sepultadas bajo el peso de secuelas casi autoparódicas. El Conjuro ( James Wan, 2013), también en el contexto de posesiones diabólicas, ha sido nombrada como la película que ha revitalizado el género. Desde luego, la comparaciones entre ambas películas no se hicieron esperar. Amantes de los clásicos y adeptos al cine comercial contemporáneo han surgido de todas partes defendiendo su posición. Acompáñenme entonces a analizar ambas películas desde el punto de vista de un “no fanboy” del género y que además está versado en el tema religioso (y médico indirectamente) que tratan ambas obras para determinar cual de las dos fue más precisa y, sobre todo, terrorífica.
1.- El Exorcista
Dirigida por el polémico William Friedkin, se basa a su vez en la novela del mismo nombre cuyo autor, William Peter Blatty, adaptó para la pantalla grande. La novela se basa en el exorcismo practicado a un adolescente anónimo, conocido como Roland Doe, en 1949.
La película nos narra los esfuerzos de Chris McNeil (la gran Ellen Burstyn) por recuperar la salud de su hija Regan (una dulce y tierna Linda Blair, icono del cine de terror que vería su carrera desplomarse sin haber despegado), cuando ésta comienza a mostrar datos compatibles con una posesión demoniaca.
El sacerdote católico Lankaster Merrin (el excelente Max Von Sydow), también arquéologo, descubre en el norte de Irak un misteroso amuleto que a su vez semeja a la representación del demonio Pazuzu, ente maligno a quien derrotó años atrás. El padre sospecha que el demonio podría volver.
En Georgetown, Washington D.C., conocemos a Regan, una linda niña de 12 años quien vive con su madre Chris, una actriz. Regan tiene un amigo imaginario, el “Capitán Howdy”, a quien ha contactado gracias a una tabla Ouija que encontró en el sótano de su casa. Alternativamente, conocemos al padre Damien Karras (el buen Jason Miller), sacerdote entrenado en psiquiatría, boxeador, fumador, bebedor y quien prácticamente ha perdido la fe ante la enfermedad psiquiátrica y posterior fallecimiento de su madre.
Lentamente, Regan muestra comportamientos inusuales, aparentes alucinaciones visoauditivas y más notablemente una fuerza física no correspondiente con su edad y complexión. Destaca la famosa escena de la caminata de araña, en la Regan desciende de espaldas de las escaleras. Más adelante manifiesta un comportamiento agresivo sin explicación alguna, además de una voz distorsionada y lenguaje altisonante (Voz escalofriante proporcionada por Mercedes McCambridge).
Los médicos consultados para el caso sospechan una Epilepsia del Lóbulo Temporal como la causa de estas conductas y llevan a cabo diversos estudios, entre ellos una dolorosa angiografía cerebral (entonces realizada con radiografías y no mediante resonancia magnética o tomografìa, tecnología no disponible en la época). Todos los estudios arrojan resultados normales. El director de Chris muere misterosamente al caer de la ventana de la habitación de Regan, muerte investigada por el detective Kinderman, quien interroga tanto a Chris como al padre Karras. Regan es más adelante atendida por un psiquiatra , quien bajo hipnosis intenta contactar a “quien esté dentro de Regan” (bajo la sospecha, por lo visto, de un Trastorno de personalidad disociativa o múltiple). Regan ataca al psiquiatra y es cuando los médicos sugieren la realización de un exorcismo, toda vez que las personas religiosas bien podrían ser sugestionadas y la ejecución del ritual eliminaría dicha influencia por la fe. Chris duda, pues ni ella ni su hija profesan religión alguna. Un crucifijo aparece inexplicablemente en la habitación de Regan y ella comienza a herirse repetidamente con éste mientras profiere horribles blasfemias, para más adelante usarlo para apuñalar a su madre. Previamente, una imagen de María Santisima aparece obscemante profanada en una iglesia aledaña.
Convencida de la presencia de un espíritu maligno en el cuerpo de su hija, Chris contacta al padre Karras quien inicialmente acepta atenderla como psiquiatra y no con miras a realizar un exorcismo. Tras confrontar a Regan, Karras se convence de ejecutar el exorcismo una vez que mediante grabaciones comprueba la presencia de diversas voces , los ya icónicos vómito verde y la cabeza giratoria, el inexplicable enfriamento de la habitación de Regan y la aparición escalofriante de una petición de ayuda grabada en el abdomen de la niña.
Karras entonces solicita autorización del obispo local para la ejecución del exorcismo, para el cual será asistido por el experimentado padre Merrin. Es así como ambos ejecutan el ritual, no sin antes ser agredidos por fuerzas invisibles y ser bañados de nuevo por el famoso vómito verde. Visiones en la habitación identificarán al ente maligno efectivamente como el Demonio Pazuzu, quien poseyó a Regan haciéndose pasar por el mencionado “capitán Howdy”. Karras se aterroriza, por lo que tras un descanso el padre Merrin continúa el exorcismo sólo. Cuando regresa, Karras descubre que el anciano sacerdote ha fallecido y que Pazuzu se ha liberado de su ataduras. En un ataque de rabia arremete a puños contra el demonio, para después ordenarle que lo tome en lugar de Regan. Karras es poseído temporalmente pero decide entonces lanzarse por la ventana de la habitación, con lo que muere no sin antes recibir los últimos sacramentos por parte de su amigo el padre Dyer.
Tras haberse liberado de Pazuzu, Regan no recuerda lo sucedido pero al despedirse de Dyer junto con su madre, cuando ambas parten hacia Los Ángeles, abraza y besa al sacerdote cuando nota el cuello romano que porta éste (el ornamento blanco en el cuello de los sacerdotes).
Con grandes actuaciones, un guión bien estructurado, efectos especiales destacados para la época (inolvidable el sonido del cuello rotatorio de Regan, a cargo del sonidista mexicano Gonzalo Gavira), un apego muy específico a los cánones establecidos por la Iglesia para representar una posesión demoníaca y, por ilógico que parezca, un respaldo científico adecuado al representar enfermedades que efectivamente simulan una posesión, El Exorcista sin duda es un referente cultural en cuanto al cine de terror se refiere y prácticamente una pieza documental sobre el rito del exorcismo y la posesión diabólica. Sin embargo, en comparación a obras posteriores, el efecto terrorífico se ha diluido y contrario a lo que ocurre con otros clásicos, esta obra ha envejecido claramente.
2.- El Conjuro
Dirigida por James Wan, basada en supuestos eventos reales protagonizados por los esposos Ed y Lorraine Warren, afamados investigadores de eventos paranormales y autores sobre el tema.
La película nos narra la tragedia de la familia Perron, conformada por el matrimonio de Roger y Carolyn (Rong Livingston y Lili Taylor, en buenas actuaciones) y sus cinco hijas (entre ellas Mckenzie Foy, quien luego de interpretar a la hija de los vampiros más patéticos del cine en Toilet, digo, Twilight, pasaría a vérselas con el verdadero terror). La familia se ha mudado a una propiedad en Harrisville, Rodhe Island, en 1971.
Numerosos eventos paranormales ocurren en la propiedad. Sadie, la mascota de la familia, se rehúsa a ingresar al domicilio. Caloryn despierta cubierta de equimosis inexplicables y Cindy (Foy) manifiesta sonambulismo, al a vez que las otras niñas perciben la presencia de un ser maligno que es invisible hasta que observan la presencia de un horrendo fantasma sobre el armario al que Cindy, en sus caminatas nocturnas, se dirige todas las noches. Más adelante, Carolyn termina encerrada en el sótano que las niñas descubrieron accidentalmente al romper una tabla en la pared.
Caroyn busca la asistencia del matrimonio Warren, conocidos investigadores de lo paranormal quienes se encontraban dictando una conferencia sobre posesiones demoniacas. Los Warren, además, poseen una suerte de museo en donde conservan los objetos supuestamente poseidos por espíritus malignos que han investigado a lo largo de su carrera. Podemos ver al matrimonio descartando, en una escena, que otra propiedad se encontrase poseída por entidades sobrenaturales al atribuir los ruidos anormales que ésta emitía a las tuberías de gas. Igualmente, se nos introduce a un caso anterior, que involucra la presencia de una muñeca poseída por el espíritu de una bruja. Tras dudas iniciales, el matrimonio acepta investigar el domicilio de los Perron. El matrimonio de parapsicólogos es interpretado por Patrick Wilson y la bella Vera Farmiga. El personaje de ésta última, por otra parte, carga con las secuelas psicológicas de casos anteriores, pese a lo cual insiste en ayudar, para angustia de su marido.
Pronto descubren que la casa efectivamente podría estar infestada con la presencia de un “espíritu inhumano”, es decir, un espíritu que no había tenido una vida humana previamente y era, por lo tanto, poderoso y más peligroso que un “fantasma común”. Un exorcismo era necesario, previa autorización de la Iglesia.
Las investigaciones conducen a los Warren a descubrir que la casa perteneció a Bathsheba, una mujer acusada de brujería, que sacrificó a su hijo al Diablo y se suicida mediante ahorcamiento, no sin antes maldecir a quien tomarse su propiedad. Se explica así cómo ocurrieron diversos asesinatos y suicidios en propiedades que con los años se levantaron en los terrenos que pertenecieron a la bruja.
Sin lograr la autorización para el exorcismo, los Warren retornan al domicilio para reunir más pruebas. Es entonces cuando Lorraine entra en contacto con el espíritu de una mujer que en su momento fue poseída por Bathsheba y forzada a asesinar a su propio hijo, en un acto ritual. Los fenómenos paranormales ocurren en escalada y eventualmente la propia Carolyn será poseida por el espíritu de la bruja, lo que la llevará a intentar dar muerte a dos de sus hijas en un nuevo sacrificio. La bruja, por otra parte, intentará dañar a la hija de la pareja de parapsicólogos a través de Anabelle, la muñeca diabólica que es mostrada al inicio de la película. Siendo rechazados por un muy escéptico y más bien pasivo sacerdote, Ed ejecuta un exorcismo exitoso, pese a no tener la autorización y carecer del ministerio sacerdotal. Lorraine, con su habilidad psíquica, se comunica con Carolyn debilitando al espíritu maligno, quien al final es vencido.
Echando mano de un guion sólido, con buenas actuaciones y efectos especiales precisos, además de una buena recreación de la época, El Conjuro es una efectiva historia que cumple su objetivo: Aterrorizar al espectador. Con iluminación, música y efectos sonoros correctamente aplicados en los momentos clave, logra crear una atmósfera espeluznante y aplicar severos sustos al espectador sin recurrir a la sangre o al “susto sorpresivo”. Notable casualidad es que la acción ocurra sólo dos años antes de los eventos narrados en El Exorcista, pero es necesario recordar que El Conjuro en teoría corresponde a un caso real ocurrido ese mismo año.
Conclusión
En cuanto a la precisión con respecto a la recreación de los eventos relacionados con lo que La Iglesia denomina “posesión demoniaca” y el rito del Exorcismo, definitivamente la ganadora es El Exorcista. Credos y religiones aparte, lo visto en la mencionada película coincide de una forma muy precisa con los casos que en la vida real han sido avalados por El Vaticano como eventos de posesión diabólica. Si bien Reagan levita y mueve objetos con la mente, además de la cabeza giratoria, elementos que la Iglesia no considera dentro de su catecismo, la recreación de la conducta de un supuesto poseído es precisa, casi documental. En el seno de la religión católica, un exorcismo sólo se podrá lleva a cabo con la debida autorización, por sacerdotes calificados y, a mi modo de ver la parte más importante, una vez se hayan descartado causas médicas por varios facultativos. Pese a tener más de cuarenta años, la película describe también con precisión las enfermedades que simulan una posesión diabólica. Todo transcurre, digamos, siguiendo los debidos protocolos. No así en El Conjuro; si bien el matrimonio Warren profesa el catolicismo en la vida real, es inverosímil el exorcismo ejecutado por un laico pues no basta conocer el rito para poder administrar los sacramentos. Cualquiera puede memorizar los pasos a seguir, digamos, en la transustanciación de la ostia en el cuerpo de Cristo, pero sólo un sacerdote podrá hacerlo. Por otra parte, la atribución de los eventos ocurridos a fuerzas sobrenaturales ocurre de una forma “exprés”, más allá de la investigación de los hematomas que presenta Carolyn, sin más respaldo científico.
En aspecto de entretenimiento y obviamente en la capacidad para causar terror, El Conjuro se lleva las palmas. El Exorcista, a riesgo de ser quemado por hereje por esta opinión, claramente ha envejecido. Su recreación cuasidocumental de un exorcismo sin duda ha perdido poder en cuanto a provocar miedo. En aqueños años escuchar a una niñita maldecir pudo ser impactante, hoy es poca la impresión que podria causarnos. Pese a sus imprecisiones en favor del espectáculo, El Conjuro representa una verdadera bocanada de aire fresco a un género tan castigado por la voracidad comercial como lo es el terror; un divertimento muy efectivo y genuinamente impactante, al apostar por la contemplación y la espera más que a lo gráfico. El Exorcista tiene su muy merecido lugar como referente cultural, pero su capacidad de asustar se ha diluido importartemente.
4 Comments
Tras haberse liberado de Pazuzu, Regan no recuerda lo sucedido pero al despedirse de Dyer junto con su madre, cuando ambas parten hacia Los Ángeles, abraza y besa al sacerdote cuando nota el cuello romano que porta éste (el ornamento blanco en el cuello de los sacerdotes)
Ando intrigado con esta escena la verdad no le encuentro explicación. Es como un remanente infernal que igual reta a la religión ?
Ciertamente la película no es explícita al respecto, pero de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia, quien ha sido liberado de una posesión demoniaca guarda secuelas psicológicas y recuerdos imprecisos de lo ocurrido, lo que podría explicar la emotiva reacción de Regan ante el sacerdote. Saludos y muchas gracias por su comentario!
Cambia de horario. No hay nada mejor para tener suef1o en la noche que tener que trcsaonhar trabajando. Lo he comprobado esta semana ***Lolo***no mi querida, desafortunadamente mi trabajo necesariamente es diurno, dudo que algfan estudiante quiera ver principios de programacif3n a las 10 de la noche bfno?