Dogman: Un drama erigido en la grandeza de Caleb Landry Jones.
La frase “El perro es el mejor amigo del hombre” peca de melosidad en sus palabras, pero eso no la hace menos honesta. Es un hecho tan comprobado que hay una variedad significativa de películas que la han utilizado como premisa para traernos hechuras de todos tipos: Desde aquella en la que ‘John Wick’ (Derek Kolstad, 2014) nos contó de la ansiada venganza por la muerte de una mascota; pasando por ‘Marley & Me’ (David Frankel, 2005), que nos mostraba a un labrador siendo parte fundamental de la familia Grogan; llegando a ‘Hachi: A Dog’s Tale’ (Lasse Hallström, 2009), el lacrimógeno suceso verídico en el que un Akita espera hasta el fin de sus días el regreso de su dueño, hay un sinfín de narraciones en las que los canes son estrellas y eje temático.
Sin embargo, pocas cintas pueden atreverse a plasmar esta premisa de una manera tan teatral y dramática como lo hace el famoso director francés Luc Besson en su más reciente entrega, titulada ‘Dogman’. Nos presenta como protagonista a Douglas Munrow (Caleb Landry Jones), un hombre que ha sido detenido en la carretera, tratando de escapar en un trailer después de cometer actos ilícitos. Es así como, ya dentro de los separos, comienza a contarle su historia de vida a la psicóloga Evelyn (Jojo T. Gibbs). Dichos testimonios van develándonos, poco a poco, los ultrajes espantosos que padeció en su infancia y cómo fue que terminó sin seres queridos, pero siempre estuvo acompañado de cachorros. Conforme comprendemos de qué crímenes se le acusan empatizamos con su sufrimiento y desoladora existencia, ambos tan duros que reverberan irremediablemente en el corazón del espectador.
Si bien el desarrollo de ‘Dogman’ se cimenta en la forma en la que es relatada, su mayor fortaleza radica en la actuación de quien carga el mayor tiempo en pantalla, el actor texano Caleb Landry Jones. Conocido por trabajar con cineastas de la talla de Jordan Peele, Jim Jarmusch o Martin McDonagh, en esta película deslumbra por llevar a cabo un papel empapado de penas, pero con la fuerza e inteligencia necesaria para retirarse la etiqueta de víctima.
Douglas es un hombre que no permite que la discapacidad que posee le limite en sus anhelos y desenvolvimiento, e incluso se convierte en un ser autosuficiente capaz de mantener a sus caninos y crear un refugio. Jones exhibe estas etapas con una silla de ruedas y aparatos en las piernas, conjuntamente con distintos trajes de mujer y múltiples maquillajes, propios del empleo de un showman. Sus intensas expresiones nos evocan el desasosiego causado por Hannibal Lecter conversando con Clarice, pero también a nuestro Joker más reciente, donde Joaquin Phoenix navegaba entre la risa desesperada y el enojo depresivo. Coronando con un par de escenas en las que canta hipnóticamente, Caleb Landry Jones nos deja queriendo ver más del Douglas que ha conseguido dejarnos con la boca abierta.
Primordial es resaltar los detalles técnicos con los que ‘Dogman’ se complementa, que no son pocos ni mucho menos fáciles. Besson utiliza a más de 115 perros durante el largometraje, que sólo fueron dirigidos por 9 entrenadores, en un equilibrio necesario para que se filmara con suficiente cordura. Porque, a fin de cuentas, son estos animales quienes, con obediencia y carisma, encuentran el camino para reblandecer el corazón de la audiencia. Igual que con las vicisitudes de su dueño, reúnen perspicacia e inteligencia para causar un par de risas y algunos momentos de temor: su disposición para obedecer y defender lo que aman nos hacen casi cederles el paso y hacerles reverencia. Besson nos enfatiza que estos seres son la nobleza andante, pero además discípulos de armas tomar.
Estrenada en el Festival de Cine de Venecia – donde compitió por el León de Oro -, ‘Dogman’ se permite tintes de fábula, de cuento en donde el desfavorecido se convierte nuestro peculiar héroe. Con un guion ágil y devastador (escrito por el propio parisino) y la desgarradora música de Éric Serra, el filme acierta en recordarnos que lo que importa, más allá de las mentiras de la superación o el “echaleganismo”, es saber cómo jugaremos aquellas cartas terribles e inverosímiles que nos fueron otorgadas en el juego de la vida.
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por el rango de histrionismo me recuerda al desaparecido Heath Ledger, toda esa locura contenida y luego expresada….misma historia mismo rumbo… cual será el final de estos talentos.