Dream Scenario: La revancha del meme con patas
Con un muy bajo perfil y asimilando un estilo narrativo – directivo que nos recuerda a los trabajos de Spike Jonze y/o Charlie Kaufman, Dream Scenario es un gran vehículo de exposición actoral que de nuevo redime y reposiciona a la figura de Nicolas Cage, un actor cómico – dramático muy capaz, pero también muy descuidado en cuanto a la selección de sus proyectos.
Incrustada en la corriente surrealista, la historia de un hombre común, demasiado común, que comienza a aparecer en los sueños de todos los habitantes del mundo, primero como una presencia indiferente, y después como un asesino en serie grotesco, despliega una doble analogía social que se adapta de manera perfecta a la generación en curso y a su vasta necesidad por la adulación de ídolos de barro en las redes sociales, mejor conocidos como “influencers” y/o “youtubers”, hombres y/o mujeres comunes, muy comunes, que se han hecho famosos por la “viralidad”, y no gracias a sus presencias corrientes y en la mayoría de los casos, nulo talento y/o carisma (aunque existen sus excepciones).
El primer acierto de su director – guionista, Kristoffer Borgli, es la rápida introducción y estructura de su antihéroe, un maestro sin nada de especial que de repente ve su mundo trastocarse debido a un fenómeno inexplicable. Este acto y la primer parte de su desarrollo cogen la comedia como primer contexto narrativo, haciendo que Cage navegue en aguas conocidas con gran presencia y naturalidad cumpliendo así su segunda analogía y/o metáfora hacía su propia presencia, la de un actor en todos lados, en todas parte y al mismo tiempo, que ha hecho bodrios y películas de culto por doquier, pésimas y maravillosas interpretaciones por igual, y que a su vez se encuentra fijo dentro del universo pop a través de innumerables memes, chistes que ya son de cultura general, y un mero existir y rostro que ya es parte de nuestra vida diaria (incluso existiendo fábulas y mitos de cómo es un vampiro inmortal).
Esto convierte a la cinta en una autoparodia tan compleja como crítica, sumida en un discurso que expone el materialismo y la artificialidad de la sociedad (y los medios de comunicación) al basar su estado de ánimo en un individuo que no conocen y ajeno a sus vidas. Esa desconexión de la realidad permite también una exploración muy punzante sobre el quehacer diario de la Generación Z (en una comparación a la generación de sus padres, la ahora adulta Generación X) y sus crisis emocionales actuales que se revelan en trastornos como la ansiedad y la depresión, mostrándolos como una comuna sin vida propia y de donde emana el cambio de tono narrativo por parte de Borgli, que va de la comedia al terror de manera tan efectiva como tétrica, pero sin dejar el humor ácido que origina el relato.
Para su segunda parte, el terror se origina en la conversión de los sueños a pesadillas, simbolizando como un efecto global puede volverse dañino al cometer un simple error, o bien, al cansar de su presencia a la sociedad, la cual pasa de ser una aliada a la enemiga y verduga de “su celebridad” (cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia), que no descansará hasta expulsar dicha presencia de su memoria, de sus celulares, laptops y altares mentales.
Es en esta parte donde el talento de Cage es otra vez revelado ante los ojos de la humanidad. Por si solo él es el artífice visual y extensión del horror manifestado por el director en secuencias que van de lo grotesco a lo hilarante e incómodo, demostrando el porqué y a pesar de aceptar cualquier papel que le propongan (debido a su adicción a las apuestas), el sobrino de Coppola es uno de los mejores y más versátiles actores de su generación.
Desgraciadamente y así como su personaje comete los errores más comunes del humano, que van de la frustración y el enojo al sufrimiento y aceptación de una trágica realidad, Borgli también pierde el control de su relato hacía el final. Si bien expone una última e hilarante referencia sobre las diferencias culturales entre el europeo y el americano, convertir a esta comedia de horror en una pieza entre drama romántico y ciencia ficción no le sienta nada bien, no solo por la poca explicación y/o estructura de dicho cambio, sino también porque la narrativa pierde toda su crítica y originalidad, convirtiéndose a través de decisiones de guion muy convencionales, en una cinta buena más, y no en el culto que dicho argumento pudo haber generado. Una lástima, ya que a pesar de este pequeño gran trastabillo, es innegable que es una de las mejores películas del 2023.
Con un guion muy original, la figura de Borgli como director quizá no se vuelva a recordar gracias a esos últimos fallos, sin embargo, la de Nicolas Cage volverá a brillar por algunos años más. Quizá lo veamos en 20 bodrios más antes de tener otra actuación maestra como esta, pagando sus deudas, pero siempre manteniéndose en el memorial colectivo y en los sueños de todos nosotros.