Drive My Car: Tan efectiva como el Diazepam
Una de mis quejas en general contra el arte moderno es intentar aprovecharse de la ambigüedad de las interpretaciones derivado de la falta de contexto para “intentar explicar una belleza que no podemos comprender porque está fuera del alcance de nuestro ojos”, aparentando que son inteligentes cuando en el fondo su discurso es vacío, banal, superficial y que desgraciadamente no tienen que decir (o lo que intentan decir podrían resumirlo en una línea).
Este es el caso de Drive My Car. Siguiendo esa línea de pedantería disfrazada de minimalismo que hoy el 60% de las cintas de festival quieren emular, la cinta de Ryusuke Hamaguchi termina por ser el colmo de un estilo que poco a poco genera el prejuicio en el público casual (una etiqueta mal empleada) de que el cine de festival es para un sector cinéfilo pretencioso o como comúnmente se le denomina: “mamador”
Premisas interesantes
Drive my Car no es mala en todos los sentidos, pues a nivel guion tiene excelentes premisas que quizás quitando la paja podrían hacer una cinta competente. Primero está la más evidente, y es la que se remite a la cultura japonesa, la cual es la dureza emocional de la mayoría de sus habitantes, a los cuales cuesta expresar sus afectos y que esto genera bastante problemas de comunicación en el terreno personal, provocando incidencias desde lo familiar hasta lo marital (que no solamente ocurre en el terreno nipón, sino que es un problema que en menor o gran escala se puede observar en cualquier parte del mundo).
También está la premisa de lo dedicado que puede ser una persona en su vida profesional y como esto lo puede afectar en el terreno personal al punto de ya no atender las necesidades afectivas internas y externas.
Y aunque tiene buenos mensajes (y que en opinión de este editor son importantes para el desarrollo individual), el mayor problema es que la cinta está llena de demasiado relleno que en lugar de que este termine por ayudar a que la historia camine, enreda la narrativa en un círculo reiterativo, lento y fastidioso que no va a ningún lado.
Los excesos de Ryusuke
La trama central (y sobre la cual debería enfocarse la cinta al 100%) es la relación de Yusuke y Misaki, un director de teatro y su chofer con un pasado doloroso cuyo vinculo de confianza y sinceridad les permitirá explorar y expresar sus sentimientos con respecto a sus vivencias remotas que les han dejado cicatrices, uno con respecto a las infidelidades de su esposa y su posterior deceso, y otra con un pasado familiar (mommy issues) bastante recio.
El problema es que de estas dos simples historias encontradas, surgen un monto de narrativas las cuales podrían haberlas presentado en un corto tiempo y nos hubiera quedado bastante claro cuál era el punto de exposición; el detalle es que el director/guionista de la cinta decide extender de más estas historias generando una reiteración innecesaria. Añada que utiliza un estilismo teatral en la dialéctica creando conservaciones parsimoniosas que se amplían utilizando una retórica con un aire de fanfarronería y petulancia como si el guionista quisiera:
- Demostrar que por utilizar palabras bonitas o elegantes su obra será mucho mejor (a pesar de que en el fondo quizás no cuente nada y sea puro adorno dialectico), que bien podrían haber durado tan solo 2 minutos y que cuyo mensaje es aun menos complicado de lo que quiere aparentar.
- Rellenar los espacios generados por el alargamiento de una historia demasiado sencilla que no tendría desde un principio porque haberse extendido.
Puro bla bla
Otro detalle de la cinta es el anclaje que tiene en su dialéctica y el poco uso de los elementos visuales como complemento a la narrativa. En todos los elementos mencionados (diálogos extendidos y el estilismo teatral) no hay ni siquiera un flashback, un cambio de toma o alguna distinción estilística que complemente la historia o las emociones que está exponiendo los personajes a través de las palabras, lo cual no sería un problema si la cinta durara una hora y media y sus diálogos no fueran tan antinaturales. Este estilismo no está hecho para ser extendido más de 90 minutos, incluso con 120 ya termina por generar problemas en la parte técnica y comienza a sentirse desmedido
Dentro de lo rescatable
La fotografía es bonita y tiene un buen manejo entre la escala de luces y la paleta de colores.
Uno pensaría que los actores no tienen las mejores tablas, por lo poco expresivos que son, pero creo que sería duro juzgar su perfil porque sus personajes y la historia lo exigen así, por lo que me delimitare a decir que al menos cumplen con lo que se les está pidiendo.
Calificación
Dirección: 2.1 – La excelente fotografía no salva los excesos de su dirección ni del guion.
Guion: 1.5 – A pesar de sus premisas interesantes, su dialéctica parsimoniosa y sus argumentos demasiado alargados termina por volver cansada una historia con demasiada paja y relleno.
Actores: 1.5 – Cumplen y ya
Extras: 0.5 – La banda sonora esta “ok”
Calificación 5.6 – Mediocre
Por consecuencia con todos los elementos expuestos a nivel dirección y guion la película resulta demasiado cansada y fastidiosa. Únicamente desde el punto vista subjetivo su calidad dependerá de las emociones que le produzca el espectador (si es que el mismo es paciente y soporta tres horas de metraje), porque sus excesos terminan por afectar su desempeño desde la perspectiva del cine como una técnica.
Y siendo honestos, no sorprende su nominación al Oscar (a pesar de que si querían verse inclusivas en la parte internacional había como 10 opciones mucho mejores), tampoco sorprende ni su ovación en Cannes, ni que haya sido aclamada por la mayoría de los gremio de críticos, pues al final este estilismo obedece a un molde que se ha convertido en una manera de hacer cine e incluso en una forma de ejecutar el arte derivado del postmodernismo y que por supuesto cierta parte de la crítica y el público en la búsqueda necesidad de “sentirse únicos y diferentes” o de encontrar una alternativa al cine prefabricado de la maquinaria del Hollywood les encanta consumir, y aunque ellos creen que están alejadas de las estructuras clásicas de la comercialización del cine, están más cerca de un mercado de consumo especifico (contracorriente a la propuesta común, pero al final siguen apelando a un target especifico de consumo) y hasta igual de prefabricado(pues estas propuestas contemplativas distan mucho de ser diferentes una de otra).
El mayor problema de esta división implica, que el público casual poco a poco se va alejando de este tipo de propuestas alternativa a la fábrica de hamburguesas de Hollywood, prefiriendo películas de menor calidad (de la misma fabrica de hamburguesas) pero que resultan ser más entretenidas (y con mucha razón), y que cada vez tengamos a cuentagotas cintas más equilibradas.
Al final del día quizás la gente que hace este tipo de cintas contemplativas (o de molde festivalero) no comprende o no le interesa hablarle al público común y solo le interesa hablarle al su “club de Toby” para conseguir un premio, subirse a su ladrillo y marearse. De ser así el cine contracorriente está condenado a hablarle solo a unos cuantos porque en sus propias premisas (y pedantería) “no todos somos capaces de comprender la belleza que hay detrás de un par de diálogos parsimoniosos y tomas completamente estáticas”.
Agárrense porque la época post COVID aunque va acentuar más esta parcialización
1 Comment
Mediocre?… Se que La Peor Persona del Mundo es mejor pelicula (y deberia ganar), pero la inclusion de los dialogos del Tio Vania hacen que la historia sea mas efectiva en la forma de reflejar el estado de los personajes, ademas, cuando ves la pelicula con una actriz de teatro, varias cosas que solo los inmamables encontrarian, las encuentras con sencillez.. lo siento, yo si la pongo como ganadora merecedora de Cinta Internacional… y merece Mejor Guion Adaptado…