DROP: Una mala primera cita

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Primera cita

Luego de la absurda pero muy divertida Happy Death Day, Christopher Landon trata de volver a jugar con el thriller y el terror con una premisa que parte de las relaciones abusivas y las primeras citas. Lamentablemente, desde las alturas, la cinta se estrella pasando de un mal ejecutado drama a un suspense risible.

En Drop, acompañamos a Violet, una madre viuda, en su primera cita en años. Esta toma un giro inesperado cuando la protagonista es amenazada mediante mensajes anónimos donde le piden cometer un homicidio a cambio de la vida de su hijo.

 

Aperitivo

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Unos creativos créditos iniciales dan expectativas de lo que esta por venir; seguido del traumático recuerdo que la protagonista sufrió a manos de su pareja. Hasta este punto la cita promete, las expectativas son altas, e invita al espectador a no salir corriendo y quedarse para la cena.

Su buen ritmo y sus trucos de cámara encantan el ojo, imposible aburrirse, aunque se vuelve una tarea imposible ignorar las forzadas conveniencias. Empezamos a dudar mientras compartimos el primer platillo de la noche.

El diseño de producción y todo lo que tiene que ver con el lujoso set del restaurante está trabajado de manera ingeniosa y cuidadosa. Cada personaje secundario hace lo suyo. Las pistas rondan por todo el lugar, y la cámara se mueve a través de sus espacios. Tal vez no es mala idea quedarnos para el platillo fuerte.

Charla incómoda

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A la segunda mitad de la cena las cosas se ponen incómodas, a pesar del lujo y los bonitos adornos, la comida carece de sabor, la consistencia es extraña y deja un mal sabor de boca.

La conveniencias de guion no paran y van de lo forzado a lo risible. Poco ayuda la actuación de Meghann Fahy, quien más que transmitirnos su desesperación y temor, parece que intenta con todas sus ganas creerse cada mensaje e imagen que le envía su victimario.

El uso de los mensajes de texto, que acaparan toda la pantalla, se vuelve excesivo y reduce la poca tensión que se ha construido hasta el momento, resultando en una experiencia artificial. A este elemento se le suman los planos holandeses que el fotógrafo usa hasta el cansancio sin una pizca de profundidad.

Llegando al tercer acto, la película toma un tono absurdo que sólo causa risas en la audiencia. Pese a ser divertido, no concuerda con su previa y pobre construcción dramática al comienzo, teniendo una resolución digna de una comedia romántica.

A este punto de la cita parece mala idea quedarse al postre y la mente comienza a divagar con los pendientes que dejaste en casa.

 

Despedida y última

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Pese a lo bonito del lugar, varias risas y una disfrutable charla, la cita no despegó. La conversación nunca llegó a ese plano profundo e íntimo y la atracción se va en cuanto el último beso en la mejilla se produce.

Blumhouse poco a poco va transaccionando de una productora que prometía originalidad, calidad, gran suspenso y terror, a producciones dignas del cine Serie B con mejor presupuesto.

De camino a casa te ríes sarcásticamente sobre los absurdos momentos incómodos que pasaste en el restaurante y aunque fue divertido, difícilmente dirás que sí a una segunda cita.

 

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Acerca del autor

Tona A. R.     bit.ly/2OBcz4f

Un ser entusiasta amante del cine y de la música, con ganas de mostrar y vivir su visión del mundo.


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