Editorial Cinescopia: El Cine actual, entre la nostalgia y Nettlix

Estimados Cinescopios, feliz año nuevo cinematográfico 2025-2026. Les deseo que se encuentren bien, tengan salud y estén viendo buen cine.

Muchos se preguntan qué nos espera en el panorama del séptimo arte en el 2025, y les seré completamente honesto: podría ser un año sumamente complicado, principalmente en la parte del cine comercial. Si ustedes han revisado los artículos del Taquillero de nuestro querido editor Dastan, especialmente el top 10 que hizo de las películas más taquilleras del 2024, notarán un patrón interesante, y es que, quitando las cintas de China, la mayoría son secuelas.

Una de las quejas más recurrentes que leemos en redes sociales es la falta de originalidad que últimamente tiene Hollywood; sin embargo, parece ser que, si lo trasladamos al mundo real o a los datos fríos, el público no para de consumir productos que son derivativos de otro. Pero ¿por qué ocurre esto? La realidad es que tiene que ver mucho con la forma en que consumimos hoy en día y quién domina el mercado.

Nostalgia millennial

Actualmente, la generación millennial es el principal target al que va destinada gran parte de la publicidad y objetos de consumo. De acuerdo con muchos estudios, a diferencia de la generación X (que quizás la experimentación y la prueba de los límites fue su manera de consumir nuevos productos, reflejado en la cultura underground, MTV), los millennials están cada vez más anclados a los productos de su infancia de los 90’s y algunos de los 00’s. Pero ¿por qué? La respuesta no es única, pero la que varios analistas encuentran más convincente es que las condiciones sociales y económicas actuales (inestabilidad financiera, falta de dinero para adquirir una vivienda, cambios políticos radicales) han hecho que, ante la fluctuación de cambios en su ambiente, la cultura sea lo único que quieran que permanezca como una casi constante.

Y cómo culparlos, pues al final del día, por instinto, cuando una persona siente que su alrededor es demasiado inestable, en sus ratos libres buscará el refugio en terrenos conocidos y lo cálido. Y el lugar que cumple esas características es prácticamente todo lo relacionado con la infancia o la nostalgia. ¿Por qué creen que dos adaptaciones de los videojuegos de los 90’s son las películas más taquilleras de sus respectivos años? ¿Por qué la mayoría de la ropa tiene algún personaje de la cultura de los 80’s, 90’s o 00’s? Incluso, ¿por qué creen que el mercado que más compra juguetes son los adultos?

Esta manera de consumo influye directamente en el cine, pues el target millennial en su mayoría se va a arriesgar poco en buscar una nueva propuesta y va a preferir secuelas de lugares que ya conoce y que fueron un éxito (Inside Out), propuestas de superhéroes (Venom, Deadpool) o secuelas sacadas de productos de los 90’s (Beetlejuice, Twister, Gladiator).

La nostalgia en sí no es mala, pero el exceso de ella puede provocar estancamiento en el avance de un individuo, la idealización de una época que quizás no fue tan buena y la pérdida de autenticidad al anclar todo al estereotipo de una época.

Ahora hay que añadir otro factor a la ecuación: Netflix. ¿Se han preguntado por qué de un tiempo para acá, a pesar de que Netflix saca demasiadas películas o series, muy pocas son las que se quedan en la memoria colectiva y el resto son olvidadas?

Básicamente se debe a que Netflix y las demás plataformas de streaming se están adaptando más a las formas de consumo de las nuevas generaciones, donde no importa construir una historia que se quede en la memoria colectiva, sino generar contenido para consumo (incluso explicado en las propias palabras de su CEO). Los productos de Netflix están diseñados en su estructura para una generación que, con todo respeto, pueda estar pegada a su teléfono sin tener que ver por completo la película, y que prácticamente la imagen no sea una herramienta sutil o inferencial, sino que todo tenga que ser predigerido y sobre explicado para el público. Esto, obviamente, rompe la mayoría de los prospectos de lo que implicaba ver una película en la sala de cine, donde incluso existía el sacrificio no solo de asistir al lugar, sino el compromiso de poner atención, guardar silencio y concentrarse en lo que proyectaba la pantalla.

Y quizás muchos dirán: “pero siempre ha existido el sistema comercial, siempre se ha buscado la ganancia de acuerdo a las tendencias generacionales y siempre se buscaba simplificar las ideas”. El tema es que el sistema y las formas eran diferentes.

Como hemos explicado en otras editoriales, el sistema de hacer películas era otro en los años 00’s. Antes la experimentación se podía dar un poco más, salvo algunas excepciones como Indiana Jones, Star Wars, Alien, una secuela no era tan común, y en la mayoría de las cintas existía una mayor libertad creativa. Esto llevó en los 70’s, 80’s y 90’s al surgimiento de una generación de directores interesante: Spielberg, Lucas, De Palma, Zemeckis, Scorsese, Scott, Cameron, Burton y muchos más florecieron dentro de Hollywood. Incluso si uno se pone a revisar la lista de las más taquilleras, había una variedad en cuanto al género y estilo. Otro detalle de este modelo es que, para que una película vendiera, generalmente se le otorgaba el papel a una estrella de moda de Hollywood. Así, la idea podría ser muy alocada, pero al estar respaldada por un actor o actriz consolidado, podría significar el imán en taquilla.

Por desgracia, desde el inicio de la década de los 2000 esto comenzó a cambiar, y cada vez era más constante encontrar dentro del top alguna secuela. Como consecuencia, el modelo de Hollywood se transformó: pasamos del cine de autor comercial a una especie de películas que funcionaban más como una cadena de McDonald’s. Un equipo de guionistas que escribía con base en las tendencias y un director fantasma del productor; un cast que no necesitaba actores conocidos, pues el personaje o la franquicia se volvía más importante que el mismo actor. Que Christian Bale no quiere actuar de Batman, reinicia el universo y consíguete a Ben Affleck. Que Harry Potter ya terminó y necesitamos generar más pasta, sácate una precuela. Haz el remake live-action de un clásico de Disney bajo el pretexto de adaptarlo para las nuevas generaciones, aunque el millennial papá que creció con esta película será el principal gancho. Así, el cine, más que un evento, comenzó a hacerse un producto de consumo, donde lo menos importante es terminar o contar una historia (para este ejemplo, miren la cantidad de reinicios o remakes sin concluir que han existido), sino lo que se vaya a facturar.

Esto ha perjudicado a darle poca visibilidad a cineastas de autor a nivel comercial. Fuera de casos como Nolan, Tarantino, Villeneuve o Gerwig, muy pocos tienen la oportunidad de plasmar su visión en el ámbito comercial.

El mayor ejemplo lo tenemos hoy, en estos inicios del año, con dos películas: Mickey 17 y Better Man. Cintas donde la visión del autor es respetada y que, de cierta manera, son historias originales que por su formato están hechas incluso para ser menos densas y un poco más digeribles para más sectores del público, pero que por desgracia serán fracasos taquilleros incluso cuando no tuvieron un presupuesto tan masivo (100 MDD). En cambio, la cinta más centennial y con estilo de Netflix (Minecraft) se va a colocar como una de las más taquilleras, así como Jurassic Park o el remake live-action de Lilo & Stitch.

Su fracaso en la taquilla, el de los autores de Memories of Murder y The Greatest Showman, probablemente va a ser un termómetro para que muchas de las productoras y distribuidoras más grandes dejen de apostar por películas comerciales originales y de autor. Incluso en casos como el de Barbie, donde, aunque la idea sea derivativa de otro producto, no se le dará tanto control al director.

En su discurso de aceptación del Oscar por el premio a Mejor Guion por la película American Fiction, Cord Jefferson dijo las siguientes palabras:

“Y, en lugar de hacer una película de 200 millones, ¡intentad hacer veinte de diez millones! ¡O cincuenta de cuatro millones! Hay tanta gente… Me siento muy feliz aquí, me sentí muy feliz haciendo esta película y quiero que otras personas experimenten esta dicha. Y están ahí fuera, os lo prometo. El próximo Martin Scorsese está ahí fuera. La próxima Greta (Gerwig) está ahí fuera. El próximo Christopher Nolan está ahí fuera. Solo quieren una oportunidad. Y podemos dársela”.

De cierta manera, tiene razón. Un proyecto de 10 millones no representa tanto riesgo en taquilla. Con la publicidad correcta podrían generar ganancias quizás no tan masivas como una secuela, pero sí significativas.

Por el lado del espectador, únicamente aquellos que sean cinéfilos de corazón, el público que se encuentra harto de los remakes, secuelas, spin-offs, los fastidiados de los productos corporatizados tipo McDonald’s en el cine y los que prefieren una idea original (incluso mal hecha o estúpida) por encima de cualquier reciclaje rancio, deben apoyar toda propuesta cinematográfica proveniente de la originalidad y el estilo propio del autor, incluso en su forma más comercial. Resistiendo hasta el día en que, masivamente, la reutilización de conceptos comience a dejar de ser tendencia y, por lo menos, la autoría, incluso en adaptaciones de todo tipo, sea respetada. O en caso más fatídico, el cine comercial se convierta de forma absoluta en una máquina de reciclaje, más parecida a un restaurante de comida rápido, y la única alternativa para propuestas contrarias sean una sala indie, salas limitadas o alternativas, el streaming o las aguas internacionales.

El último escenario, si no es que ya lo estamos viviendo, podría significar la división absoluta del cine no solamente en manufactura, sino en target. Repitiendo el ejemplo de las cadenas de comida rápida: dividir aquellos restaurantes que ofrecen una hamburguesa genérica de la cadena artesanal.

Recordemos las declaraciones del Tío Martin alrededor del cine de superhéroes:

“Una película de cómics no es cine de seres humanos que intentan transmitir experiencias emocionales y psicológicas a otro ser humano , quiero decir que es como una IA haciendo películas. Y eso no significa que no tengas directores increíbles y gente de efectos especiales haciendo hermosas obras de arte. Pero, ¿qué significa? ¿Qué hay detrás de todo esto? Estas películas, ¿qué te ofrecen? Aparte de una especie consumirlas y luego eliminarlas de tu mente, de todo tu cuerpo, ¿sabes? Entonces, ¿qué te está dando?”, concluía en lo que parecen otras polémicas declaraciones.

No solamente se refería al cine de superhéroes sino a la manufactura de estás Películas hechas como producto mercadologico, carentes de alma y de identidad.

Y la frase más importante;

“El cine se ve mejor en el cine”

Sigamos resistiendo por mejores historias y porque estas se vean en las pantallas

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Acerca del autor

El Cine Actuario   @maxpower_ar?s=09   facebook.com/dvclocblog

Actuario/Economista, Amante del Cine, Devoto de Dios, Intuitivo, Curioso, Rockero de corazón, Fanático de los Libros y del deporte de las tacleadas, quesero, colchonero, diablo rojo. "Las estadísticas son la forma en que las matemáticas cuentan las historias" "El arte es una ciencia y el trabajo del critico al igual que el del investigador es exponer sus axiomas y teoremas al mundo" "Estar de acuerdo, en no estar en desacuerdo es saludable"


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