Editorial Cinescopia: La historia del Plano Secuencia y de cómo el Director Mexicano se hizo su Rey

Por El Fett

El plano secuencia se define como la realización de una toma sin cortes donde intervienen, además de una planificación y sincronización compleja donde es participe toda la producción, una serie de recursos técnicos entre planos, ángulos y movimientos de cámara para lograr un efecto narrativo deseado, entre ellos inducir al espectador al universo o ambientación de la historia, seguir una acción específica de el o los protagonistas, inducir ritmo y/o dinamismo al relato mostrando dichas acciones en tiempo real o bien, denotar tangentes de la historia o presentar otros elementos o personajes de la misma.

CHILDREN OF MEN

Aunque el plano secuencia puede haber nacido de forma accidental entre los primeros directores y experimentadores del séptimo arte, no fue hasta finales de la década de los 20’s donde su utilización comenzó  a posicionarse como un recurso técnico o contemplativo, mostrando una variante interesante que rápidamente llevó a elevar el estatus de algunos cineastas que lo adoptaron como un recurso relevante en algunas de sus obras. Ejemplos de estos fueron los directores alemanes F.W. Murnau y Fritz Lang (Sin duda padres y precursores del arte audio visual); el primero instaurando pequeños planos secuencias para inferir el suspenso desde su temprana obra y clásico Nosferatu de 1922 y puliendo su técnica hacia 1927 con Sunrise; mientras que Lang lo haría propiamente con variados planos en su magnífica M de 1931, uno de los primeros y mejores thrillers de la historia.

El recurso seguiría su camino natural siendo adoptado de una manera meramente visual por el western americano a la orden de John Ford o bien para la comedia, donde Buster Keaton y Charles Chaplin gustaban de dilatar su toma para denotar su talento narrativo y físico. Sin embargo, fue hasta 1948 donde la técnica tendría su primera oportunidad de transformarse en una base narrativa, en algo más que ese “recurso” para convertirse en una experiencia visual donde el tono y ritmo de la historia dependieran de la misma ¿La película? The Rope ¿El responsable? El Maestro del suspenso Alfred Hitchcock.

Pero el revolucionario cineasta sabía sus limitantes. Aunque el objetivo primordial era llevar a cabo una sola toma de 80 minutos para relatar la historia de dos jóvenes estudiantes que asesinan a uno de sus compañeros para batirse en un juego mental con sus invitados y con su profesor eminencia, la tecnología en aquel tiempo solo permitía a Hitchcock filmar tomas de hasta 10 minutos (Gracias a que las cámaras solo permitían cierta longitud de rollo), por lo cual decidió hacer transiciones sobre fondos llanos y/o sin distintivos entre las finales 11 tomas que constituyeron el film, denotando así el primer ejemplo completamente artístico (Tomando en cuenta sus cualidades técnicas donde el director tuvo que hacerse de varios recursos de movimientos y ángulos de cámara) del plano secuencia con resultados de gran injerencia para el lenguaje cinematográfico.

El experimento sería un éxito, no solo posicionando a The Rope como una de las grandes cintas de Hitchcock (Aunque no de las mejores), sino dando al plano secuencia una importancia que muy pronto se tornará a través de cineastas como Kubrick, Welles, Lean y Leone en algo trascendental.

Stanley Kubrick por ejemplo, a través de su perfección simétrica y su inigualable obsesión por buscar la excelencia actoral y visual, regaló al cine varios planos secuencias míticos de entre los que destaca muy temprano en su carrera aquellas caminatas por las trincheras de Paths of Glory (1957), donde el Maestro sumerge al espectador en el horror de la primera guerra mundial a través de los recorridos de aquellos bunkers. Pocos como Kubrick para transmitir a través de este recurso la desesperación y el suspenso de una acción que a la postre desencadenarán momentos o puntos de conflicto invaluables en sus films.

Sin dejar pasar a Kubrick, tomemos otro ejemplo muy claro de esta sumersión con The Shining de 1980, donde una de las escenas más tétricas del cine es gracias al uso del plano secuencia y al fastuoso manejo de recursos adyacentes adeptos a la técnica y lenguaje narrativo, donde solo las ruedas de un triciclo se ven y escuchan mientras Danny recorre los pasillos del Hotel Overlook hasta toparse con aquellas gemelas que con su solas presencia y voz hielan la sangre

Un año después de Paths of Glory, quizá el que sea el plano secuencia más elogiado y famoso del cine vería luz con una de las epopeyas noir de Orson Welles llamada Touch of Evil. En este, Wellles introduce tanto el detonante como a la pareja protagonista siendo apenas la primera escena de su film, logrando una sincronización perfecta entre todos los elementos revistiéndolo con el score de Henry Mancini que provee al suspenso de ese ritmo ágil y dinámico que el director requiere transmitir. De una magistral calidad visual y dotada de una variedad de herramientas y técnicas que desembocan en una gama de planos que solo enriquecen y glorifican el quehacer cinematográfico, habría que agradecerle a Welles haber introducido el tono desvergonzado en un relato a través del plano secuencia, el cual hasta ahora había visto su pasar en un estilo más dramático, contemplativo o incluso experimental.

En un contexto más actual, podemos renombrar a cineastas como Martin Scorsese, Paul Thomas Anderson, Quentin Tarantino, Brian De Palma y Joe Wright como cineastas eruditos en el manejo del plano secuencia, el cual solventa tanto la trepidante narración de algunos para enmarcar retazos que encuentran el contexto de sus films (Scorsese en Goodfellas o PTA en Boogie NIghts), pasando por la teatralidad de otros para exprimir el suspenso de una conversación, una acción o un dialogo antecediendo a la explosión del caos (Tarantino en Kill Bill o Reservoir Dogs), hasta el plano contemplativo en una excelencia más técnica y visual (Wright en Atonement o Anna Karenina).

Así mismo existen ejemplos aislados de cineastas que si bien no se caracterizan por la constancia en el uso del plano secuencia, gracias a su experiencia, pericia o destellos de brillantez han otorgado para la contemporaneidad ejemplos dignos de recordar que rebasan el mero uso de esta técnica como simple embellecimiento de la obra en cuestión. Ahí tenemos a Chan-woo Park, que en 2003 utilizó la desesperación de un individuo por saber del porqué de rapto para hacer uno de los planos secuencia más hermosos y violentos que el cine tenga memoria; o el desconocido Mabrouk El Mechri, que en JCVD llevó a cabo una de las mejores introducciones y homenajes al cine de acción para mostrar a un Jean Claude Van Damme en el ocaso de su carrera; o el mismísimo George Lucas, que a pesar de auto destruir su saga de fantasía en Star Wars Episode III otorgó uno de los mejores momentos de la serie al introducir desde el principio del metraje el conflicto a desarrollar en toda la cinta; ¿Y quién no recuerda al argentino Juan José Campanella y el brillante plano secuencia de uno de los momentos imprescindibles del cine hispano con El Secreto de sus Ojos? Donde el realizador combina la pasión por el futbol con un thriller trepidante y una de las mejores persecuciones que el séptimo arte.

Pero ¿Y dónde cabe el director mexicano en toda este apartado cinematográfico compuesto por leyendas de ayer y hoy? Primeramente debemos fijar nuestro atención un tiempo atrás en el Sr. Arturo Ripstein, el cual sería un claro precursor del uso del plano para fines más allá de lo teórico dentro de la industria mexicana, y que a la larga lo llevaría de manera precisa a amalgamar secuencias complejas en las que sus libretos se cimentabas y no al revés, en otras palabras, los guiones premeditadamente se estructuraban meticulosamente para trabajar hacia con el plano secuencia llevando a la experiencia audio visual a limites reflexivos. No es que la pre producción que conlleva un guion técnico y un storyboard sea único en este caso, sino que solamente al parecer el cineasta mexicano de un tiempo para acá posee ese toque mágico, como un sazón de cocina fresco que con esos planos cerrados y movimientos de cámara bruscos (Pero que se resuelven elegantemente) hacen al plano secuencia trascender de manera distinguible.

Eimbcke, Reygadas, Rowe y Escalante lo han tomado como un protagonista más en sus relatos si bien de ritmos lentos e incluso pretenciosos, también altamente calificados en el rubro visual. Sin embargo, no cabe duda que los productos de exportación mexicanos son los que actualmente pueden autoproclamarse amos y señores del uso del plano secuencia llevándolo a limites quiméricos, donde el relato funciona en torno a este casi o en su totalidad y tomando tal importancia que cuando son requeridos, en la mayoría de los casos se manufacturan obras maestras salidas de su mano directriz y de la imperativa necesidad del complejo recurso (A diferencia de pretenciosos y planos ejercicios como la experimental El Arca Rusa de Sokurov, la cual es la primera película de la historia en ser filmada en un solo y real plano secuencia de 90 minutos)

En un peldaño abajo podemos referir a Guillermo del Toro, el cual ha requerido de un mesurado uso del plano secuencia en innumerables ocasiones para otorgar mayor realismo y naturalidad a sus alucinantes y escatológicas escenas de acción y fantasía en films como Hellboy (Pequeños planos secuencia en las escenas de persecución y peleas), El Laberinto del Fauno (Para agregar mayor brutalidad y suspenso a su mítico Capitán Vidal) o Pacific Rim (Donde las secuencias de pelea se alargan para agregar mayor tensión al momento).

Ahora con Birdman, Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki han logrado una joya maestra en la que a manera de The Rope, el director y el fotógrafo juegan con la luz natural para sumergirnos de manera surrealista en un mundo teatral utópico con 6 seres luchando con sus demonios mientras seguimos con lujo de detalle al superhéroe de los mismos. Armonioso, intimista, catedrático, Iñárritu a través de 7 planos anexados con transiciones oníricas logra otorgar una experiencia única que así como Hitchcock en su tiempo puede catalogarse como revolucionaria tanto en el rubro técnico como en el narrativo, logrando que el plano secuencia de nuevo evolucione dentro del lenguaje cinematográfico

Pero a pesar de la maestría de Birdman, sin duda el que es el actual Rey del plano secuencia en la escena internacional es Alfonso Cuarón, cineasta que ha sabido conjugar y equilibrar la utilización del plano secuencia para fines narrativos y/o estéticos formidables. Con Solo con tu Pareja, La Princesita y Harry Potter & The Prisoner of Azkaban al parecer realizó algunas pruebas, pero fue con la fastuosa Chidren of Men del 2006 donde Cuarón ensalzó y llevó a otros estándares al plano secuencia, acotándolo en escenas memorables que comprendían los picos narrativos del film para así exponer al espectador a una dureza única con escenas tan hermosas como brutales, creando una empatía casi patentada que transmitía tanto la tensión y desesperación como la esperanza del relato, claro, nuevamente en asociación con el mejor fotógrafo de la actualidad: “El Chivo” Lubezki.

Volvería a repetir pero no con la ciencia ficción, sino con un film de desastres donde el guion quedaría un poco corto a la catedrática labor directiva plasmada en una epopeya visual grandiosa. Gravity del 2013 quizá tenga sus detractores, pero nadie le puede negar a Cuarón la disciplina en este rubro llevando a cabo una de las cintas más poderosas estéticamente hablando de la historia. Nuevamente usando la técnica que instauró Hitchcock, Cuarón narra una metáfora de la vida tal y como esta se presenta en la realidad: preciosa, armoniosa, tal vez un poco eufórica.

Quizá la industria mexicana esclavizada por sus televisoras este un peligro de extinción rayando en lo patético, sin embargo aún hay héroes que persisten tanto dentro como fuera de su suelo en explorar nuevas sendas en el lenguaje cinematográfico. Ya sea la corriente independiente que el espectador promedio mexicano ignora gracias al lavado de cerebro de sus sketches y parodias, o bien el cine comercial con gran referente autoral de sus tres productos de exportación reconocidos a nivel mundial, mientras estos apellidos sigan trabajando y reapareciendo, el cine mexicano o hecho por mexicanos seguirá siendo una fuente de orgullo, una monarquía perdurable y progresiva en el uso del plano secuencia y en la evocación de un mejor futuro artístico… eso esperamos.

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