Editorial Cinescopia: La representación fílmica del narco
En Fauna de Nicolas Pereda, el actor Francisco Barreiro se interpreta a sí mismo; en el universo de esa película, Francisco es la estrella de la serie Narcos: México, tal como lo es en la vida real. Paco, su cuñado y su suegro, están bebiendo en una cantina, este último le exige a Paco interpretar su rol de Francisco Arellano Félix. Paco se desconcierta y ríe. Interpreta la escena, se recarga en la mesa billar detrás de ellos y finge estar bebiendo con otras personas, termina la escena y regresa a su lugar, y el suegro le reclama que no tenía diálogos, insiste y le sugiere que los invente. Paco titubea y entra en personaje. Sale del bar. Regresa, camina por ahí mientras improvisa uno diálogos. Se sienta nuevamente con su suegro y cuñado. Se dirige a ellos como si fueran sus cómplices de sus negocios sucios y amigos de toda la vida. Cuando termina, el suegro le pide hacerlo nuevamente, Paco se desconcierta y ríe nerviosamente. Su suegro insiste y obliga a Paco a hacerlo de nuevo, esta vez sin salir del bar. Paco comienza de nuevo su improvisación.
Este fragmento funciona para ejemplificar como las producciones audiovisuales alrededor del narcotráfico han penetrado en el inconsciente colectivo en los últimos años. Recordemos que el cine es un espejo de la realidad, y dolorosamente la nuestra cada vez se ve más afectada por el narcotráfico, lo cual explica la diversidad de representaciones de este fenómeno.
Existen numerosos contenidos inspirados de la vida real; el narcotraficante colombiano Pablo Escobar es una figura que ha tenido varias adaptaciones en cine y series, como la mencionada franquicia de Narcos, largometrajes como Blow, Loving Pablo, Paradise Lost o Infiltrator, e incluso la telenovela colombiana Pablo Escobar:El patrón del mal.
Pero la inspiración en la realidad no es exclusiva de los grandes capos, como pueden ser la serie de Netflix How to Sell Drugs Online (Fast), en la cual un adolescente se vuelve un exitoso traficante exitoso, y de la cual se desprende el documental Shiny Flakes: El cibernarco adolescente.
Del narcotráfico se ha desplegado la narcocultura, que no se limita a las expresiones audiovisuales, también cubre la música, libros, arquitectura, lenguaje y religión, relacionados con el mundo del narco, creando una iconografía que en la actualidad esta presenta gracias a los medios de comunicación y las industrias culturales.
Primeros acercamientos
El tráfico de drogas es una temática abordada en el cine desde sus primeras décadas. Películas como Traficantes de opio (1932) del francés Max Ophüls, Living dangerous (1936) de Herbert Brenon, Tell Your Children (1936), por mencionar algunas pioneras.
Estos primeros acercamientos ocultaban bastantes aspectos del narcotráfico, el tema de las drogas pasaba a segundo plano, e incluso se omitía el nombre de sustancias. Esto era de esperarse, pues si actualmente hablar de este tema es tabú, en aquella sociedad más conservadora y regida por el “Código Hayes” hacía imposible contar estas historias.
Todo cambió cuando estas restricciones de censura se terminaron a mediados de los sesentas. Un cine más explícito, violento y profundo surgió con la generación del “Nuevo Hollywood”, y una de las consecuencias de empezar a abordar este tema sin la necesidad de autocensurarse, fue cuando The French Conection (1971) de William Friedkin obtuvo el premio de Mejor Película en el Oscar.
A partir de ahí, crear historias en donde el tráfico de drogas era el tema central se convirtió en algo común. Después de varias propuestas, Brian de Palma filma el remake de Scarface (1983), en donde nos muestra a Tony Montana como el estereotipo del narcotraficante, imagen que prevalecería en nuestra mente por varias décadas.
De profesor a narco
Cuando Vince Gilligan era guionista de X-Files, conoció a Bryan Cranston, con quien conectó de inmediato y prometieron juntos realizar un proyecto en un futuro. Años después conoceríamos ese proyecto como Breaking Bad.
Aunque el tema del narcotráfico también se aborda en The Wire, serie producida por HBO, esta no tuvo el alcance ni popularidad para convertirse en un producto de culto, como lo fue Breaking Bad. Gilligan sabía perfectamente a donde quería llegar; su idea era lograr convertir a Mr. Chips, (personaje de la película Goodbye, Mr. Chip, quien un profesor dedicado y querido) en Scarface.
De maestro fracasado con problemas económicos y familiares, Walter opta por involucrarse con el narcotráfico, desatando una serie de tragedias, y convirtiéndose en uno de los capos más temidos. Probablemente la idea de ser un tipo común fue uno de los motivos por los cuales esta serie tuvo un éxito en el público.
Narcoexplotation
Breaking Bad fue un parteaguas en las representaciones del narcotráfico, y su éxito, sumado al contexto de violencia provocado por la guerra emprendida contra los traficantes, hicieron que los productores empezaran a generar más contenidos sobre este tema.
Series como la ya mencionada franquicia Narcos, o El Chapo, pusieron al tema del narco en un lugar inesperado. Los villanos se convirtieron en antihéroes, y la aceptación del público hacia estos relatos fue positiva. Estos criminales terminaron cautivando a la audiencia (como el suegro de Paco en Fauna), y esto provocó la proliferación de más narcoseries.
Otros acercamientos al tema, desde una comedia light son las series Weeds, cuya trama es la de una mujer emprendedora que comienza un negocio de venta de marihuana, y High Maintenance, la cual sigue a un dealer en bicicleta mientras reparte los pedidos de sus clientes.
Pero el narcotráfico no se queda en ficciones que romantizan el mundo del narcotráfico. Existen otro tipo de contenidos surgidos de la explotación del tema. Películas crudas como Heli de Amat Escalante, Sin señas particulares de Fernanda Valadez, o Noche de Fuego de Tatiana Huezo, muestran el lado contario a la idealización promovida por los grandes estudios.
Aunado a esta perspectiva, también encontramos documentales como La libertad del diablo, Tempestad (también de Tatiana Huezo) o Hasta los dientes, los cuales muestran el lado más oscuro de esta problemática.
Estos dos polos, aunque con discursos diferentes y contrarios, se complementan. De un lado encontramos una representación seductora, con hombres (o mujeres como en las adaptaciones de La Reina del Sur, Señora Acero o Rosario Tijeras) con un poder ilimitado, millonarios y con licencia para matar. Del otro lado, sus consecuencias reales, el dolor, la denuncia, la impotencia de quienes nos pertenecemos al mundo del narcotráfico.
Fascinación por el poder
La narcocultura se define como un conjunto de construcciones simbólicas (apropiación cultural) que generan expectativas de vida (aspiraciones y deseos), legitiman el tráfico de drogas y exaltan la violencia y poder de los grupos vinculados al crimen organizado.
Esto quiere decir que la figura del narcotraficante pasa a una especie de idolatría, y se crea un anhelo de ser como ellos. Esa fascinación por el poder viene de la mimetización del espectador; los narcotraficantes vienen de estratos bajos, de la pobreza y marginación, y consecuentemente se convierten en tipos exitosos, con quien nadie, ni el mismo Gobierno, se atreve a meterse, entonces la aceptación de estos personajes es sencilla porque nos reconocemos en ellos.
El investigador Rober Nery Córdova Solís apunta a que esta aspiración proviene de una necesidad de movilidad social, y probablemente a un deseo de venganza social, lo cual explica el magnetismo del arquetipo del narcotraficante, y el por qué la apropiación cultural no termina en emular comportamientos, escuchar narcocorridos o ver series, sino también querer participar directamente en actividades delictivas.
A ver otra vez…
Desde hace dos sexenios, la correlación entre narcotráfico y violencia es más evidente. En 2021 el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, indicó que la violencia no ha cedido y cada año es más incontenible; 2021 cerró con una cifra de 35,000 homicidios, acumulando un total de 100,000 asesinatos desde 2018 cuando empezó la administración de AMLO.
Acorde con la organización no gubernamental Semáforo Delictivo, el 80% de estos homicidios están relacionados con el narcotráfico. Desde 2020, el narcotráfico fue el principal motivo de incrementó el número de muertes en los estados Michoacán, Yucatán, Sonora, Zacatecas, San Luis Potosí y Guanajuato.
Parece existir un incremento entre la presencia del narcotráfico en la cotidianidad y el incremento de la inserción en el inconsciente colectivo proveniente de la iconografía de la narcocultura. Esto explicaría la necesidad de representar continuamente el fenómeno del narcotráfico.
Queramos o no, trastoca nuestra realidad, seamos o no partidarios de la narcocultura, y ciertos productos generados por las industrias culturales trascienden la frontera del nicho y pasan al mainstream. Aceptamos estas ficciones con normalidad, nos fascinamos y termínanos pareciéndonos al suegro de Paco, queriendo repetir la experiencia una y otra vez.