El Confesionario de Cinescopia: Pecado por omisión
Muy buenas tardes estimados lectores, el día de hoy nos hemos reunido los autores de este sagrado recinto del buen Cine para clamar por su perdón, ya que las faltas que hemos cometido nos vuelven indignos de continuar con nuestro trabajo y es por eso que apelamos a su mejor juicio cuando revelemos las faltas en las que hemos caído ya que sólo somos simples mortales.
Por tal razón en esta primera edición del Confesionario colectivo mensual, nos dirigimos a ustedes implorando la clemencia de Kubrick testificando los clásicos que no hemos visto ¡Así como lo oyen! En este capítulo de la sección más vergonzosa de Cinescopia decidimos que en lugar de reconocer nuestras gustos culposos groseros hemos de gritar a todos los cielos aquellas joyas que por una u otra razón no hemos podido o sencillamente no nos importa ver. Esperando no ofenderlos con estas declaraciones y pidiendo misericordia para poder seguir ejerciendo nuestra pasión cinéfila, Cat Movie Lee, Kim Tobías, Bedub, Peter Bridges, Arquicruz y El Fett se confiesan en esta ocasión ¡Perdónalos Kubrick! ¡Perdónalos Cinescopia!
No se pierdan su Confesionario, sección que volverá de manera mensual y colectiva esperando que al igual que con las recomendaciones ustedes estimados también pasen a confesarse, pues aquel que este libre de pecado ¡Que tire el primer trollazo! Bienvenidos
Se las da de muy europea y no conoce Roma
Y entonces ahí tiene usted que por circunstancias de la vida que nunca comprenderé, terminé estudiando la Licenciatura en Letras Hispánicas en la noble Universidad de Guadalajara. Y bueno, para qué le cuento, usted conoce la fama de aquellos que optamos por las cuestiones humanas, del pensamiento, la artisteada, la creación y todas esas cosas que suelen relacionarse con el bonito acto de fumarse un churro de mariguana y que bien hoy podría interpretarse como un acto Hipster.
Pues bien, durante esos mis años mozos, pasaron por mis ojos libros de todos los colores y sabores, al igual que música y películas que por supuesto me abrieron un panorama a la vida, a lo que creí que no existía y que cuando descubrí me encantó. “Cine de arte”, películas desconocidas, acentos franceses, italianos; cine que olía diferente al que estaba acostumbrada a consumir… entonces fui descubriendo a los personajes claves y sus obras magnas: Buñuel, Berlanga, Marcello Mastroianni, Brigitte Bardot… ya sabe, toda esa crema y nata del cine de arte, del cine europeo. Confieso que inmediatamente sentí una debilidad en mi corazón por el maravilloso cine italiano, que tiene ese algo que embelesa, que cautiva… usted me entiende, estoy segura.
Recuerdo tardes gloriosas, charlando con café y cigarro en mano sobre las inspiraciones de los autores, haciendo análisis comparativos, sacando contextos, creyendo que estaba yo descubriendo los tesoros del mundo, era una universitaria.
Luego pasó el tiempo y todo dio un giro, diría Emanuel, todo se derrumbó. Pero afortunadamente traté de mantener el entusiasmo y el amor por el buen cine, mis libros tercos y otros cuantos vicios. Sin embargo, y a raíz de mi participación en Cinescopia, el otro día charlaba nuevamente café y cigarro en mano con unos cuantos queridos amigos que compartieron aquellas épocas doradas en la universidad, y hablábamos de cine europeo, y cada uno a manera de una innecesaria competencia, demostraba sus conocimientos sobre nombres de actores, películas y directores… y de pronto, mientras echábamos risas, puntualizábamos datos y comentarios sobre la gran Cinema Paradiso y su entrañable banda sonora, uno de ellos dio un sorbo a su taza de café, echó una bocanada de su marlboro y me dijo: Bueno, bueno mi bella Cat, pero estarás de acuerdo que la mejor película del cine italiano es sin duda La Dolce Vita.
Los mariachis callaron, me levanté excusando que necesitaba ir al baño, me levanté y…
Lo siento, tengo que ir al baño.
Perdió la memoria y pide cuello
Si bien he quedado en jaque en varias ocasiones en el programa semanal de radio por no haber visto algunos de los filmes ochenteros por los que el ArquiCruz casi alucina, en esta ocasión vengo a confesar un pecado cinematográfico, digámoslo así, un poco más serio por no tratarse de un típico Blockbuster. De esos filmes llamados independientes, pero no por eso deja de ser catalogado también como clásico, la cinta de Memento, fue un parte aguas dentro de la carrera del ya conocido director Christopher Nolan, la cual desplegó su carrera después de su primer intento de hacer cine con la no desapercibida Following, y por la que ganó una notable cantidad de premios, incluidos los comercialmente conocidos Oscar.
Esta película ya de culto, y conocida particularmente por su peculiar estructura, es definitivamente una obligación dentro de cualquier persona que se haga llamar así mismo un verdadero Cinéfilo, título que me gustaría adjudicarme pero que probablemente no me será posible a menos de ver esta cinta que no me he preocupado en apreciar y para lo cual no tengo una justificación decente. Imploro el perdón de Kubrick y de los dioses del cine por mi falta y a ustedes estimados lectores que mensualmente siguen nuestras recomendaciones cinematográficas, prometiendo haber pasado por la prueba de ver este clásico en el siguiente mes, o que me den cuello.
La canta pero ni sabe de dónde sale
Tengo que confesar que no he visto Singing in the rain (Stanley Donen, 1952), y es que pesar de mi gusto por los musicales este nunca me ha llamado la atención. Y sí soy mortal, he visto la escena principal muchas veces, la música fue usada en An Orange Clockwork (Kubrick, 1971) y en muchos programas, aparece en muchos listados de las mejores películas de la historia y quizás esas sean las razones por las cuales la he obviado por mucho tiempo, por un lado se me hace muy dulce para mi particular gusto de películas y por otro lado la sobrevaloración que tienen algunas películas llamadas “clásicas” especialmente estadounidenses.
También creo que al ver una pesadez considerada infaltable me puedo perder de algo realmente interesante y que no cargue tanto peso mediático, por decirlo de alguna manera.
¡Nooooooooooooooooooou!
Imagina que estás en medio de una conversación casual entre amigos, hablando un poco sobre películas. De pronto sale el tema sobre Star Wars, sobre el nuevo episodio por J.J Abrams, sobre Disney y sobre cómo temen por el futuro de una saga icónica. Se hacen las típicas referencias a los filmes clásicos, la mayoría amó la primera trilogía y odió la segunda. Se hacen bromas sobre Darth Vader o Chewbacca, incluso se comparten memes, todos se rien y comparten sus momentos favoritos de la saga. Y tú, sentado en medio del bullicio, mantienes un diálogo interior. Aún no has visto NINGUNA de las películas pero conoces por aproximación ciertos de los elementos de la trama y sus personajes; después de todo es cultura popular. Incluso has sido spoileado varias veces. Ahora te preguntas, ¿Qué debo hacer?
a). No decir nada y seguir con la conversación. No risas, mucho spoiler.
b). Decir a todos que no has visto ninguna, y que deberían cambiar el tema. Recibes abucheos y críticas. Decides que las verás tan pronto como sea posible.
c). No decir nada porque no te importa. Nunca te llamó la atención y sientes aversión por el universo que consideras un poco friki. Crees querer verlas pero tu indiferencia indica lo contrario. No te gusta.
En mi caso, queridos lectores, la respuesta es C. Ya pueden apedrearme.
Lo van a correr del club
¡Saludos! A estas alturas luego de causarle una úlcera a Ricardo Arturo por no haber visto Full Metal Jacket y ser puesto en evidencia por el Fett al aire de que no he visto Oldboy (pero si he leído el manga, porque ver películas es muy mainstream) ustedes se sentirían seguros al asumir que no hay pecados grandes por confesar de mi parte, ¿Verdad? Pues se equivocan, que esta alma pecadora camina por el Valle de la Sombras, a oscuras ya que las tinieblas de Michael Bay me han segado los ojos por mis incontables ofensas a Kubrick y sus apóstoles. Así que como enmienda debo confesarme ante la única autoridad válida para nosotros, ustedes nuestro público conocedor y mi pecado es:
¡NO HE VISTO THE FIGHT CLUB!
1
2
3
Así como lo leen, ya sé que están pensando: -“¡P p p pero usted practica artes marciales!”-dirán presos de la confusión -“Se ha subido al ring a que le partan el queso, le gustan estas películas ¡Por Amor a Kubrick, se supone que es el fan de todo lo que tenga que ver con trancazos!
Lo sé, estoy consciente pero como débil excusa debo decir que ocurrió esa situación que activa mi contreritis aguda y es que todo mundo, si todo aquel personaje conocido por mí me recomendaba esta cinta como lo mejor del planeta después de la Pizza y pues tanta insistencia terminó por hartarme y ya no la vi.
Esperare paciente por mi castigo, o piadoso, o clemente auditorio.
¡Y este se dice cazador!
Miren, antes de comenzar quiero decirles que se mas que ustedes sobre Fritz Lang por el simple hecho de haber visto M, El Vampiro de Dusseldorf y Fury (Ya en su etapa americana) y ustedes no (Y si sí, pues ya me jodí), pero está bien, lo admito, lo reconozco, me confieso, no sé porque no he tenido el interés de ver Metropolis (1927), una epopeya de la ciencia ficción de la cual solo conozco fotogramas, documentales televisivos y libros dedicados a su importancia e influencia y por supuesto, por el videoclip de Radio Ga Ga by Queen ¿Soy un pecador por eso? ¿Me merezco el destierro?
Lo más penoso quizá es habérmela topado en varias ocasiones con mi proveedor oficial de películas a solo $30 pesos y haberle sacado la vuelta comprando un churro cualquiera o unos cigarros sueltos a la vuelta de la esquina ¡Lo sé! No me importa no poder opinar sabiondamente sobre la relevancia de esta leyenda en su estructura tanto narrativa como en su diseños de arte y producción, este último quizá uno de los más revolucionarios de la historia (Digo quizá porque o se nada) consecuencia de una visión maestra del que fue no oficialmente el padre del surrealismo y del cine noir en el cine.
Me la he topado por ahí en algún canal en línea y veo que dura ¡153 minutos! Pues no, mejor agarro unas palomitas bien mantequillosas y me chuto Captain America: The Winter Soldier (Historia real) ¡Lo sé! Y no me… perdón, si me importa un carajo ¡Perdóname Lang! ¡Perdónenme eminencias cinematográficas! ¡Perdóname arte! ¡Perdóname Kubrick! ¡Perdóname Cinescopia! ¡Perdónenme lectores! Soy un maldito profano, sacrílego y prometo que para la siguiente ocasión esos 30 pesos no me los gastaré en unas papas con chile, en cigarros o en una revista y compraré mi copia de Metropolis.
Por cierto mortales ¿Han visto M? Yo si ¿Ustedes?
¡Vergonzoso! Y ustedes estimados ¿Algunas confesión que quieran hacer?
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