El cuento de las comadrejas: Más que simple humor negro

El cuento de las comadrejas es la nueva película de Juan José Campanella, aquel que se hizo inmortal para el cine latinoamericano al mostrarnos esa joyita de 2009 titulada El secreto de sus ojos. Adaptada de la cinta de 1976 ‘Los muchachos de antes no usaban arsénico’, este nueva versión genera mucha curiosidad gracias a la buena fama del director y a la gran expectativa de cada una de sus nuevas obras.

Durante la trama, Mara ordaz es una retirada estrella de cine que tuvo sus años gloriosos en su juventud; pero ahora se dedica a pasar su vida en su mansión junto a otros 3 compañeros de su época dorada. Entre sarcasmos y mal humor, los cuatro tratarán de conservar lo que les pertenece cuando dos jóvenes se presentan en forma de amenaza.

El cuento de las comadrejas se define como una comedia negra que dentro de su esencia encuentra lo absurdo como punto fuerte. Partiendo de ahí, nada tiene sentido real de no ser por la apropiada dirección de Campanella que logra envolver e intrigar a la audiencia, esto aún conociendo esa naturaleza que envuelve a la historia.

Los diálogos representan el mayor foco de atención, si bien no todos son perfectos (o graciosos), es el ingenio el que destaca y encanta, no solo provocando risas inminentes, sino también, en ocasiones, acabando en un momento de reflexión del espectador. Es por eso que el guión puede considerarse como lo más destacado de la narración, una de las fortalezas que distinguen al director argentino.

Los personajes logran delimitarse lo suficiente como para ser creíbles, y logran totalmente el impacto que pretenden: el listo se siente como tal, al igual que el inocente, y el irritable no hace más que molestar desde el primer impacto. La historia logra cautivar de tal manera que te incita a querer conocer más sobre los protagonistas y sus motivos, aún así estos seguramente resultarán incoherentes y risibles. 

Pero no todo se siente perfecto y es que la incomodidad está en que incluso dentro de lo descabellado llega un punto en el que simplemente algo no termina de encajar. Las bromas, los personajes y los juegos de cámara funcionan pero algo sigue faltando ahí, algo que no hace sentir a la película impecable, dando la sensación de que incluso se pudo arriesgar más.

Campanella nos entrega una experiencia por demás graciosa y divertida, un juego absurdo que no es para cualquiera, pero sí para quien goce de un humor más negro y perspicaz, y que pueda encontrar en lo más insensato algo digno de introspección.

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Acerca del autor

Kim Tobias   @kimm_tobias  

Enamorada del cine clásico y los guiones astutos. También odio los finales felices... ["La estimulación visual es la razón del cine. De otra manera podríamos simplemente apagar las luces y llamarlo radio" R.A.]


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