El Día que la Tierra explotó: Una explosión de nostalgia y diversión
Si quisiéramos contar las películas que tiraron de la nostalgia en el último año, no nos alcanzan las manos. Pero si en cambio contamos las que funcionaron y a través de la nostalgia hacieron perdurar su magia, la cosa cambia. En este último rubro entra ‘El día que la tierra explotó’, con algunos de los personajes más entrañables de los Looney Tunes.
Y es que Porky y Lucas nos hacen recordar esos días noventeros en los que volvíamos de la escuela y nos perdíamos durante horas con las peripecias de estos personajes liderados por un queridísimo Bugs Bunny. En esta historia, el cerdo y el plumífero, tras ser criados por el gran Granjero Juan, deben conseguir empleo y así entran a una fábrica de chicles, donde descubren una conspiración alienígena para apoderarse de la Tierra. A partir de ahí se desencadenan las situaciones más descabelladas, al puro estilo Looney Tunes, para lograr salvar al mundo.
El guión tiene algunos huecos argumentales, principalmente porque hay momentos en que la liga se estira demasiado, dando una sensación de que estamos viendo varios capítulos de la serie televisiva unidos.
Hay infinidad de referencias a muchas películas, siendo más directas aquellas sci-fi de los 50s, Invasion of the Body Snatchers (1956), The Day the Earth Stood Still (1951), The Blob (1958) pero también a cosas más pop de las últimas décadas. Esto hace que se sienta más como una parodia al puro estilo Looney Tunes, sin que eso sea algo necesariamente negativo.
El estilo de animación, completamente en 2D, hace honor a sus orígenes tradicionales ‘a mano’, que a estas alturas, se siente hasta refrescante entre todos los estilos digitales de este milenio.
Ahora, su lenguaje está completamente focalizado en su target millennial, con reminiscencias de ese humor noventero que no era presa de tanta censura. Es notable también cómo dentro de todo lo disparatado de sus situaciones, hay espacio para resaltar valores universales como la fraternidad y el ‘bien hacer’ social, balanceando las locuras con momentos más emocionales sin llegar a maniqueísmos.
Ninguno de sus elementos funcionaría sin sus protagonistas, unos Porky y Lucas en todo su esplendor, con una explosión (hehe) de locura que no se limita incluso a tener sus momentos de conciencia. Lucas, desatado y sin límites, incluso tiene sus epifanías para dar pie a momentos emotivos con el cerdo. Petunia resulta una sorpresa, siendo un personaje fundamentalmente feminista sin alardes ni consignas innecesarias. Como uno de nuestros autores tuvo a bien decir, lograron con Petunia lo que buscaban con Lola Bunny (que ya sabemos cómo terminó eso).
Puede ser que el villano y sus motifs no sean tan coherentes ni sólidos, pero vamos, que ni en esa languidez se pierde el buenrollismo y diversión.
En el cine, y específicamente en la crítica cinematográfica siempre decimos que las comparaciones ‘son odiosas’, pero siempre en este gremio somos los primeros en comparar si un filme es tal cual mejor o peor que tal otro. Y eso, lo sabemos todos, es injusto, principalmente porque en este ejercicio de examinación nos pasamos por el forro la naturaleza de cada filme. Y en este caso en específico, ¿qué más dá? Si ‘El día que la tierra explotó’ cumple con su principal objetivo, que es divertir, tocar la nostalgia de los millennials y hacer que éstos hagan perdurar la imagen de los Looney Tunes en su descendencia.