El Exorcista Del Papa: El Gladiador Contra El Diablo
Pese a su larga carrera como exorcista jefe del Vaticano y sus múltiples libros y artículos al respecto, a la vida del padre Gabriele Amorth (1925-2016), sacerdote exorcista jefe del Vaticano, le tomó su buen tiempo llegar al cine. Inicialmente en el buen documental “The Devil And Father Amorth” (William Friedkin, 2017) y ahora en una película de ficción inspirada en sus memorias con el renombrado Russell Crowe interpretando al famoso y polémico sacerdote.
Y es que resulta difícil abordar el tema de las posesiones demoníacas sin caer en los lugares comunes ¿Qué tendría de especial, entonces, esta que sería la enésima producción al respecto? Para empezar, retrata a un sacerdote real en uno de sus casos, además de la despreocupada personalidad del mencionado cura, completamente alejada del clásico exorcista severo y estoico pero además lleno de dudas.
¿De qué va?
En 1987, el padre Gabriele Amorth, exorcista jefe del Vaticano, enfrenta uno de sus más difíciles casos de posesión demoníaca cuando acude en auxilio de una familia estadounidense recién asentada en España en una propiedad aparentemente maldita, a la vez que ejerce de mentor de un joven sacerdote (Daniel Zovatto) y lidia con una curia romana que parece haber dejado de creer en el mal.
Un Exorcista Singular
Pese a la naturaleza oscura de su labor, el verdadero Padre Amorth poseía un muy buen sentido del humor. Gustaba de bromear y hasta mostrar la lengua al supuesto demonio que enfrentaba. Crowe, un actor polifacético, definitivamente parece estarla pasando genial interpretando al dicharachero sacerdote mientras se burla de la presencia maligna que está tratando de expulsar del mundo.
Y es aquí donde la historia diverge de la típica película sobre exorcismos. El Padre Amorth era además de divertido, un defensor a ultranza de la doctrina católica, creyente de la existencia del mal en estado puro y férreo opositor a las nuevas corrientes teológicas. Aquí no está el clásico exorcista trágico y apesadumbrado que duda de su fe y que en el fondo prefería casarse y tener hijos, sino un fiel seguidor de la doctrina que además parece gozar de su trabajo, como lo fue el verdadero Padre Amorth.
Las Obvias Licencias.
Por supuesto, el guión se toma sus consabidas libertades para que la película sea un espectáculo. Recurre a las clásicas llamas, objetos flotantes, voces escalofriantes, poseídos contorsionistas y demás efectos comunes en el tema pero lo hace de forma natural e ingeniosa. Presenta también datos pseudo históricos que no han de ser tomados en serio, pues todo es en el nombre del espectáculo.
Pero ¿entretiene?
La película ofrece una trama más de misterio que de terror y cumple con el objetivo de entretener y hacernos preguntarnos qué está sucediendo. Inclusive tiene algunos momentos de humor que sorprendentemente no arruinan el ambiente (no como lo hace el MCU), justo como hubiese querido el Padre Amorth, quien afirmaba que las bromas hacen enfadar al Diablo.
¿Hay que verla?