El Hoyo – Pico de la decadencia humana
Con el fin de hacer más llevadero el stress que el maldito coronavirus ha estado causando a nivel mundial, en el trabajo se nos han hecho preguntas triviales por las mañanas para distraernos un poco de todo esto. La del miércoles fue: “Si los personajes de la última película que viste fueran tus compañeros durante la cuarentena, ¿con quién estarías encerrado?” Una pregunta bastante divertida para un cinéfilo como yo. Mis compañeros tenían roomies muy buenos como John Wick, Wonder Woman o el Doctor Alan Grant de Jurassic Park. Pero lamentablemente yo estaba en una situación muy jodida y cruda porque me tocaría estar encerrado dentro de una extraña prisión (o Centro Vertical de Autogestión) con algunos de los peores seres y criminales que la sociedad tiene para ofrecer. Con esa simple pregunta me he hecho reo en el “El Hoyo”.
La ópera prima del director español Galder Gaztelu-Urrutia es quizá la peor recomendación para ver en estos días del encierro que debería ser obligatorio (quédense en su casa por favor si es que pueden), y a la par también es una de las mejores propuestas cinematográficas de ciencia ficción y thriller que he visto en tiempos recientes. Los españoles han demostrado ya que saben contar esta clase de historias con gran pericia con cintas como “Los ojos de Julia” y “Mientras duermes”. Pero gracias “El Hoyo” atraviesan una barrera narrativa que trasciende en muchos niveles y que es relevante para los tiempos actuales, así como también logran pintar un retrato eterno de la historia de la sociedad humana en general. Y,¿qué creen? Somos una vil basura…
En algún distópico microuniverso, existe una prisión vertical excavada en el subsuelo, referida comúnmente como “El Hoyo”. Cada uno de sus interminables niveles se encuentra ocupado por dos prisioneros y una vez al día la plataforma central baja a cada piso cargada con un banquete preparado minuciosamente por un equipo de chefs. No suena tan mal hasta que te das cuenta que dicho festín debe ser compartido por todos reos, de manera que los que están en los niveles inferiores sólo pueden comer lo que los de arriba les dejan. Eso significa que entre más abajo estés de nivel, menos alimento tendrás posibilidad de ingerir. Esto va generando también un real pero peculiar efecto psicológico en el que los que están arriba desprecian a los de abajo, y los otros detestan a los de arriba. Lo cual resulta irónico debido a que cada mes los prisioneros son cambiados aleatoriamente (al menos según ellos) de nivel, por lo que la superioridad abstracta y sin fundamento que llegan a tener se debe únicamente a una extraña lotería. Al final, todos están metidos en el mismo agujero. Pasa a ser Goreng el personaje central de este relato. Él ha ingresado voluntariamente a pasar seis meses encerrado a cambio de recibir su título y vaya que es una manera más sencilla de hacerlo que la que me tocó en la UNAM. Su compañero de celda es un anciano bastante nefasto llamado Trimagasi, quien está ahí por un asesinato. Todas las injusticias y perversiones que Goreng habrá de atestiguar durante su encierro, lo llevarán a ser el renuente instigador de una pequeña revolución en contra de la administración.
Siguiendo el ejemplo de obras recientes como Snowpiercer y Parasite (ambas casualmente de Bong Joon-ho) y de una más vieja como es El Experimento, la cinta no trata de ocultar ni de disfrazar la obvia crítica a la estratificación social que ha regido nuestras vidas desde el momento en que alguien se sintió superior al otro. Apenas se le da alguien un ápice de poder verdadero o simbólico (y en esta caso aleatorio), no tarda mucho tiempo en usar su nueva posición para ver la manera en qué habrá de joder a sus “inferiores”. “El Hoyo” cómo demuestra eso en las escenas en que los presos de hasta arriba no sólo comen los mejores platillos, sino también pisotean todo lo que pueden en una destrucción sin sentido para arruinarles un poco más la vida a los de abajo. En los niveles inferiores reinan otros de los instintos humanos más salvajes, activados por la necesidad de sobrevivir que tiene cada recluso. Si las imágenes del banquete a medio comer de las secuencias iniciales te parecieron grotescas, espera a descender a las fauces más profundas de la prisión. Los cadáveres se apilan por montones y la carne está de vuelta al menú gracias al canibalismo. Pocas películas han logrado revolverme el estómago de esta manera.
Dantesca resulta la odisea que Goreng emprenderá en contra de la Administración. Se hará de varios compañeros en el camino que lo guiarán hacia la respuesta que necesita, pero siempre contará con Trimagasi como su Virgilio…o más bien como su Sancho Panza. Verán, cada preso tenía la oportunidad de elegir cualquier objeto para entrar a la prisión. Ya saben, cosas normales como cuchillos y katannas. Goreng eligió llevar una copia del libro “Don Quijote de la Mancha”. La obra y lengua de Cervantes entran así a “El Hoyo” para jugar un papel muy importante, ya que afianzará la relación entre Goreng y Trimagasi y también será clave para entender simbolismos ocultos de la historia así como el desenlace que tendrá nuestro héroe…y hasta los personajes se parecen físicamente a sus contrapartes literarias.
El final de “El Hoyo” se presta a varias interpretaciones ya que lo deja abierto a la interpretación de cada quien. En su momento me pareció malísimo y qué coraje me dio haber invertido casi dos horas de tiempo sólo para llevarme una gran decepción. Originalmente esta reseña iba a ser una entrega más de “Marco se queja”, pero mi cerebro siguió procesando lo que había visto con el fin de hallarle un sentido, ayudado también de pláticas con cinéfilos que se habían quedado igual. No tardaron en llegar a internet cientos de teorías al respecto y una en particular me hacen más sentido que las demás…pero no pretendo hablar de ella aquí porque considero parte importante de la experiencia fílmica la conclusión individual a la que cada quien pueda llegar. ¿Cual fue la tuya? ¿Ganó Goreng? ¿Eso fue real? ¿La isla era el purgatorio o un sueño de Hurley? Iniciemos un debate interesante en los comentarios.
Vista por encima, la historia pueda resultar algo divisiva, como asegurando que absolutamente todas los individuos de niveles sociales altos ven con desdén a los demás. Pero este es un juicio apresurado. Personalmente siento que la cinta plantea que el ser humano tiene de manera inherente una cierta cantidad de maldad (unos más que otros, obvio) y que la superioridad que percibe de si mismo es un factor abstracto que no depende únicamente de riquezas materiales. Si lo quiere, buscará la manera de molestar a los demás. Sin ir más lejos, ¿notaron cuántas veces ya los he albureado a lo largo del texto? Al menos mi maldad sólo se queda ahí, en reír barato.
Importante es no dejar que “El Hoyo” pase a deprimirte (perdón). Si bien es cierto que podemos contar a las personas en las que verdaderamente confiamos con una sola mano, muchas veces los extraños pueden sorprendernos con actos espontáneos de caridad y ayuda. No todos son basura y la humanidad aún tiene algo de esperanza, y es algo que necesitamos tanto como al aire en estos momentos.