El Juicio de un Perro: Anatomía de una mordida.
Es muy refrescante cuando te exponen una película de la cual no tienes mucha noción, porque vas virgen de expectativas. Y eso es lo que nos pasó con esta tímida película franco-suiza, El Juicio de un Perro, ópera prima de la mejor conocida como actriz, Laetitia Dosch. Acá les contamos de qué va y cuál es nuestro veredicto.
La actriz interpreta a Avril Lucciani, una abogada idealista conocida por defender, siempre sin éxito, las causas más perdidas. La historia de El Juicio de un Perro arranca cuando es contactada por Dariuch Michovski, un outsider cascarrabias que busca salvar a su perro Cosmos, acusado de haber mordido a tres mujeres (importante notar que son sólo MUJERES). No sólo Dariush enfrenta acciones legales, sino que también quieren dormir a Cosmos. Al aceptar el caso, Avril decide argumentar que un perro es una entidad autónoma que debería ser juzgada como tal, convirtiendo el juicio de Cosmos en el primer proceso legal contra un animal desde la Edad Media.
En la escritura (y casi en todos los aspectos técnicos de la película) se nota que El Juicio de un Perro es una ópera prima, pues se siente a menudo básica y le cuesta balancear correctamente todo lo que quiere decir. Si bien puede ser loable cómo la propia Dosch (co guionista con Anne-Sophie Bailly) puede involucrar temas tan espinosos en un relato en clave de comedia SIN caer en clichés molestos, también es verdad que hay algunas cosas que se alargan innecesariamente (como explicar por qué Cosmos es ‘misógino’ por sólo morder a mujeres) y otras que pudieron dar para más (como desarrollar la historia de maltrato infantil de su vecino de 12 años).
Sí le aplaudo que se esfuerce lo más que pueda por salirse de cualquier molde, y se aradece enormemente que El Juicio de un Perro no sea todo lo predecible que parece desde la primera escena. Ahora, el gran valor de su narrativa es poner sobre la mesa temas espinosos que regularmente en este tipo de películas no vemos, o que se tocan de la forma más burda y satírica posible. Uno de ellos, y un poco su mayor leitmotiv, es la ética en el trato a los animales. Al manifestar que el perro debe ser juzgado como un individuo y no como una extensión de su dueño, Dosch establece su postura, acompañada de tópicos adicionales como el consumo de carne animal o la humanización de las mascotas.
Y sucede así con la mayoría de los tópicos que presenta El Juicio de un Perro: el extremismo político de su contrincante legal, atisbos de xenofobia / migración económica… pero no así con la misoginia, de la cual supuestamente son presas las víctimas de Cosmos. Ahí decide ahondar para estirar el arco de la defensa del perro, sin embargo el tono de sátira / comedia flaquea, haciendo a momentos que se sienta muy absurdo. Ahí, en lugar de profundizar con inteligencia, Dosch cae en un exceso que rompe el delicado equilibrio entre sátira y drama chocante.
Pasando al tema actoral, Laetitia está bastante safe, logra un buen balance entendiendo su papel que, paradójicamente, es una extensión del verdadero protagonista, el perrito Kodi. Que ahora nos enteramos, fue igual de famoso que Messi, el perro de Anatomía de una caída, que hasta los Oscares fue. Kodi puede presumir que también ganó el Palm Dog Award de Cannes, como Messi.
El Juicio de un Perro es una ópera prima (no olvidemos esto) valiente, divertida y con ideas frescas que además lo pone a uno a pensar acerca de cómo se mueve el mundo en muchos temas complicados. Si usted ve el póster en el cine, no se vaya con la finta de que es una película para niños, éstos podrían no entender ni pasar un momento divertido.
Como decía al inicio, El Juicio de un Perro es refrescante ir sin expectativas a ver una película, pero es mejor cuando ésta te sorprende para bien. El juicio de un perro no muerde tan fuerte como promete, pero sí deja una marca: la de una ópera prima torpe y juguetona, que puede parecer tímida, en el sentido de lo mainstream, pero que es una alocada fábula social, imperfecta, sí, pero disfrutable también.