Elio: ¿Estamos solos?

Piensen por un momento en los prólogos de los grandes clásicos y también de los no tan clásicos de Pixar, y notarán que los primeros 20 minutos (Los Increíbles, Up, Wall-E, etc) son clave. Muchos guionistas consideran que una buena introducción es incluso más importante que un buen final (la analogía más clara sería la de un edificio: una base o cimientos sólidos son capaces de sostener cualquier estructura). Elio, si bien está lejos de la calidad de los clásicos que marcaron a Pixar como uno de los mejores estudios de animación, es quizás una de las herederas más sólidas de aquellos buenos viejos tiempos, principalmente porque sigue la misma línea de apostar por una introducción fuerte.

Desde el inicio, los primeros planos de Elio nos muestran a un niño que ha quedado huérfano y cuya tutela ha pasado a manos de su tía. Ese sentimiento de soledad, nacido de una herida de la infancia, combinado con la personalidad extrovertida del protagonista, genera una curiosidad y obsesión por todo lo relacionado con la búsqueda de vida en otros planetas.

No es casualidad que los guionistas planteen ese tema en paralelo: hay una asociación entre no sentirse parte de ningún lugar en la Tierra y la búsqueda de vida en otros planetas como símbolo del deseo de pertenencia. Añádase la dificultad de Elio para conectar con otras personas, incluso aquellas que comparten sus intereses, su constante sentimiento de culpa y el desapego que siente por parte de su tía, quien el protagonista cree que su adopción ha sido una carga para su desarrollo personal y profesional. A ella le gustaría que Elio fuera más “normal”, menos problemático, sin saber que esa misma presión lo aleja aún más.

En el segundo acto, tras lograr su objetivo y ser abducido, Elio es confundido con un embajador de la Tierra por una organización intergaláctica llamada Communiverso. A partir de ahí, intentará quedarse en ese lugar y no regresar a su planeta de origen. Aunque a esta parte le falta una ejecución más refinada, se sostiene gracias al planteamiento inicial centrado en la búsqueda de pertenencia.

Con este enfoque, la historia no solo vincula la soledad de la orfandad con la búsqueda de un lugar en el universo, sino que también toca temas relacionados con el cumplimiento de las expectativas parentales. Esto se refuerza con la aparición de Glordon, un alienígena con forma de gusano que se convierte en amigo de Elio y que también se rebela contra las expectativas de su padre. La amistad entre ambos resulta lógica y coherente: dos seres incomprendidos por sus figuras más cercanas, ambos marcados por la pérdida.

Gracias a estos elementos, la construcción de relaciones, y una base emocional sólida, Elio pavimenta con firmeza el camino hacia una conclusión que, al igual que su inicio, ofrece los momentos más conmovedores (Pixar sigue demostrando su maestría al tratar temas paternofiliales).

Mención aparte merecen los elementos de ciencia ficción y las referencias a la cultura pop (como la escena homenaje a La Cosa), que están bien integrados y no se sienten fuera de lugar dentro de la trama. El apartado técnico es impecable, con un diseño sumamente colorido y atractivo de los diferentes escenarios. La construcción del mundo resulta visualmente interesante y cautivadora.

Calificaciones

  • Guion: 2.8
  • Dirección: 3.0
  • Actuaciones (voces): 1.7
  • Extras (referencias, arte, mundo): 0.5
  • Calificación final: 8.0

Elio, si bien no es perfecta ni forma parte del Olimpo de Pixar, es una película aceptable. Bajo la premisa de que la casa de la lámpara de Luxo difícilmente volverá a alcanzar aquellos niveles de excelencia, Elio podría representar un pilar para que los nuevos cineastas del estudio puedan asentar un estándar mínimo aceptable.

El valor agregado de Elio está en su mensaje: una reflexión con varias aristas, desde la autoaceptación como mecanismo para sobrevivir y convivir en el mundo, hasta el entendimiento y respeto de la esencia del individuo (especialmente de padres a hijos), pero sobre todo, nos deja una interesante lectura del trasfondo en la búsqueda de vida extraterrestre.

¿Y si el verdadero misterio detrás de buscar vida en otros planetas no es la ciencia, sino una necesidad humana de no sentirnos solos en el universo? ¿Y si, antes de mirar a las estrellas para encontrar compañía, deberíamos intentar comunicarnos entre nosotros? En una era donde el individualismo predomina y el “yo” se impone sobre el “nosotros”, no es extraño que, paradójicamente, tengamos más medios para comunicarnos y sin embargo nos sintamos más solos. Tal vez sea hora de retomar el diálogo, porque, verdaderamente… ¿estamos solos?

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Acerca del autor

El Cine Actuario   @maxpower_ar?s=09   facebook.com/dvclocblog

Actuario/Economista, Amante del Cine, Devoto de Dios, Intuitivo, Curioso, Rockero de corazón, Fanático de los Libros y del deporte de las tacleadas, quesero, colchonero, diablo rojo. "Las estadísticas son la forma en que las matemáticas cuentan las historias" "El arte es una ciencia y el trabajo del critico al igual que el del investigador es exponer sus axiomas y teoremas al mundo" "Estar de acuerdo, en no estar en desacuerdo es saludable"


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