Elio: La sorpresa de Pixar que necesitábamos
Muchos años han pasado desde que Pixar nos sorprendió con una gran película. La productora que cuenta bajo el brazo con grandes clásicos del cine animado parece estar en decadencia aproximadamente desde el 2016, con tan solo un par de cintas que, a mí parecer, salen bien logradas. De iconos de la cultura pop como Toy Story, Monsters Inc. y WALL-E, por mencionar algunas, las últimas producciones son tan solo distracciones domingueras con poca lucidez y mucho reciclaje. Este año toca el turno a Elio, una película de la que poco ruido se ha hecho y corre el riesgo de pasar sin pena ni gloria por la pantalla grande.
Elio es un niño de 11 años fanático del espacio, el cual sueña con ser abducido por extraterrestres pues su vida en la Tierra se siente un poco vacía. Pronto vivirá su sueño cuando es confundido con el líder de su planeta, teniendo que afrontar nuevos obstáculos y aprendiendo varias lecciones en el camino.
Elio toma a la ciencia ficción como su género principal, siendo la tercera de este tipo para Pixar, con una mezcla de comedia que le funciona bastante bien pues no es de simple pastelazo, aquí nos recuerdan que se puede ser inocentes y profundos al mismo tiempo, y que el cine de animación también puede tener toques más maduros, algo que además es característica de la casa productora.
Al ser un coming of age, Elio explora temáticas como la búsqueda de la identidad y la toma de responsabilidades, en esa transición entre la niñez y la pubertad, a la vez que refuerza el valor de la familia y la amistad. Esto se ejecuta de manera efectiva porque la historia trabaja en ser redonda, en mostrarnos situaciones que van evolucionando hacia una resolución que tiene sentido cuando sus personajes actúan de acuerdo a lo que previamente se nos había presentado.
A pesar de este tono de ficción, Elio busca justificar situaciones que tal vez hubiésemos pasado por alto solo por ser una película animada, algo que sin duda le agrega valor y con lo que también juega al aplicarle un toque de humor ingenioso. Es por ello que la película es extremadamente divertida, teniendo además un gran ritmo en el que las risas son involuntarias en muchas ocasiones.
Cabe mencionar que este filme me tocó experimentarlo en su versión 3D, formato del que no me declaro 100% fanática pero que cambió mi perspectiva positivamente. Esto es porque Elio cuenta con detalles técnicos excelentes que son muy bien aprovechados en dicha versión. No solo es la excelente animación que ya es garantía, también esa fotografía combinada con una paleta de colores que va desde lo frío a lo multicolor, en un relato que sucede mayormente durante escenarios un tanto nocturnos.
Tal vez lo más frágil de Elio sea su villano, pues aunque su presencia juega un rol importante en el desarrollo del filme, no representa un foco lo suficientemente pesado como para ser recordado como el mejor personaje (aunque me recordó en cierta parte al emperador Zurg). Dicho esto, el enfoque parece estar en el viaje de nuestro protagonista por encontrarse a sí mismo y su lugar en el mundo, desenvolviéndose en medio de 2 escenarios contrastantes que añaden un dinamismo auténtico al desarrollo de la cinta.
Elio es una aventura de sci-fi que se siente refrescante para Pixar, en la que recordamos esa chispa que definía a esas películas de los inicios y que nos ayuda a soñar que todavía se pueden hacer historias originales que encanten y te trasladen a ese mundo en el que están construidos por un par de horas, mientras no se deja de aprender una lección bastante identificable que puede llegar a tocar fibras si se le permite.
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