Elvis: Más que un rey, un superhéroe americano.
Tras una larga ausencia después de aquel malogrado “El gran Gatsby” en 2013, y de una pandemia que nos hace ver las cosas, entre ellas el cine, en perspectiva, Baz Luhrmann regresa a la pantalla grande. Y para lograr su regreso triunfal, se vale de la vida y leyenda de un artista mítico, nada menos que Elvis Presley, figura consagrada que vuelve con una apuesta arriesgada para el australiano, confeso fanático del Rey del rock.
Más allá de las cuestiones cinematográficas, creo que no habrá aquí pie a muchas discusiones, los fanáticos seguro la amarán y cada quien tiene ya en su imaginario alguna opinión del estadounidense buena o mala; no queda duda que es un ícono del siglo XX, aunque a favor del relato se agradece que platique de alguna manera datos biográficos que en lo personal desconocía (no me considero fan suya), obviamente muchos muy condescendientes como deben presentarse en el redundante y complicado subgénero de las “biopics”.
Al comienzo de la película, Luhrmann como es habitual en él, nos muestra los primeros años de vida del Rey, a un ritmo vertiginoso y estridente con piezas musicales bien acopladas a su relato. Luhrmann enfatiza en el que quizá para él sea el momento en que Elvis visionó que quería ser un artista, siendo un niño blanco refugiándose en sus cómics y creciendo en un barrio de negros (recordemos que estamos en plena época de la segregación en el sur de EUA en los 50’s), se encuentra asombrado escuchando los coros de góspel y tiene una especie de éxtasis cuando es levantado en brazos, en clara alusión a lo que la música lo hace sentir. Ciertamente su voz, carisma y baile lo ayudaron, pero musicalmente el oriundo de Misisipi se formó gracias a sus vecinos afroamericanos. Y ese ritmo acelerado de la cinta sigue tras verlo ya como un joven recién descubierto por el coronel Tom Parker, sus primeras presentaciones, cuando descubre su poder en un escenario, su constante rebeldía, llevándonos por un pasaje audiovisual con mucho R&B, góspel, rockabilly y hasta hip hop moderno; representando escenas al lado de personajes como B.B King y Little Richard, situaciones y mezclas como le gustan y le salen a Baz.
Pero, después de una colorida y disfrutable primera mitad, decae demasiado el ritmo, metiendo freno cuando aparecen los problemas personales de Elvis, y es aquí en los momentos dramáticos de su vida que se le escapa la cinta a Luhrmann y difícilmente retoma un poco el ritmo hacia el final. Fiel a su particular estilo, creo que se vale demasiado de él pero para bien, lo pensaba al inicio como un abuso a su teatralidad, pero en este relato no lo es como tal y funciona (muy diferente a Gatsby y más cerca de lo que mejor logró en Moulin Rouge) ya que en sus momentos musicales es cuando mejor se desarrolla todo. Ayuda también su buen guion y la edición al saber colocar pequeñas secuencias musicales en momentos clave y decisivos en la vida del Rey, presentándolas no siempre de manera cronológica para recalcarnos esos importantes aspectos que lo convirtieron en la leyenda que es.
Mención aparte para Austin Butler, quien como siempre en estos casos fue blanco de críticas por no parecerse mucho a Elvis Presley, sin embargo más que esforzarse en hacer una copia al carbón para dar gusto a sus haters, se dedicó a interpretarlo, ayudado por una buena caracterización que logra captar y muy bien su actitud, ademanes, su voz profunda, sus movimientos de baile, incluso llega a cantar él mismo algunas piezas musicales. De lo mejor de la película y no dudo que haya dejado satisfechos a sus mayores fans. Tenía tela de donde tomar para interpretar a tan icónico personaje sin duda, un arma de doble filo, pero logra entregar una muy buena interpretación, y sin que se lo “coma” en ningún momento el actor experimentado de la película.
Por lo contrario está Tom Hanks como el coronel Tom Parker, que es el que no lo logra su personaje siendo de lo peor de la película. Y es que, por irónico que parezca, él es el verdadero protagonista. Veamos, el hilo de la película es guiado por su oscuro pasado, todo el relato es a través de sus ojos, él va narrando cada escena y acontecimiento, es su manager, consejero, figura paterna, etc; y quizá si lo fue y es lo que nos quiere recalcar el director, pero esta sobreexposición hace que uno se harte del personaje. Sin mencionar que las prótesis y pinta estereotipada de villano inescrupoloso, lo hacen ver hasta caricaturesco. No se niega que su personaje es ruin y deba resultar odioso, pero solo es nefasto, no se contrapone como verdadero antagonista. Muy mal Hanks, de verdad que los villanos no son lo suyo.
Revelándonos hacia el final la razón de la estrecha relación que Elvis tuvo con la ciudad de Las Vegas, su soledad después de separarse de Priscilla y Lisa Marie, sus cambios físicos, su profunda tristeza y finalmente su prematura muerte; el ritmo, como lo mencionaba al inicio, aunque decae, en este final solemne logra recuperarse cerrando el telón con unas imágenes del verdadero Elvis y de Graceland, y salvando la que pudo ser una serie de piezas musicales sin sentido (cof cof Bohemian Rhapsody).
Como sea, a casi 45 años de su muerte, Elvis viene a ser un buen homenaje al cantante que siempre quiso ser el siguiente James Dean, los fans la amarán, a los fans de la cultura pop servirá como base para acercarse y conocer más de este ídolo y al público en general y amante de la música le resultará entretenida. Es una película bastante recomendable.
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