En la estrada de Cinescopia: Ajami
Un honor es para nosotros presentar esta nueva sección llamada En la estrada, en la cual nuestro estimado Israel Jacob les traerá semana tras semana las mejores críticas en cuanto a cine mexicano y/o de otras partes del mundo refiere.
Ajami
Por Israel Jacob
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Al término de la segunda guerra mundial (1945) y de conocerse los horrores cometidos por los nazis, aceptémoslo, bajo la mirada permisiva del pueblo alemán y el mundo contra los judíos la pregunta que giraba en la cabeza de la horrorizada humanidad era “¿Por qué no se defendieron, por qué no hicieron algo?” La respuesta es simple, la diáspora había desprovisto al pueblo judío de un gobierno y un ejército que los respaldara, e inclusive de una tierra en la cuál refugiarse.
La creación del moderno Estado de Israel o Eretz Israel (1948) no fue una empresa fácil, su fundación supuso el desplazamiento de miles de árabes asentados en el territorio y a éste siguieron guerras en desigualdad de condiciones contra los judíos, que derivarían en una lucha por la sobrevivencia e identidad cultural y religiosa de ambos pueblos. Pero también existe un trasfondo económico, la comunidad judía siempre ha sido una comunidad altamente adaptable a su entorno y ha sabido absorber y aprovechar (amén de contribuir) todos los medios para desarrollarse intelectual, cultural y económicamente; es precisamente el aspecto económico una de las fuentes que abreva el sentimiento de exclusión de la comunidad árabe enclavada en el Estado, aunado a la falta de oportunidades laborales que a su vez le obliga a vivir en condiciones de pobreza –algunas veces extrema- que se ve acentuada por la falta de una organización política, social y económica eficiente.
En la Tradición de películas como “El Círculo Perfecto” (Le Cercle Parfait, 1997), Gomorra (Gomorrah, 2008), y más recientemente ¨La Mujer que Cantaba” (Incendies, 2010), los directores Scadar Copti y Yaron Shani (ópera prima) crean una obra monumental, crítica, cruel y descarnada en 5 “actos”, cada uno relacionado entre sí y que muestra una cara distinta de la misma realidad: dos pueblos luchando por sobrevivir, por existir. Sin embargo, la verdadera lucha por el territorio israelí no se libra en las esferas diplomáticas, ni aún en los sangrientos enfrentamientos que Israel ha sostenido con sus numerosos, poderosos y fuertemente armados vecinos; se libra en las calles de sus ciudades y barrios, en el día a día, en la tensión que inunda el ambiente hasta ahogar aún más que las elevadas temperaturas que azotan la zona, donde una simple discusión de cantina, entre vecinos, aún una mirada, puede desatar un conflicto que afecte a familias y, en ocasiones, generaciones enteras. Es Eretz Israel que se ha vuelto en la moderna Babel, es la necesidad que orilla al delito (Malek, Ibrahim Frege), corrompe corazones inocentes; es el fanatismo voraz (que no la religión) que auspicia traiciones, devora almas y las vomita llenas de rencor, deshechas (Abu-Lias, Youssef Sahwani), es la sospecha que divide, victimiza y aísla (Binj, Scandar Copti), y ahí, en el fondo, la esperanza, la lucha por sobrevivir que no sobrevive (Omar, Shahir Kabaha). Es la población cansada que no se rinde, es Israel que no encuentra paz.
Son árabes y judíos que no cejan su esfuerzo por convivir a pesar de intereses políticos y religiosos que no lo permiten, la violenta negativa de ambas ortodoxias –judía y musulmana- han sabido jugado bien su papel, porque no se arriesgan, porque no se exponen, porque no les importa su gente, tan solo su frenético fanatismo.
Es Israel, el pueblo que busca paz a pesar de su terrible paranoia, heredada de aquéllos campos de concentración nazi, de esas expulsiones históricas, es Palestina, el pueblo que busca sus raíces rotas en tierra de sus padres, es el pueblo judío que reclama su lugar en el mundo, es el pueblo musulmán que pide una oportunidad, es el cristianismo, que sabe jugar en ambos lados para al final, como su tradición lo dicta, lavarse las manos; eso es Ajami.
Y aparece la pregunta de quien no entiende: “¿Por qué en Israel, por qué no buscar otra tierra?” y la respuesta continúa siendo sencilla y evidente para quien sabe escuchar a su corazón, para quien sus antepasados le anclan a la tierra que emana leche y miel, para quienes saben lo que es recuperar algo valioso como un amado recuerdo de la infancia, para quien saborea el cumplimiento de una promesa largamente acariciada, para quien presencia en vida el cumplimiento de un hermoso sueño, para quien espera que Jerusalén haga honor a su nombre*, la respuesta es: porque no hay más donde ir.
* (Yerushalayim, tierra de paz)*
7 Comments
Se ve bien buena, ojalá la traigan! una peli y un pizza uff que buena combinacion. Mñanaa es el dia global, vean http://on.fb.me/vyIO9o
Estimado Alex, me disculpo por la tardanza para responder, espero que para este momento ya hayas conseguido ver Ajami, de ser así, me encantaría saber cuál es tu opinión y si concuerdas con mi reseña para tener una sana retroalimentación. Te invito a que continúes leyéndonos en Cinescopia. Un saludo.
Me parece tan interesante leer a Israel … Me encantan sus criticas son objetivas y muy realistas ..
Monse, agradezco tus comentarios, trataré de conservar la objetividad para que sigamos contando con tu preferencia y siéntete libre de sugerir películas o hacer observaciones. Un saludo afectuoso.
Gracias por tus criticas y reseñas de películas!! Me he dado cuenta que la manera en que las describes me crea interés para verlas!! Saludos!
Karian, agradezco tus palabras, parte del nuestro objetivo es promover el buen cine mediante un lenguaje accesible, sin poses y honesto. Ojalá continúes frecuentándonos y estableciendo retroalimentación. Gracias!
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