Evil Does Not Exist: Lo que hagas río arriba terminará afectando río abajo
Uno de los postulados básicos de la teoría del caos (sí, aquella que citó el Dr. Ian Malcolm en Jurassic Park) es que el más mínimo cambio o modificación en las condiciones iniciales de un sistema complejo podría provocar grandes consecuencias. Hamaguchi, a través de una fábula ecológica, expone de manera similar esta idea: la intervención humana y su afectación en el equilibrio natural, partiendo de una historia que recurre a lugares comunes (un pueblo viéndose amenazado por una compañía que buscará aprovechar el lugar para beneficio económico), pero que, gracias a su experiencia, sale librada de cualquier convencionalismo.
La historia podría dividirse en tres actos marcados con un ritmo diferente, pero que se vuelven vitales para un propósito común. El primero, con un estilo contemplativo, tiene el objetivo de establecer la rutina y la tranquilidad con la que vive el pueblo de Mizubuki (quien ha seguido la filmografía de Hamaguchi sabe que muchas de sus cintas vienen con este sello). La diferencia es que este ritmo parsimonioso sirve para representar la relación entre los habitantes de este lugar y la naturaleza, el equilibrio que tácitamente se ha generado en este sistema y que tiene como característica la calma. No es solamente contar la historia de esta manera porque se ve bonito, pues la narrativa hace que el pueblo sea un personaje más.
La segunda parte es el punto más alto, pues es la que genera el conflicto y rompe la dinámica presentada en el primero. La llegada al pueblo de dos jóvenes de relaciones públicas que vienen en representación de una empresa que busca desarrollar un proyecto inmobiliario para hacer glamping en este sitio, y que traerá consecuencias devastadoras al ecosistema del lugar (principalmente a los ríos, de los cuales la mayoría del pueblo utiliza el agua). En este punto, la parsimonia de los habitantes se rompe y comienzan a verse hostiles ante estas dos personas, quienes se ven acorralados entre las órdenes corporativas de sus jefes (quienes a toda costa quieren elaborar el proyecto) y las necesidades dignas y humanas de estos habitantes, todo esto representado a través de varias escenas potentes (especialmente la de la asamblea), donde el diálogo será la principal herramienta de Hamaguchi para exhibir el quiebre de los habitantes, así como transmitir la tensión del conflicto.
Poco a poco, el relato va inclinándose a darle foco a los dos representantes de la inmobiliaria (Takahashi y Mayuzumi). Hamaguchi rompe con los convencionalismos de contar la historia desde una sola perspectiva, y les da rostro y personalidad al elemento que terminará indirectamente por darle fin a la calma en este tranquilo pueblo de la montaña. El humanismo con el que escribe a estos dos personajes es de otro nivel, pues a pesar de que explora de manera acertada y directa el trasfondo psicológico, e intenta comprender la delicada situación en la que se encuentran, no se deja de sentir cierta irritación por estos individuos, principalmente porque esta radiografía que expone el escritor acentúa aún más las diferencias entre los habitantes del pueblo (especialmente Takumi) y los dos representantes de esta compañía, así como sus prejuicios de esta binomio y de sus jefes que se convierten en la barrera que hará notar que, a pesar de intentarlo, entienden muy poco la dinámica del pueblo.
Mayuzumi es quien tiene más apertura en entendimiento, aunque la mesura le termina por jugar demasiado en contra. Takahashi, si bien tiene buenas intenciones de conocer esta comunidad, es quizás la representación más asertiva del turista eneje promedio que hace glamping. La ignorancia, y a veces la soberbia de estás dos personad terminará por ser un factor de desesperación que generará más tensión y romperá esa atmosfera calmada del primer acto ejemplificado en Takahashi intentando cortar un leño para darnos a entender lo poco que encajan en este sistema, y que el caos (la entrada de la maldad) es inminente.
Añadir lo bien filmada que está y que puede yuxtaponer dos vertientes: un estilo documental apoyado por la naturalidad de sus planos (no en vano hay muchas escenas de travelling) y generalmente la fotografía cuenta la historia en tercera persona (hay pocos closeups), y cierto toque poético derivado de la sutileza que se desprende del equilibrio entre la imagen y el sonido de la naturaleza. La parte sonora se convierte en un elemento importante, siendo vital para la inmersión de tensión.
Calificaciones:
Guión: 3.0
Dirección: 3.3
Actuaciones: 1.7
Extras: 0.5
Calificación Total: 8.5 – Excelente
Salvo algunos detalles en ciertas decisiones en la trama, estamos quizás ante uno de los trabajos más redondos de Hamaguchi, un punto de madurez en su estilo, pues es una de sus películas más balanceadas entre su estilo contemplativo y su habilidad sensorial a través del diálogo. Pero quizás lo más destacable es la universalidad del tema, pues en varias partes del mundo el intento de hacer un turismo “más ecológico” en pequeñas regiones ha provocado efectos devastadores en estos ecosistemas.
Un poema visual que nos enseña que el contacto con la naturaleza no se da de un día para otro, se cultiva y se desarrolla. De hacerse a la fuerza y sin comprender el papel fundamental que juega cada criatura y ente en este sistema complejo, y por supuesto con la soberbia de creer que estamos por encima de la naturaleza, podremos destruirlo y darle apertura a la inestabilidad y la agitación en todas sus ramas.
“Lo que hagas rio arriba terminará afectando río abajo”.
Fácilmente podría ser la moraleja y el cierre de esta increíble fábula nipona.