Extraña forma de vida: Una horrenda auto parodia de Almodóvar.

Pedro Almodóvar ha logrado posicionarse como uno de los directores predilectos de los festivales, crítica y audiencia. Ese estilo tan suyo de convertir todo en un melodrama potente y folclórico le viene natural y es casi alucinante cómo logra envolverte en la complejidad de sus historias.

Cuando en 2019 anunció ‘The human voice’ como un mediometraje y siendo casi un monólogo y encima en inglés, parecía un movimiento muy arriesgado, se salía de la zona cómoda de un Pedro para quien el inglés no es su fuerte y que es muy asiduo de estirar las historias hasta donde den; pero resultó bastante bien, principalmente porque logró meter a Tilda Swinton en ese mood de chica Almodóvar, dándonos un relato potente y redondo en 30 minutos.

Tomando esta última idea, al conocerse que ‘Extraña forma de vida’ iría por ese mismo camino (mediometraje, en inglés) todo parecía estar a favor de Almodóvar, pues veríamos la evolución de este paso natural para el manchego. Pues nada más alejado de la realidad, me pesa decir.

Para nadie es un secreto (no pun intended) que Pedro estuvo a punto de dirigir ‘Secreto en la montaña’, así que, al presentar la premisa de su propio western queer, la asociación fue inmediata. Almodóvar alegaba haber desistido de dirigir el western americano debido a la ‘falta de escenas de sexo’ en la historia, que ya como gancho para su target demográfico funcionaba perfecto. Pues tampoco lo tenemos en esta entrega.

Cuando ponemos en perspectiva la historia de dos vaqueros que se reencuentran con motivaciones retorcidas y criminales 25 años después de haberse enrollado, suena atractivo, es totalmente Almodóvar. Desafortunadamente el guion y los diálogos no encuentran en ningún momento cómo atrapar al espectador. Todo parece tan ‘extra’ y sobre exagerado; y ojo, que eso es parte del universo Almodóvar, pero siempre logra convertirlos en atributos integrándolos perfectamente a su relato y haciendo que sean parte esencial de éste; pero aquí simplemente termina todo pareciendo una parodia del propio Almodóvar,

Puede que a primera vista la película cuente con todos los elementos que acostumbra Almodóvar: su maestría direccional, la belleza sonora de la música de Alberto Iglesias, la cinematografía de su incondicional José Luis Alcaine, un cast sui generis… pero entonces, ¿qué sale mal? Justo en el plano actoral hallamos uno de los puntos más débiles del filme. Vale que Ethan Hawke cumple muy bien como el sheriff resentido porque su affair lo viene a buscar por segundas razones, pero es Pedro Pascal al que no le crees ni el hola. Cual actor de las peores telenovelas de Televisa, el chileno no logra convertir su imán mediático en una actuación dramática que no parezca forzada, recordando mucho al tono de parodia que tenía ‘La casa de mi padre’. Hay algo que llama mucho la atención, un infladísimo Manu Ríos en la primera escena haciendo una suerte de Chavela Vargas cantando una canción infumable; ok, no es la primera vez que Almódovar usa este recurso como conector, pero es que aquí simplemente no tiene razón de ser y Manu Ríos NO es Caetano Veloso ni mucho menos Chavela.

En sus años de gloria, Pedro era como un rey Midas, un trendsetter que convertía en súper estrella a aquel que seleccionaba para su cast (así se convirtieron en it girl  muchas actrices), pero ahora parece ser al revés; Pedro queriéndose colgar del tirón mediático de pseudo actores cuyas famas se crearon en las redes sociales sin un valor artístico real.

Hay mucho en el diseño de producción que está hecho sólo para lucir bien, como si se tratase de una editorial de moda, lo cual hace pensar que la mano de Yves Saint Lauren no se quedó sólo en el vestuario, desproveyendo la historia de elementos que nos sitúen en un contexto creíble. Hay incluso una escena, donde beben vino en una juerga en México, que fácilmente podría ser la de cualquier narco serie colombiana, con todo y acentos rarísimos.

Hay una inconsistencia en el tono que afecta a todo el filme. Como drama no llega a los momentos de impacto que se requieren, ni las actuaciones están en ese rango. Tampoco es una dramedy, por mucho que haya diálogos metidos con calzador que quieran ir por ahí. Probablemente como sátira cómica, yendo más a lo absurdo, pudo funcionar, aunque sabemos que ese tono tampoco le funciona bien a Almodóvar (hola, ‘Los amantes pasajeros’).

El final intenta ser reflexivo como para justificar la historia de amor carnal entre los dos vaqueros, pero lo único que logra es dejarte con una sensación de desconcierto al no saber qué acabas de ver.

Soy muy (MUY) fan de Almodóvar, pero esta vez arriesgó demasiado. Alejándose 180 grados de sus piezas más grandes, se atrevió a explorar un género que no es el suyo, lapidando autenticidad, casi ridiculizando su propio estilo y demostrando que las historias con protagonistas femeninas son lo suyo. Qué bueno que no logró dirigir ‘Brokeback mountain’.

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Acerca del autor

Leo Idair    

MOCATRIZ (Modelo, Cantante y Actriz) en Instagram pero humanista en la vida real. Creo en las utopías pero sin dejar la realidad fuera. Dame una buena telenovela y estoy a bordo. Mi mamá me hizo cinéfago desde chiquito.


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