Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile: La historia es de Liz, no de Ted

La primera vez que supe de que existió Ted Bundy fue leyendo sobre criminales en 6° de primaria, en uno de los largos recreos en los que no podía salir a jugar y me entretenía sacando libros de horror de la biblioteca. Bundy fue uno de los asesinos seriales estadounidenses más famosos, notable por su carisma, su guapura y por haber confesado de matar brutalmente a, por lo menos, 30 mujeres a finales de los años 60 y durante la década de los 70. Esa fue de las primeras veces que leí sobre feminicidios y, al igual que a miles de personas más viejas que yo, el caso me fascinó por el hecho de que Bundy parecía ser un tipo bastante ordinario. Con el paso de los años, la historia de Ted Bundy y la fascinación de la cultura pop con el arquetipo de asesino-que-da-la-impresión-de-ser-un-Buen-y-Guapo-Hombre me llegó a irritar: ¿cómo no se dan cuenta que así son la mayoría de los feminicidas, en serie o no? Ser convencionalmente guapo te abre las puertas e inspira confianza en la gente, porque la belleza física está asociada a Ser Buena Persona. Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile -o ‘Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino‘, si prefieren el título en español igual de sensacionalista- se suma a las tendencias de hacer películas y/o series del subgénero true crime sobre feminicidas y, aunque tiene un punto de partida extraordinario, pasa demasiado tiempo fascinado con el criminal.

Liz conoce a Ted en un bar universitario, y basta una noche y una mañana para que quede prendada de sus brazos. Después de todo, es 1969, ¿qué hombre hace el esfuerzo de aceptar y compartir su vida con una secretaria que, además, es madre soltera? Los problemas surgen poco después, cuando Ted es capturado y acusado de secuestro y asesinato. Así comienza esta biopic criminal protagonizada por Zac Efron, Lilly Collins, Kaya Scodelario, John Malkovich y Jim Parsons, y escrita por Michael Werwie, basándose en el libro ‘The Phantom Price: My Life With Ted Bundy’ de Elizabeth Kendall. La película parte de un punto sumamente interesante -la perspectiva de la mujer que vivía con el asesino sin saber de su doble vida, pero que sospecha que algo no anda bien-, pero se desvía después del primer acto para enfocarse por completo en Bundy, su obsesión enfermiza con Kendall y sus acrobacias legales. Es así que el elemento más relevante de una historia espeluznante pasa a segundo plano: el filme tenía todo para centrarse en Kendall, su depresión, alcoholismo y cómo lidiaba con el hecho de que, en realidad, su pareja y compañero de vida fuera un asesino serial, pero sigue el formato tradicional de las películas y series true crime y la hace a un lado. Otro punto en el que se pudo haber enfocado, y que hubiera sido sumamente interesante, es explorar por qué las mujeres jóvenes se interesan tanto en historias de feminicidas, al punto de viajar para estar presentes en sus juicios o hacer de todo con tal de estar cerca de él.

En caso de no querer preocuparse por ni desarrollar a las mujeres en la historia -al igual que el 90% de todas las series y películas sobre criminales-, el guion pudo haberse enfocado en la mediatización del caso: cómo los medios impresos y televisivos estadounidenses se obsesionaron con Ted Bundy y llegaron a hacer de sus crímenes un caso sensacionalista, al grado que su juicio fue televisado y seguido por millones de personas. Esto, sin duda, pudo haber hecho una mejor conexión con el presente y nuestra obsesión con saber absolutamente todos los detalles de los criminales que sí llegan a ser enjuiciados; aunque el filme sí toca ese punto en la historia del feminicida, no lo desarrolla.

Gracias a la brillante edición de Josh Schaeffer, la película bien podría hacerte dudar que el villano principal en realidad lo fuera. Quizás ese es su mayor logro: para todas las personas que no saben quién es Ted Bundy -y/o no han visto la serie documental en Netflix-, pueden adentrarse y seguir la narrativa de hombre-inocente-acusado-de-algo-horrible, algo con lo que muchos podrían simpatizar en estos años de denuncias públicas de violencia y abuso. Para eso, Efron es perfecto como Bundy: lo suficientemente bien parecido y simpático para no sospechar de él, pero aterrador cuando prestas atención. Por su parte, Collins aprovecha el tiempo en pantalla para demostrar, una vez más, que es una de las actrices de su generación con mayor potencial, aún si no ha logrado hallar el guion adecuado para ganar el reconocimiento que busca.

Con un alto nivel de suspenso, Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile destaca por tener un muy buen reparto y por acercar a la audiencia la historia de Elizabeth Kendall, aún si el enfoque sigue siendo el feminicida de Bundy.

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