Fabián Forte: Cómo hacer cine de género y no morir en el intento
La Facultad de Cine abrió sus puertas a Fabián Forte, asistente de dirección, guionista, productor y realizador independiente argentino cuya séptima película El muerto cuenta su historia fue seleccionada en festivales de cine fantástico como Montreal, Bruselas, Fantaspoa y Fantasporto, y por la que recibe el premio a Mejor Director en el Festival Internacional de Terror de la Ciudad de México Macabro. En el presente año, en coproducción con España, realiza la serie web Limbo, a punto de estrenarse mundialmente en la plataforma streaming Playz de la TVE.
Sin más preámbulos he aquí sus palabras en extensa e interesante clase magistral.
Entendiendo que muchos son estudiantes de cine, mi idea es incentivarlos, contarles mi experiencia y darles a conocer como es la situación en mi país Argentina.
Les voy a contar como empecé; la pasión por el cine es algo que se hereda tal vez o uno nace con esa opción. Cuando era pibe veía mucho cine de terror, en realidad a mis amigos les preguntaba si la película era sangrienta o no y si así lo era, me daban muchas ganas de verla. Todas esas películas a las que me negaban la entrada en el cine por ser menor de edad las quería ver y de alguna manera todo me llevó al cine. Dibujaba storyboards sin saber que estaba haciendo storyboards.
Mi primer acercamiento al cine fue trabajando para un videoclub a los 13 años. A los veintiuno empecé a estudiar cine, tenía muy en claro que quería dirigir películas. Mi familia nunca me entendió, al día de hoy me dan controles remotos para que los arregle, piensan que soy técnico de televisores, no saben muy bien a qué me dedico.
Toda esta experiencia me sirvió de alguna manera para tener una base sólida. Siempre he creído que la teoría está muy bien, pero sin la práctica falta el 80%. De alguna manera las escuelas te enseñan el ABC de cómo hacer una película, sin embargo, los mercados y trabajar en la industria te enseña que no es tal cual como te dicen los libros. Después de trabajar en el videoclub y entrar a estudiar cine, me dediqué a realizar cortometrajes en forma independiente. Mi primer acercamiento fue en una escuela de cine que se llama la ENERC, una escuela de estado en Argentina donde de 200 personas entran 30, son cupos muy limitados y tienes que pasar varios exámenes dependiendo de cada área.
Una película francesa llamada Adrenalina de cortometrajes fantásticos, fue La inspiración para hacer mi primer corto. Como uno tiene que tener una base de confianza en sí mismo para poder arrancar, lo primero que hacía era comentar el guion de diez páginas que había escrito en un cuaderno. ni siquiera en formato de guion porque escribía de manera autodidacta, tampoco había internet como para ponerme a buscar cómo se hacía uno. Entonces, lo escribí a modo de un cuentito pero sí tenía ideas concretas visuales, algo que todos deberíamos de tener. A la hora de escribir había algo natural que me hacía concebir planos, paneos, recorridos de los personajes, eso nadie me lo había enseñado, te lo da el cine. A la hora de hacer cortos me junté con un grupo de amigos, tenía una Sony 9000 en Super VHS. Escribí una historia que sucedía en mi casa y en un camión escolar alquilado. Este corto lo hice en dos días con un amigo mío que es actor; dura diez minutos, hoy en día no sé dónde está. Esa fue mi primera experiencia en cuanto a cortometrajes.
A partir de ahí, sin saberlo estaba trabajando como asistente de dirección de mis propios cortometrajes porque organizaba a los actores, producía el corto, organizaba que día podía asistir el camarógrafo de mi película, que son todas las cosas que deben hacerse en un largometraje, obviamente, de manera más grande. No tenía un orden a la hora de hacer un plan de rodaje y simplemente lo organizaba en base a las agendas de todo el mundo.
Con el cine sucede algo mágico, la gente siente una atracción. Muchos amigos me dicen “Ché, si necesitas un actor aquí estoy”, gente que nos son actores simplemente son personas que quieren salir en una película y es algo que tienes que aprovechar porque todos en algún momento necesitamos de otros.
Al comienzo los cortos que yo hacía tenían cosas que me gustaban y otra que no, nunca estaba del todo conforme. Hay escenas que pienso las podía haber hecho de otra manera si hubiera tenido las posibilidades económicas o más tiempo, pero esas son cosas con las que uno tiene que lidiar siempre.
A medida que estuve haciendo cortometrajes tuve la suerte de estudiar teatro, es algo que también recomiendo si se quiere dirigir, hay que tener herramientas para que el actor llegué a proyectar esos sentimientos que se necesitan. Hay directores que simplemente dicen Mira acá, mira allá y listo. Los actores necesitan más que eso, por eso está bien ponerse en la piel de un actor y estudiar actuación y cuando se acaban las herramientas, como hacen muchos directores, como hace Almodovar y como hago yo, ponerse delante de la cámara y actuar lo que se necesita que el actor haga, pero ese para mi es el último recurso. Siempre está bien que el actor sepa cómo llegar a la emoción y uno guiarlo.
Con un equipo de teatro hicimos una serie independiente llamada Buen día para todos, fueron ocho capítulos de una hora cada uno. Todo el barrio quería trabajar en la serie, desde la vecina hasta el administrador del edificio de la esquina. Esta serie fue el repunte inicial para tener confianza y empezar a proyectar películas. Quería hacer un largometraje comercial para tratar de vender, para enviar a festivales internacionales.
Hasta la fecha tengo un diseño de producción antes de escribir; a la hora de escribir un guion no escribo Terminator 4, escribo una película que sé que está a mi alcance. No porque uno no pueda hacer Terminator 4 por el talento, eso es una visión más romántica pero es más por una visión económica también ligada al factor tiempo.
Con Malacarne aprendí a hacer una historia en seis días, alquilé una cámara PD-100 y la grabé en un formato editándola en cámara cronológicamente, algo rarísimo, desde la escena uno hasta la ochenta. Eran mis amigos los actores por lo cual tenía un buen vínculo con ellos. Ahora la veo y algunas cosas me avergüenzan, pero otras que tienen que ver con el clima me parece que están bien. En Estados Unidos ganó un festival y me la compraron a quince mil dólares, yo la había hecho con 500 pesos. Con eso pude comprar una computadora, una cámara y rodar cuatro películas independientes. Eso fue una linda anécdota y un buen proceso.
Luego hice un thriller llamado Celo y la hice de la siguiente manera: arme un equipo de cabezas de área “rotativos”, el equipo contaba con dos directores de fotografía, dos continuistas, un asistente de dirección, un equipo de diez personas. Realizado de forma independiente nadie cobraba un centavo. Si no hay plata para todos nadie cobra. Debo decir que, no se vendió como mi anterior película, no trascendió. O sea que a veces puedes hacer una peli esforzándote dos años y puede que no tenga lugar o la gente no la vea.
Yo prefiero hacer películas independientes porque para mí hacer una película con el INCAA es imposible. El INCAA es un instituto que nosotros tenemos en Argentina que es el organismo que nos da dinero para hacer películas. Significa Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Cuando tienes un guion debes buscar a un productor a quien le guste y quiera asociarse contigo pero para eso, tú debiste haber hecho algo, si te presentas como alguien que se recibió de director y prometes que harás una buena película pero no tienes nada como referencia no sirve. Por eso digo que está bueno que cada uno haga sus propios proyectos de manera independiente. Hoy puedes grabar con la cámara del celular, lo que falta es la creatividad para escribir un guion, juntarse con amigos y salir a hacerlo.
Cuando un productor te dice que le gusta tu guion, debes presentar unas carpetas porque nunca se da un crédito o un subsidio, depende de la vía de donde presentaste el proyecto, una puede ser por concurso y la otra, una vía llamada “ventana continua” en donde tienes un 50 % de posibilidades de ser elegido pero debes tener cierto curriculum, un par de películas hechas para que el comité que lee los proyectos vea que es un proyecto sólido, no solo económicamente sino también que el guion sea bueno. Cuenta a favor que tengas películas que hayan participado en festivales o estrenado comercialmente; entonces lo que el INCAA te da es un 50% del valor total de la película. El ochenta por ciento de los productores que hacen películas en mi país lo hacen únicamente con el dinero que da el INCAA porque el formato consiste en que ellos den una parte y uno consiga lo demás para alcanzar el 100% del presupuesto que estás presentando. Por eso decía que para hacer películas en mi país hay que tomar en cuenta que los productores no ponen plata de su bolsillo, por ello recalco que hay que escribir un guion consiente con la producción.
Cuando ya tienes un proyecto avalado por el instituto, este comité lo aprueba y el dinero te lo van dando en cuotas, creo que son cuatro o cinco. Algo que está sucediendo hoy día es que, planeas tu película y no se paga la cuota en la fecha acordada. Se cuenta con pagarle al técnico de la película con el dinero del INCAA y cuando se retrasan los pagos del instituto se arman líos. Debemos planear diferentes estrategias para que eso no suceda.
Una vez que cuentas con el dinero, los formatos de tiempo en mi país son los siguientes: una película normal tiene cuatro semanas de pre-producción y cinco semanas de rodaje. En la etapa de pre-producción trabaja un jefe de producción, el productor ejecutivo, el director de fotografía, el asistente de dirección quien tiene un papel fundamental por ser quien planea los tiempos de producción. En estas semanas de pre-producción se ensayan las escenas con los actores para que entiendan por qué dicen lo que dicen. Vas a ver las locaciones y explicas al equipo técnico cuales ángulos vas a usar. No solo es una cuestión estética sino tomar en cuenta si hay el espacio para colocar la cámara. Se trabaja mucho con el departamento de arte. Es necesario hablar con los productores porque a veces para ellos, la forma de llevar gente al cine es incluyendo actores famosos. Tú quieres abordar otros aspectos y el productor solo quiere hablar del elenco. Y ahí es donde también debes ser diplomático. En una película independiente puedes incluir a tus amigos, pero si es una cinta comercial, no puedes dejar que actúen tu amigo, el verdulero, el administrador del edificio, vas a necesitar que actué un Darin, un Francella. Recomiendo que en la pre-producción se tenga al elenco completo ya definido. En la pre-producción también se tiene que definir cuales escenas se filmarán de día y cuáles de noche. Uno con el tiempo aprende a sacar jugo de las herramientas que tiene y a adaptarse al plan de rodaje.
La diferencia entre una película de acción Hollywoodense y una independiente la encontramos en el número de planos (mucho menor), las locaciones, el ritmo, es mucho más sencilla ¿Por qué? Por problemas de recursos y lo económico. Una persecución automovilística la tenemos que rodar en tres días por tanto no podemos hacer una escena como las de Baby Driver. Podemos tener paisajes hermosos pero no se imaginan la dificultad que implica filmar en una montaña, llegar a esos lugares con el equipo para hacer un plano del auto que gira.
Con la película Socios por accidente tenía a dos comediantes de televisión por lo que no podíamos hacer algo Tarkovskiano, teníamos que hacer una película comercial. Entonces el guion que se escribió fue pensado para ellos. Como director tienes que entender que estás dentro de este sistema y tienes que contar la historia lo mejor posible con los recursos que tenemos. Yo hago unos storyboards muy sencillos a los que saco copia y entrego a mi equipo para que todos sepan lo que se debe hacer, no trabajo con guion técnico. El storyboard es algo fundamental para no perderte en el momento de rodar y por eso los tiempos deben estar muy planificados. Si tienes dibujada la película plano por plano, la persona que hace los presupuestos va a poder pasarte un presupuesto acorde.
Volviendo a la historia del cine en mi país, el cine de género argentino estuvo veinte años vedado. Hasta el año 2006 no se hicieron películas de terror, hubo una corriente llamada el nuevo cine argentino en donde se hicieron películas que eran más autorales donde quizá no era un guion con una estructura, sino más bien una anécdota de un personaje y eso a mi modo de ver, distanció al espectador que deseaba ver otro tipo de cine. Hoy en día nos encontramos con personas que dicen “El cine argentino no me gusta”. Como toda la cinematografía, hay cine bueno y hay cine malo, los gustos también son personales, a mi pudo gustarme una película y a ti no. En estos últimos quince años el cine argentino creció mucho no solamente en lo productivo, en los temas ha habido una corriente de directores jóvenes que han hecho películas de todas índoles incluyendo cine de género y de género me refiero a cine fantástico, de terror y de ciencia ficción. Del 2006 a la fecha se han realizado una treintena de películas de horror.