Fancy Dance: Vas por buen camino, Lily Gladstone
Lily Gladstone se volvió una de las caras más conocidas del 2023 por la visibilidad que le dio “Killers of the Flower Moon”, ganándose el clamor de la crítica y llevándose el SAG a Mejor Actriz, reconocimiento que no pasó desapercibido en los Oscar (donde perdió de forma apretada y justa contra Emma Stone). Este empuje es lo que finalmente ha motivado a Apple a estrenar una pequeña producción del año anterior llamada “Fancy Dance”, que usa la presencia de la actriz para llamar la atención hacia historias relacionadas a la comunidad nativo americana (y en un plano más secundario, prueba el dominio de la compañía de Steve Jobs a las demás de plataformas, que con tan sólo un estreno mensual, ya tiene más valor que todos los demás servicios de streaming juntos).
Hay que resaltar que Fancy Dance aprovecha el ajustado presupuesto para retratar la adaptación de las costumbres nativo-americanas a tiempos más modernos, no sólo en la preservación de las respectivas culturas ante la occidentalización (a través del baile Powwow que tanto se recalca), sino también en la injusticia que hay en torno a la marginación social, la ignorancia y agresiones de la población blanca (por más que sean involuntarias) y la pobre aplicación de la ley a la desaparición de personas. La novata Erica Tremblay abarca mucho, pero tiene problemas en profundizar más a fondo en las temáticas por la linealidad de la trama. No obstante, la corta duración ayuda a que el relleno no parezca abultado o estorboso y vaya directo a lo que quiere, lo que ayuda a que escape del melodrama con un acercamiento más próximo al de un documental.
Impresiona la calidad del sonido, el uso de la cámara y la iluminación, cada plano se aproxima a la realidad con el movimiento corporal y las acciones del reparto. Ahora, si bien no hay algún aspecto técnico en el que flaquea, tampoco hay uno que realmente destaque, Fancy Dance es muy plana visualmente y la constancia con la que repiten las escenas puede cansar un poco, sin mencionar la insistencia en recalcar las situaciones. Es cierto que el ritmo puede ser algo titubeante y la agilidad la apresura un poco (en especial hacia el final por una conclusión que no acaba de convencer por completo), pero consigue estabilizarse una vez emprendido el viaje en carretera. Es fácil adivinar cómo concluirá, pero lo importante es la relación entre tía y sobrina, cumpliendo el rol de madre sustituta a raíz de la ausencia de la madre de la primera.
Debido a la poca experiencia de la directora, las actuaciones pueden percibirse como un poco restringidas. Sin embargo, ese no es problema para Lily Gladstone, quien es creíble como una mujer impulsiva de carácter fuerte, pero cariñosa que sólo quiere el bienestar para su hermana y su sobrina, aunque eso implique romper las reglas e incumplir la ley. No alcanza la calidad de su Molly Buckhart, pero no necesita decir mucho para entregar una interpretación realmente conmovedora y junto con la joven Isabel Deroy-Olson, construyen una relación creíble y dinámica (tanto que la historia se cae cada vez que están separadas o pasa a otras subtramas). Hay que añadir a Ryan Begay, de carácter más calmado, pero cumple en cada escena en la que aparece.
Fancy Dance denota imperfecciones al ser el debut de Tremblay, pero se sostiene por medio de la intensidad dramática de su conflicto y potenciada con una última danza. Quizás puede preocupar que Lily Gladstone vaya a ser encasillada en este tipo de papeles a futuro, pero de momento, sale libre en una historia que vale la pena relatar, porque lo bueno de la vida pasa muy rápido y es efímero, pero no se olvida.
Fancy Dance es una road movie convincente e inquietante sobre el rezago racial y abuso hacia una de las comunidades más ignoradas del mundo y que posiciona a su actriz principal como una gran revelación actoral.