Final Destination: Bloodlines; ahora el destino también se hereda.
¿Quién no recuerda aquella escena icónica con los troncos por la carretera gracias a la cual ahora en el imaginario colectivo tememos un episodio fatal como ese al ver algo similar cuando vamos conduciendo? Y es que si, el destino nos vuelve a alcanzar. En esta época de reboots, remakes, precuelas, secuelas y cuanto más sea necesario para maquillar la falta de creatividad y originalidad en la industria hollywoodense, esta franquicia de la muerte justiciera no iba a ser la excepción, por lo que ahora tenemos Final Destination: Bloodlines
Por allá en el año 2000, un guion que originalmente se había contemplado para la serie de X Files se convirtió en la primera de 5 películas en donde la premisa de todas ellas básicamente se resume en una frase: “cuando te toca, aunque te quites”. Y después de 14 años desde la última entrega, con un concepto tan desgastado en realidad pensábamos que efectivamente sería la última, pero ahora en este 2025 regresa con “Final Destination: Bloodlines” la que, aunque obviamente sigue la misma premisa, cuenta con algunos giros que le podrían funcionar para “refrescar” un poco el concepto, para atraer nuevos fans y para cumplir con el fandom de la saga. Y puede que cumpla con algo de esto, ya que hay algunos guiños nostálgicos, el gore en las muertes es mucho más explícito y hay cierto misticismo que rodea a varias generaciones de una familia, que como lo mencionaba, servirá para acercar a las nuevas generaciones a la franquicia.
Pero si bien, aunque esto apenas se alcanza a lograr, la fórmula de 1000 maneras de morir versión cine francamente ya está agotada.
En esta ocasión el cambio en la premisa de Final Destination: Bloodlines sigue un poco aquello de las paradojas en las líneas de tiempo, porque si alguien logra salvar a muchas personas de sus predestinadas muertes ¿qué pasa después con ellos y la descendencia que alcancen a tener? Aquí una chica de nombre Iris, se encuentra en un restaurante panorámico abarrotado y en plena fiesta de inauguración es quien tiene una premonición donde observa una a una la muerte de cada uno de los presentes y ante esto alerta a todos a fin de lograr salvarlos. Esto no lo sabe su futura nieta Stefani, quien ya en tiempo presente estando en la universidad tiene un sueño extraño y recurrente donde ve ese mismo episodio, pero ahí si con un fatídico final. Esta pesadilla comienza a ocasionarle problemas en su vida personal por lo que regresa a la casa de sus padres para tratar de descubrir que es lo que le está causando esto y vamos conociendo un poco de la historia de su familia y de su dinámica familiar.
Y aquí es donde radica uno de sus principales problemas de Final Destination: Bloodlines, porque no ahonda en ningún personaje y no hay desarrollo o algo que nos haga simpatizar con alguno de ellos. Descubre que la chica que aparece en sus sueños es su abuela distanciada de la familia desde hace muchos años y decide ir a visitarla. Al llegar con ella se da cuenta al final porque se aisló del mundo, aunque la ayuda a descubrir que su familia está condenada por una herencia maldita de la que no podrán escapar.
Si bien en Final Destination: Bloodlines sus guionistas (algunos de los cuales han participado en las entregas anteriores) han querido innovar un poco con muertes más creativas y con este brinco entre generaciones y esas líneas de tiempo, la película sigue siendo exactamente lo mismo que toda la franquicia: simplemente no puedes escapar de tu destino mortal, y si lo haces te alcanzará junto con tu progenie, aunque aquí es lento y más cruel ya que de alguna manera están conscientes de lo que les pasará.
Como lo mencionaba casi al inicio, a los fans de la saga no los decepcionará, sin abusar tiene algunos guiños nostálgicos, algunos tintes de humor negro bien logrados, y las muertes son un poco más elaboradas e ingeniosas, además que mantiene bien la tensión en ellas. También hay que mencionar la última aparición de Tony Todd como William Bludworth, el personaje que siempre está rodeado de misterio, y que aquí recibe una mejor explicación sobre su papel en esta saga.
Pero, por otro lado, recalcó que los personajes son muy planos, no se empatiza con ninguno, pareciera que no hubo mucho presupuesto para la sangre y los efectos visuales en general, y aunque Final Destination: Bloodlines entretiene y alcanza a rememorar un poco los orígenes de la franquicia sigue siendo, obviamente, muy predecible y ridículamente ilógica con lo que no le alcanzará para levantar lo que se viene arrastrando desde la segunda película.
Puede ser que los fanáticos del gore y los más fieles fans de la saga estén satisfechos, pero si se busca buen suspenso o una trama algo profunda, definitivamente no será para ustedes. Final Destination: Bloodlines es solo una película hecha con la finalidad de revivir la franquicia, cuyo destino final quizá sea mejor dejar en el olvido