Frankenstein: Los mismos vicios de Memito

Guillermo del Toro es quizás uno de los directores más queridos tanto por el público como por los cineastas más intransigentes, creando una enorme expectativa cada vez que estrena una película. Esa aura de carisma que posee, y por supuesto de filantropía, para bien y para mal juega un papel importante al momento de hablar de sus cintas. Podrá caer bien, ser buena onda, pero eso no exime a Guillermo de que, a lo largo de los últimos años, ha comenzado a presentar deficiencias en su manera de hacer cine, y que los factores externos han provocado que, de cierta manera, le den un “escudo” para que sea intocable ante cualquier crítica.

Basada en la obra de Mary Shelley, Frankenstein es su obra más personal, tiene todo lo bello y lo malo de Memo en su quehacer cinematográfico.

Dentro de las cualidades, Frankenstein es una historia fundamentada de manera correcta en el trasfondo del personaje del científico, dándole un contexto sólido en su egomanía y complejo de Dios, derivado de la ausencia maternal y de haber quedado a la deriva de un padre frívolo que parecía no quererlo. También de una necesidad de competencia ante su hermano por demostrar su valía intelectual y como persona. Esa construcción, complementada con la actuación de Oscar Isaac, enriquece el relato, poniendo los elementos de la visión del antagonista listos para que la contraparte ponga sus herramientas que darán pie al conflicto.

Y es ahí donde radica el mayor problema de Frankenstein, pues la mitad de esta lucha de dos fuerzas opuestas no está bien construida. La perspectiva de la criatura (el monstruo) está mal elaborada en varios aspectos: desde generar un monstruo sumamente bello que está lejos de parecer un adefesio que cause terror, y que no se entiende por qué las personas del siglo XIX escaparían; hasta la relación entre el científico y el monstruo. Sabemos todos los traumas que carga el doctor, pero ¿cómo han influido en su relación con la criatura? La semilla está ahí y se puede inferir, pero Guillermo ha decidido dejar el concepto a medias, quedándose únicamente en la superficie. Añádase una actuación floja de Jacob Elordi, que es más consecuencia de un personaje al cual se le añaden pocas capas.

Y así sucede con varias subtramas de Frankenstein (ejemplo: la relación de Elizabeth y la criatura, que solo se encuentran dos veces en pantalla y por antonomasia se enamoran), además de personajes que poco aportan a la trama, o que decir de los powerups sacados de la manga y que únicamente se “infieren” sobre la superfuerza de la criatura.

A nivel cinematografía y diseño de producción, Frankenstein es de una calidad alta (aunque para los estándares de Guillermo es algo mediano). La película únicamente se queda en eso: es bella en lo visual, pero algo vacía por dentro, innecesariamente extendida, pues tiende a sobre explicar conceptos o personajes llegando al mismo punto.

El Frankenstein de Guillermo del Toro es la tragedia de las consecuencias de la pérdida maternal en un individuo y de la confrontación con el padre, pero rebajada en una paleta de colores entre el romanticismo y un cuento de hadas oscuro, sin nada más que ofrecer en la superficie del rostro azul y en forma de ampolla de la criatura.

La sobre explicación (que es un elemento que a otros cineastas se les tiende a criticar, como a Nolan, pero en el caso de Del Toro parece que es inmune a esto), el tratamiento casi infantilizado y corto de una trama con potencial, añadiendo la repetición por enésima vez de la premisa del hombre como monstruo y la romantización del segundo, ya denotan una repetición en su fórmula. Entendemos que cada uno tiene su estilo, pero una cosa son las formas y otra autocopiarse.

Calificación

Guión: 2.0

Dirección: 3.0

Actuación: 1.5

Extras: 0.5

Calificación: 7.0

Frankenstein está lejos de ser una película mala, pero igual está lejos de ser la mejor película de Del Toro, siendo un resumen de lo que quizás ha venido siendo su carrera desde hace largo tiempo: con enorme potencial creativo, algunos chispazos (como su Pinocho), pero que no termina por explotar, quedándose en la media y siendo más reconocido por lo que es como persona y por lo que fue en algún punto como cineasta.

Te quiero mucho, gordo, y caes a toda madre, pero ya échale más ganas, que el carácter o la personalidad no justifican el arte; si no, ve al Negro Iñárritu: nos cae a muchos en la punta del zapato por mamón, pero como cineasta está a un nivel superlativo, incluso de tunas verdes.

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Acerca del autor

El Cine Actuario   @maxpower_ar?s=09   facebook.com/dvclocblog

Actuario/Economista, Amante del Cine, Devoto de Dios, Intuitivo, Curioso, Rockero de corazón, Fanático de los Libros y del deporte de las tacleadas, quesero, colchonero, diablo rojo. "Las estadísticas son la forma en que las matemáticas cuentan las historias" "El arte es una ciencia y el trabajo del critico al igual que el del investigador es exponer sus axiomas y teoremas al mundo" "Estar de acuerdo, en no estar en desacuerdo es saludable"


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