Freaks Out: Unos Mutantes más humanos y más italianos
Dicen que la historia la cuentan los vencedores, pero a veces necesitamos un poco de fantasía para poder enfrentar una realidad tan dura y cruel como lo fue la Segunda guerra mundial.
Tal vez pensemos que es un tema ya muy trillado, sin embargo, esta segunda gran guerra sigue doliendo y no deja de darnos historias.
Freaks Out comienza en un pequeño circo donde la atracción principal son cuatro personajes con alguna extraña habilidad, y estos se van presentando uno tras otro por Israel (Giorgio Tirabassi), que es el maestro de ceremonias, músico y dueño del circo. Tenemos a Cencio (Pietro Castellitto), un hombre casi albino que tiene la habilidad de controlar a los insectos; después conocemos a Fulvio (Claudio Santamaria), un hombre completamente cubierto de pelo y con una fuerza sobre humana y dice ser un hombre lobo; Mario (Giancarlo Martini), un hombre de talla pequeña que es un imán humano; y al final, como acto estelar, conocemos a Mathilde (Aurora Giovinazzo), que tiene el don de la electricidad. No terminamos de disfrutar este bello acto cuando de repente el circo es alcanzado por una bomba que nos saca a todos de la fantasía y nos mete a la cruda realidad de una guerra. Desde ese momento estos personajes tienen que tomar una serie de decisiones sobre qué es lo que tienen o pueden hacer con base a sus habilidades y condiciones de vida.
Del otro lado tenemos otro circo, uno alemán, donde la principal atracción es Franz (Franz Rogowski), un hombre con seis dedos en cada mano y esto le ayuda a ser un prodigio tocando el piano, pero también tiene la habilidad de ver el futuro, y en sus revelaciones, ha visto cuatro seres excepcionales que lo pueden ayudar a quedar bien con el Führer ya que, por sus condiciones, no fue aceptado en el ejercito nazi y su mayor anhelo es ser parte del Tercer Reich sirviendo en los altos mandos.
Esta película sorprende y se sale de todos los clichés que conocemos de personajes con poderes especiales, pues son completamente humanos, no saben qué hacer con sus dones y llega un momento que pareciera que estos poderes juegan en su contra, y tal vez esto es lo maravilloso de esta película. La historia de cada uno es fascinante.
El director Gabriele Mainetti nos lleva en una montaña rusa de emociones y situaciones que no paran hasta el final de la película. No es una historia suavizada, no. Es una historia ruda, adulta, con escenas que rayan el gore, sexo y humor negro que abonan a toda la trama.
Tiene excelentes efectos especiales, una música espectacular, las actuaciones son muy buenas y la ambientación es bellísima.
Una gran película que, por algo que todavía no entiendo, no está en cines, ni tiene fecha de estreno comercial. Hay que meterse a nadar en aguas internacionales para verla, pero créanme, la van a amar y nos muestra que los europeos también nos pueden contar historias de mutantes, pero con la elegancia y dramatismo que solo los italianos saben manejar.