Frida: El retrato cinematográfico definitivo de la pintora mexicano
En el Q&A de la función especial de Sundance México de esta película, una de las preguntas más interesantes que hizo un miembro del público fue: “¿Por qué otra película sobre Frida Kahlo?” Un cuestionamiento completamente válido. Si nos ponemos quisquillosos y observamos con lupa la historia del cine, hay muchos temas que se repiten, sin embargo, esto no condiciona automáticamente que una película sea mala. Lo que marcará a la película es la manera en que su creador la trate o la cuente.
En ese sentido, Carla Gutiérrez entendió el hándicap que tenía su proyecto, por lo que en lugar de contar una ficción víctima de los arquetipos de la exageración del melodrama o de los documentales que parecen una clase de historia de arte, decidió “darle el micrófono a “Frida”, que a través de sus cartas y diarios y con pocos intermediarios ficcionales, cuente su verdad.
El primer acierto es el material de origen, el cual no son libros, cotilleos o síntesis de diarios o cartas, sino que proviene directamente del puño y letra de Frida, Diego y todos sus allegados. Como diríamos en México, “hablando al chile”, el documental no tiene intervención de ningún historiador o experto que cuente los hechos en tercera persona, todo está narrado desde una perspectiva en primera persona. Hay que añadir que la narración no está ejecutada desde un tono solemne o estilo de lectura, sino que su emisor le agrega histrionismo. Por lo tanto, la cinta maneja elementos de actuación, y aunque algunos documentales falsos utilizan este recurso, no es tan común que esta sea la narrativa completa.
En ese sentido, hay que destacar el trabajo de dirección de Carla Gutiérrez y, por supuesto, de todo el elenco de voces, especialmente Fernanda Echevarría del Rivero, quien hace la voz de Frida. No es para nada sencillo transmitir emociones utilizando únicamente el recurso de la voz y el audio, especialmente porque en la parte visual no hay una personificación de Frida ya sea en forma de live action o animada, lo que hace la ejecución doblemente difícil.
Aunque el trabajo de interpretación es de alto perfil, cabe aclarar que no es la única herramienta que eleva la narrativa. La selección del material fotográfico no se hace al azar o para rellenar espacios, sino que es precisa y va de acuerdo con la narración. Además, hay otras tres características que elevan este trabajo: primero, agregar elementos dinámicos que alejan de la monotonía a la parte visual de la película, desde utilizar algunas técnicas de animación (rotoscopia y animación lírica) para darle más vida a los fotogramas, hasta añadir movimiento a las obras de Kahlo sin perder los elementos clave de sus pinturas y manteniendo el respeto a su trabajo; segundo, el cuidado de los colores y la nitidez tanto de las figuras como de los cuadros; tercero, el timing milimétrico con el cual cada uno de estos elementos visuales está colocado en la película. Todo esto habla de una realización estética enérgica y colorida, cuya edición es el puente para crear una inmersión dentro de la cabeza de Frida.
Con todo esto, el objetivo principal, además de contar la historia de Frida desde sus propias palabras, es crear un retrato intimista explorando los motivos, causas y esencia de sus pinturas. Para los más puristas, se hablará poco de las corrientes artísticas o de la esencia técnica; aquí se va directamente al corazón de la artista sin adornos melodramáticos.
En cuanto a las calificaciones:
- – Dirección: 3.3
- – Guion: 2.9
- – Actuaciones: 1.8
- – Extras: 0.5
- Calificación total: 8.4
Y regresando a la pregunta inicial: ¿Por qué otra versión de Frida? Porque, a diferencia de otros trabajos, su creador entiende que debe ir más allá de la simpleza de un biopic o de un resumen de Wikipedia, siendo la esencia de su protagonista. Aunque varios de los hechos mostrados en el documental pueden ser ya conocidos, otorgarle una voz a Frida, mientras frente a nuestros ojos se plasman elementos de su vida y obras, da la sensación de una versión definitiva de los eventos y de una contraparte de un suceso contado en tercera persona en múltiples ocasiones, pero pocas veces de primera mano, y a su vez se articula la otra parte de Frida, “su lado artístico”, encontrando un balance entre la persona y la pintora.
El documental “Frida 2024” (por el momento) es la versión cinematográfica definitiva de la artista mexicana al darle una narrativa en primera persona, una personificación en la parte vocal y un montaje que da la sensación de que estamos viendo un relato introspectivo a la mente y al corazón. Sean o no fanáticos del ícono de la cultura popular, es un estupendo trabajo que, sumando a sus múltiples cualidades, tiene el acierto de evita las aristas del excesivo dramatismo y, sobre todo, del blanqueamiento de la historia bajo el pretexto de la licencia poética (con la extranjerización de la figura de Frida, algo que se ha trasladado a la ficción).
¿Cuál es el objetivo de hacer biopics de iconos culturales haciendo un copia-pega de sus eventos? ¿Qué no sería mejor aportar una capa más a su identidad en lugar de repetir los niveles de su personalidad ya conocidos? Para reflexionar si el documental es una herramienta que podría romper ese molde, especialmente en una época donde las adaptaciones de ficción alrededor de las figuras culturales de nuestra realidad son cada vez más oportunistas y plásticas.