Fury; Disfrutable cine bélico, pero no de Oscar.

Estrenada el 17 de Octubre

Todo aquel que espere material de Oscar en Fury, abandone esa percepción y haga el visionado de esta cinta Bélica sin la idea pre-existente de un filme con labores artísticos suficientes para posicionarla entre lo mejor del año. Sino con la idea de disfrutar una película del género cruda y con buena acción, porque Fury, aunque no es mala ni decepcionante, es una cinta que abandona los terrenos artísticos que auguraba su etapa promocional en pro de un tratamiento Blockbuster que la aleja de cualquier terreno Oscaril para orquestar un retrato bélico disfrutable y recomendable a secas. Un buen esfuerzo de David Ayer por posicionarse entre los productos más destacados del año que termina siendo otra superproducción meramente palomera, digna para verse con los colegas.

Llena de acción, comedia y algo de drama, Fury es una cinta ambiciosa pero fallida, que en la sencillez de su guion verá también su mayor defecto al relegar el sustento dramático a un segundo plano en favor del entretenimiento plagado de estereotipos y clichés del género. Una cinta sin duda tentadora pero poco apasionante; culpa quizá de un fugaz desarrollo argumental de sus inmiscuidos y la falta de balance narrativo en donde el drama que se intenta cimentar queda eclipsado por unas secuencias de acción intensas y bien montadas y un comedy relief que por momentos peca de excesivo.

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El Fury, un tanque Sherman de los aliados, literalmente se convierte en un vehículo narrativo en este “Final Journey” de los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. En él, David Ayer explora las crueldades de una guerra que ha marcado a sus tripulantes, y cómo estos, mediante la convivencia en el que ahora llaman su hogar, han desarrollado una hermandad inalterable. Con una premisa interesante, el director expone su argumento bajo una especie de Road-Movie bélica en un último viaje a bordo del Fury. ¿Lo irónico? Varias de las secuencias más rescatables suceden fuera del Fury y esta idea de exponer la claustrofóbica vida a bordo de un blindado pasa sin pena ni gloria en secuencias que resultan repetitivas en su tratamiento y exposición.

El argumento de David Ayer es directo, lo cual pareciera ser un acierto de no ser porque se cimienta bajo cierto sinsentido: ¿En verdad era necesario enviar a cuatro tanques hacia una misión suicida, sabiéndose que la guerra esta prácticamente ganada, y las tropas tienen desventaja ante los tanques alemanes, tanto en armamento como en blindaje?, ¿Cuál era el sentido de enviar a tus tropas tras las líneas enemigas? Es así, que bajo un “tengo una tarea para ti”, una misión de rescate, se convierte sin razón convincente, en un viaje repleto de peripecias que llevará al Fury y su tripulación hasta sus últimas consecuencias

Los primeros cuarenta minutos del metraje establecen el motif sobre el que girará todo el relato. El director presenta a sus 5 personajes en tan solo 15 minutos, suficientes para reconocer el estereotipo bélico del que se desprenden: El líder paternal (Brad Pitt), el malévolo trastornado (Jon Bernthal), el religioso (Shia Labeouf), el novato (Logan Lerman), ¿el mexico-americano bromista? (Michael Peña), este último siendo un problema al sobrecargar el guion con comedia cliché del mexicano promedio en el cine Norteamericano. Personajes que, lamentablemente, y aun cuando son verazmente interpretados por el grupo de histriones, se quedan en un desarrollo fugaz; incluso los dos que parecen llevar la carga protagónica no logran ser dibujados por un libreto que lo intenta pero no logra salir del convencionalismo en este tipo de relatos, ni siquiera en sus roles protagónicos (Pitt y Lerman).

Brad Pitt;Logan Lerman

Aun así, las interpretaciones son acertadas y creíbles, más no memorables. La labor histriónica refuerza el resultado final del retrato que el director propone, pero no va más allá de lo testimonial. Consecuencia del tratamiento balanceado a la acción y la comedia en donde el arco dramático llega a sentirse ajeno cuándo no debería. Pues hay secuencias de enorme envergadura que terminan perdiéndose en lo avasallante y visceral de las secuencias de acción. Siendo entonces el personaje de Logan Lerman el menos maltratado por el libreto de Ayer, personaje esencial en algunas secuencias de verdadera tensión en interacción con el personaje de Brad Pitt, principalmente. Así pues, a pesar del intento directriz por lograr una conexión cómico-dramática con la audiencia, el espectador no logrará crear empatía con los personajes expuestos, y encontrará el mayor disfrute en la exposición del combate y lo inmersivo de su puesta en escena audiovisual.

Y es que a pesar de un metraje que alcanza las 2 horas y 15 minutos, David Ayer logra imprimir un timing medianamente adecuado, y sus defectos narrativos lastiman, pero no matan,  gracias al montaje de la acción visceral, que se ve enaltecida por una edición de sonido congruente aunado a una banda sonora intensa. La musicalización de Steven Price no solo adorna las secuencias sino que se convierte en una extensión más de la sucia y grisácea atmósfera planteada por el director, una pieza destacable para mantener la intensidad de la acción. Fury es una cinta con defectos, sí, pero al fin de cuentas aceptable y plenamente recomendable que ve en sus ambiciones su propia caída. David Ayer no es experimentado en el rubro, sin embargo parece ir aumentando sus tablas.

Habrá que preguntarse si en un futuro se logrará desprender del que ahora es su fetiche actoral: Michael Peña, actor verdaderamente mediocre que lastra el tratamiento narrativo de la cinta y el rubro histriónico por igual. Insoportable por muchas razones. Y habrá que preguntarse también, cómo le hizo para sacarle actuaciones decentes a troncos como Lerman o LaBeouf, y saber explotar ciertas características en otros como Bernthal o Brad Pitt.

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¿Hay que verla? Sí, solo si vas con un perfil bajo, esperando disfrutar una cinta bélica sólida en aspectos de acción y espectacularidad con ciertos cimientos dramáticos. Y no, si buscas en ella una de las cumbres del año cinéfilo. Ayer se deshabilita a si mismo con un guion que se toma varias licencias en pro de la espectacularidad; francotiradores que se toman 3 tiros para eliminar un blanco relativamente sencillo a la distancia, granadas que explotan en momentos oportunísimos, efectos de metralla que parecen láser (Enserio, lamentable), trayectorias balísticas extrañas. Y esas decisiones hacia el acto final apelan a un patriotismo disfrazado de hermandad muy típico en la filmografía bélica estadounidense. Fury es un blockbuster entretenido y hasta cierto punto bueno, mejor que muchas propuestas mediocres del año. Un ejercicio bélico que ve sus mejores virtudes en la crudeza de sus escenas y la ambientación, una cinta palomera, así, sin más.

 

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