Gloria Bell: La Gloriosa Julianne Moore
Auto remake de la cinta “casi” homónima del 2013 ganadora de una tríada de premios en el Festival de Berlín, me parece que independientemente del cambio de suelo latino por gringo el chileno Sebastián Lelio ha encontrado en esta ocasión a la pareja perfecta para encausar ese particular súper poder que todo hombre quisiera poseer en esta vida: entender por completo a la mujer. Ignoro el desarrollo psicológico de esta promesa directiva convertida y confirmada ya como uno de los talentos latinos más destacados, pero me resulta incluso hasta inquietante la naturalidad con la que se desenvuelve dentro de la psique de sus siempre empoderadas y naturales féminas.
En este clímax y madurez narrativa (sí, creo que Una Mujer Fantástica está un poquito sobrevalorada por su tendencia LGBT) se encuentra Gloria Bell, y no es que la original “Gloria” sea inferior a su ahora versión gringa, sino que sencillamente aquella no contó con el otro hemisferio en esta conexión perfecta entre narrador y protagonista: Julianne Moore.
Como si se tratase de un testamento o una película de retiro, Julianne ve en Gloria no solo su mejor, sino la más natural actuación de su carrera interpretando a esta mujer de 50 y tantos años, divorciada y sujeta a un sistema social y laboral que la empuja a disfrutar de clubs nocturnos para desplegar su pasión por la música y el baile. Será en este lugar donde conocerá a un hombre casi en sus mismas circunstancias y con el cual comenzará un incierto romance regido por las presiones y emociones de ambos.
Es fenomenal como Lelio logra una comunión tan intimista con esta pareja; me queda claro que perteneciendo los tres a la generación X, Gloria Bell es sobre todo un homenaje no solo cultural, sino artístico y social a la situación actual de dicha generación, una especie no numerosa en América que ha encontrado un pequeño hueco en estos mismos instantes para regresar sus modas y modus vivendi que de manera sutil han influenciado fuertemente en todos los aspectos sociales del hoy.
En dicho lapso Lelio explora y explota la búsqueda de una libertad que se encuentra un poco reprimida por las presiones sociales que esta generación arrastra desde su juventud, errores del pasado y las dificultades del empuje de la siguiente y numerosa estirpe, los millennials. Así Gloria y su enamorado (un también increíble John Turturro) ven como su romance crece al ser dos almas coincidentes, dejando entrever que el hombre, primitivo como siempre, podrá cargar con menores cargas emocionales que la mujer, ente superior por antonomasia en manejar un sinfín de sentimientos para sorprendentemente siempre salir adelante de ese vaso de la vida en donde cualquier masculino siempre se encuentra más tendencioso a ahogarse.
Dejando claro este dominio sobre el entendimiento y manejo emocional, Lelio está listo para desarrollar su “Gloria” dejando que Moore tome las riendas del relato literalmente en todo encuadre de su metraje, pareciendo incluso improvisar junto con esta y sobre la marcha un ligero y espontaneo relato que permite el lucimiento de Julianne en toda su belleza y expresión, convirtiendo a esta odisea amorosa no solo en ese himno socio cultural y musical (que soberbio soundtrack), sino también en el testimonio más veraz del gran talento y crecimiento exponencial de la actriz (¿Cuándo irá a parar esa evolución histriónica?).
Cautivadora, divertida, accidentalmente cómica y brutalmente natural, todo va dirigido para que su secuencia final sea su glorioso clímax, uno entrañable donde es válido que tanto a mujeres como hombres se les pueda enchinar el vello en lo que también significa una proyección sobre el cómo disfrutar la vida sin sermones aleccionadores ridículos, este último factor garantía al ser Lelio el que se encuentra detrás de cámaras y no cualquier pinche director gringo de catálogo.
Convencional es cierto, pero sin duda Gloria Bell es uno de los films más honestos, disfrutables y sociológicamente ricos del 2019, que al salir de la sala te dejará una sonrisa que durará días.