Godzilla Minus One: Vuelve El Rey
Qué más podemos decir sobre Godzilla, icónico monarca de los monstruos gigantes que ha marcado generaciones con su rugido y su “rasho” láser? Pues eso, que es un ícono.
Originalmente concebido como una alegoría del miedo y dolor del pueblo japonés tras los ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki, Godzilla celebra su 70 aniversario tras haber tenido toda clase de encarnaciones: desde un mero depredador protegiendo su territorio hasta un verdadero héroe que salvará a la humanidad, pasando por ser una fuerza de la naturaleza que surge cuando se le necesita. A veces un mero animal, otras dotado con inteligencia humana, devastando en solitario o como parte de un extenso universo de monstruos colosales y hasta con una versión robótica, aliado o peleando con cierto primate gigantesco… hay Godzilla para todos.
Ahora el Rey De Los Monstruos regresa a sus orígenes con un buen filme realizado en su tierra natal, precediendo a una próxima versión americana de su universo extendido, pero ¿que tiene esta película de diferente?
El derrotado Japón de la Segunda Guerra Mundial enfrentará aún más muerte y destrucción cuando la guerra despierta a un reptil gigantesco que, además ha crecido y tamaño y poder gracias a las pruebas nucleares estadounidenses. Estando las dos super potencias vencedoras en el inicio de la Guerra Fría, el dolido Japón tendrá que arreglárselas solo.
Godzilla abandona los viajes espaciales y la lucha contra otras bestias descomunales para volver a lo suyo: Una criatura al parecer prehistorica que los humanos y sus armas nucleares hicieron enfadar y ahora viene a reclamar lo que le pertenece. Ubicado en el Japón de la posguerra inmediata, el guión nos hace sentir la desolación y dolor de una nación en cenizas pero que con su conocida férrea disciplina y resistencia se ha de oponer a lo imposible.
Más que explorar el origen y los alcances del monstruoso Godzilla, el filme se centra en el esfuerzo humano y las historias dolorosas de los supervivientes de la guerra que ahora enfrentan un desafío peor. Resalta el espíritu de sacrificio del soldado nipón, pero a la vez trata temas como la indolencia gubernamental y el estrés postraumático, así como una fuerte crítica y cuestionamientos hacía el conocido “honor japonés” en torno a lo “kamikaze”, y la inclusión de la misma nación en la Segunda Guerra sin la tecnología o medios necesarios para resistirla
En cuanto a los efectos, sin ser un espectáculo de CGI desorbitado, Godzilla luce amenazante y creíble, lejos de las risibles apariciones en sus inicios. Destaca la manera en la que despliega su icónico rayo calorífico de energía nuclear, un arma que cada vez que aparece manifiesta no solo una tensión visual, sino también narrativa, y que comunica el terror de la guerra, su destrucción y desolación. Si acaso algunas escenas lucen falsas, estas no rompen el ritmo narrativo ni el impresionante despliegue de la criatura en pantalla.
Aunque toca temas dolorosos e incluso se podría considerar como un drama anti bélico en su exposición más dramática, no deja de ser cine de acción y desastre con explosiones y mucha aniquilación incluida, siendo una combinación de gran entretenimiento palomero y una decente profundización a los temas bélicos sin demás pretensiones.
¿Hay que verla?
Para pasarla bien, por supuesto, y para gozar de una de tantas versiones de Godzilla fuera de su universo de monstruos en lo que esperamos su nueva pelea contra el gorila súper crecido ¿La mejor versión del monstruo? Quizá, pero vale la pena decidir usted mismo