Good Boy: Lo que hago por amor

Desde su estreno en el festival South by Southwest, “Good Boy” ha llamado la atención del público por 2 factores clave. El primero, que tiene una de las premisas más originales e interesantes: una película de terror vista a través de los ojos de un perro (nada de CGI como en otras producciones, un perro de verdad). El segundo, es que debido al concepto y planteamiento que maneja el director Ben Leonberg, recordaba a la caricatura “Coraje el Perro Cobarde” y hasta se decía en redes que ésta era la versión live action de dicho programa. Con la salida oficial de la película en cartelera, debe decirse que, si bien cumple y entretiene, también hace trampa en su ejecución por varias decisiones tomadas por su realizador.

Hay que dejar algo claro desde ahora: Good Boy no es una historia de fantasmas como se la ha vendido en toda la campaña publicitaria. Esta historia es sobre cómo un perro percibe la muerte de su dueño, y por más que lo quiera, debe entender que no puede salvarlo de su inevitable destino. Con esto en mente, lo que propone Leonberg destaca más allá de lo que propone a nivel superficial. Para empezar, el terror se construye por medio de la atmósfera, de modo que hace una movida inteligente al prescindir de los jumpscares baratos. La cámara siempre al ras del suelo para comprender el punto de vista del animal y difumina los rostros de los humanos con tal de que siempre el enfoque sea en el perro. De ahí que desprenda un mensaje de lealtad y amor de un perro, en los que el cariño es inevitable. Con ello también se ahonda en las enfermedades crónicas, la falta de atención y el cambio del estado de ánimo ante lo que podrían ser los últimos días de vida.

Sin embargo, Good Boy no logra cohesionar bien sus ideas debido a la repetición de los sustos, por lo que después de un tiempo la historia entra en un bucle que redunda en la metáfora principal. Aunque los sustos están bien construidos, aprovechando el uso de sombras, iluminación, edición y ángulos contrapicados, no tienen un remate satisfactorio porque se cortan en el momento de mayor impacto, y por una decisión que le afecta mucho: el uso de efectos por computadora. Por ser una película indie, son más notables, en especial cuando toca hacer close-ups a los ojos del perro o la aparición de las manos monstruosas. El ritmo lento permite que se tome su tiempo y sea precisa en mostrar lo que necesita, pero también se vuelve pesada a pesar de su corta duración debido a que varias escenas se alargan y deja muchas subtramas al aire (como el pasado referente a la casa o la familia de los humanos). Todo esto puede causar que se sienta un poco efectista por el recurso narrativo principal.

No obstante, la mayor virtud de Good Boy es que la dirección también hace lucir a quien indiscutiblemente formará parte de uno de los mejores actores de la historia… sin importar su especie. Las reacciones de Indy son totalmente naturales, y junto a los elementos antes mencionados, hacen que nos preocupemos por él y reaccione al miedo latente de perder a la persona que más ama. Por otro lado, él simboliza la inocencia, la lealtad y la protección de un amigo siempre a tu lado ante las dificultades, valores siempre asociados al animal y que le dan su lugar ganado entre los perros más icónicos del cine.

En cuanto a los actores humanos, no hay mucho que decir debido a que no hay mucho material con el que puedan trabajar, pero dentro de lo que tienen están bien a secas.

A nivel general “Good Boy” está bien, pero tomando en cuenta la campaña publicitaria y las suposiciones del público que sería parecida a la caricatura de Cartoon Network, es un poco decepcionante al no poseer nada sobrenatural como sugiere su premisa, lo que hará que muchos la vean como un vendehúmos. Tan engañosa como sorpresiva, permanece como una de las propuestas más originales del género, y ojalá que reciba algún reconocimiento porque con pocos recursos disponibles Leonberg hizo un buen trabajo (tomó 400 días filmarla tan sólo para que obtuvieran las reacciones adecuadas para el perro), pero es inevitable pensar que pudo ser mejor.

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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