Good Fortune: Que jodidamente bello es vivir

Hay películas malas, hay películas bonitas, y hay películas malas muy bonitas, y Good Fortune, la opera prima como director de Azis Ansari cae en esta última categoría. Tomando como principales referencias las joyas de Capra, “¡Qué bello es Vivir”, y la de Wenders, “El Cielo sobre Berlín”, el comediante construye más que una comedia, una reflexión crítica sobre el distanciamiento de las clases sociales, la indiferencia social y el salvaje capitalismo que quizá no te haga reír mucho, pero si salir con una sonrisa en el rostro

Good Fortune cuenta la historia de un paria que, al emigrar a los Estados Unidos, le es imposible sostener un estilo de vida digno, rentándose como asistente, trabajando medio tiempo, viviendo en su carro y bañándose en un gimnasio. Esto es presenciado por su ángel guardián, un ser celestial de poca monta que le otorga la oportunidad de cambiar de vida con uno de sus ex empleadores, un millonario excéntrico e inútil, para que este aprecie su vida, sin embargo, el paria ahora rico no ve ninguna reflexión en vivir pobre.

A partir de esta premisa, Good Fortune despliega una interesante progresión de acontecimientos que no caen el cliché del rico malo y el pobre bueno ni en la reflexión de que la pobreza es mejor, sino todo lo contrario, pues es a través de la mejora del dinero es que el pobre se da cuenta de la mejora de su vida y su estado de ánimo, mientras el rico en la ausencia de dicho elemento, se va desvaneciendo en su salud mental – emocional, mientras lucha por pagar impuestos con tres trabajos y un mundo corporativo voraz que ve a sus empleados como simples objetos. Sin embargo, lo que si hace Ansari es que, a partir de este choque, encausa un buen discurso sobre como el capitalismo se enriquece a partir de la desgracia de la prole, y en donde la falta de empatía es el concepto rector de dicha reflexión.

El elemento angelical, si bien sirve como el accidental y principal elemento cómico gracias a la inexpresividad carismática de Reeves, funge también como el más honesto manifiesto sobre la espiral de auto destrucción del humano ante la precariedad, experimentando los vicios, la depresión, pero también los pequeños y gratos detalles que nos hacen aferrarnos al estado natural del humano: la felicidad y el amor

Si bien la película es mala desde su edición, actuaciones acartonadas, repetición de escenarios y redundancia argumental a base de sketches, parece que Ansari la mantiene en dicho tono de manera propositiva, algo muy astuto y hasta de cierta manera respetuoso debido a su sátira y distintas referencias fílmicas de variados clásicos de antaño. Aun con eso, el tono ligero, ajeno a vulgaridades y a la comedia gamberra se agradece, incluso coqueteando con la corriente del humor sofisticado, y en consecuencias encausando una pieza tan inofensiva como reflexiva y divertida que vale la pena apreciar debido a los puntos interesantes que propone y/o critica.

En cuestión de las actuaciones, quien se roba la película es la presencia de Keanu Reeves, un ángel bobo, pero encantador y con la chispa natural que caracteriza al actor, que con su inexpresividad se vuelve la opción más acertada para encarnar a un ángel que apenas experimenta las emociones, la comida, el amor y las precariedades humanas. Hay diálogos en el personaje de Reeves tan acartonados pero naturales, que se vuelven las mejores y más profundas reflexiones sobre las complicaciones de la vida, y por ende los momentos más divertidos de la cinta. Seth Rogen y el propio Ansari hacen también de ellos mismos, pero aunque correctos e igual de idiotas, no pueden nunca equiparar la presencia de Reeves que, como un ángel, luce enternecedor.

La piedra en el zapato es Keke Palmer, no solo por que sigue siendo una pésima actriz, sino porque las subtramas románticas y sindicales en torno a su personaje se sienten metidas con calzador y sin una real química con el protagonista (lo cual con Rogen y Reeves si pasa).

Pocas veces pasa que una película mala sea tan bonita y disfrutable de ver, y eso hace a Good Fortune una opción no solo de buen y angelical humor y/o divertimento, sino también una pieza que dentro de la inocencia de saberse boba, también dispara varios dardos de realidad y reflexión sobre le verdadero sentido de la vida y de como esta quiere ser constantemente aplastada por un sistema que parece hecho para destruir la felicidad.

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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