Her: La realidad de la ficción, una extraña historia de amor.
La realidad de la ficción
La tecnología y el ser humano hoy en día se encuentran en una íntima relación. El ser social promedio a día de hoy tiene en posesión algún pedazo de fierro con el cual conectarse directamente a la red casi en cualquier lugar y momento. Vivimos en la sociedad posmoderna en donde la relación persona-máquina puede llegar a ser más fuerte –e incluso congruente- que la relación persona-persona. Si bien, en la cultura de la globalización, se habla del factor tecnológico como unificador de sociedades, lo cierto es que también es un elemento que envuelve al sujeto en una especie de cúpula de la cual muchas veces no quiere salir, y por tanto, le impide comprender las relaciones humanas más allá de los encausamientos rutinarios que la tecnología le ha conferido. Es cierto, las máquinas nos han hecho la vida más accesible y práctica, ahora basta con dos o tres clicks para hablar con alguien que se encuentra a miles de kilómetros de distancia, en la casa de al lado, o en el cuarto de arriba. La tecnología es maravillosa ¿verdad?; sin ella, no estaría escribiendo esta palabrería para ustedes estimados lectores.
¿Qué pasaría si en un futuro no muy lejano, fuese posible entablar relaciones interpersonales con un Sistema Operativo, una máquina?, ¿Qué de real hay en eso hoy en día?, ¿Existirían personas que prefirieran convivir más con su máquina que con un humano? Her, de Spike Jonze, versa sobre eso. Her es un buen ejercicio de reflexión sobre el mundo en la era tecnológica y un mejor ejercicio sobre la exploración de las relaciones humanas. Sin embargo, aunque estemos hablando de un fresco producto en el terreno del romance y la ciencia ficción, no estamos hablando de una obra cumbre en la cinematografía del 2013. Her es en gran medida una bonita (y muy extraña) historia de amor, pero que al final de cuentas no te deja ningún sabor de boca; es insípida. Producto quizá de un guion que no termina por cerrar de forma adecuada una historia que comienza de maravilla, pero conforme avanza va perdiendo cierto del brillo que tenía. Hacía al final no hay un punto de inflexión que denote la evolución del personaje Theodore, ni su relación con los demás inmiscuidos del relato, lo que te hace sentir que algo faltó, que la historia está inconclusa y que lo que has presenciado fue efímero.
Un romance original pero intermitente
El motif principal de la cinta es claro y contundente: la soledad. Así, Spike Jonze nos cuenta la historia de Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), un escritor que vive sumergido en la tristeza y el vacío de su soledad tras haberse separado de su esposa Catherine (Rooney Mara). Dedicado a la redacción de cartas “a mano” para gente de diferentes lugares del mundo, Theodore es vehículo y reflejo de lo que la sociedad y el mundo planteado por el guionista y director puede construir; seres humanos deambulando por las calles mientras hablan con Inteligencias Artificiales creadas para satisfacer sus necesidades, o para llenar sus vacíos. Dentro de este contexto futurístico se mueve el personaje principal, quien desarrolla altas expectativas sobre las relaciones amorosas a través de su íntima interacción con un OS1, un sistema operativo con una inteligencia artificial que alcanza niveles de comprensión humanos. En resumen, de eso trata Her; una romance poco convencional dentro de un futuro surrealista.
Por su puesto el gran acierto es el tratamiento hacía con Samantha, el OS1, interpretado por la sensual voz de Scarlett Johansson, veremos en este sistema operativo una serie de diálogos que versan sobre la exploración de los sentimientos y las relaciones humanas. El desarrollo de Samantha lleva un ritmo bastante adecuado, y esto queda plasmado en una escena ejecutada de forma excepcional con un corte a negros donde solo escuchamos las voces de Ella y Theodore, aunque cuando lo piensas, también resulta bastante estrafalaria.
El guion original de Spike Jonze, si bien está planteado con gran maestría rítmica hacia la primera mitad del metraje, el desenlace resulta forzado y hasta plano. El director desarrolla su historia de forma bastante entretenida e hilarante, en donde las escenas se mezclan de forma sublime entre una fotografía preciosa y un Soundtrack bastante acertado hacía con el motif principal (por Arcade Fire) en donde presenciaremos secuencias con unas estampas oníricas de gran factura, pero por alguna razón se engolosina con su historia y ofrece un tratamiento unilateral que queda estancado en un quiero y no puedo hacia los últimos 45 minutos de su metraje.
El engolosinamiento de Jonze limita las posibilidades de su universo.
El surrealismo con el que es tratado el relato está representado también por una fotografía preciosista que retrata un universo (Los Angeles) en decadencia pero no el sentido de lo que esperaríamos naturalmente (decadencia de estructuras). Hoyte Van Hoytema (The Fighter, 2010 y Tinker Tailor Solider Spy, 2011) se encarga de ofrecernos la proyección de una ciudad que va acorde a lo que Spike Jonze intenta reflejar; el distanciamiento humano como resultado de los avances tecnológicos. Y con el uso primordial de primeros planos, retratar la alegría y la tristeza de los inmiscuidos en el relato. En ese sentido tanto el elemento narrativo como el visual conjugan de forma congruente y ofrecen una realidad alterna creíble y que parece tener profundidad suficiente para sostener la historia que se nos cuenta, apoyándose también de un buen diseño de producción.
Sin embargo Jonze por alguna razón se pierde en su afán de proyectar su universo y termina por ofrecer un tratamiento soso en la parte final de la cinta –como hemos venido mencionando-. Personajes como el de Amy Adams, interpretando a la amiga más cercana de Theodore, parece ser metido con calzador ya que no aporta nada al desarrollo narrativo del film, lo mismo decir de Rooney Mara, que aunque su personaje sirve de back up history y detonante del conflicto sentimental de Theodore, después se pierde y resulta ser sólo un elemento distractor, lo mismo sobre el personaje de Olivia Wilde.
Conclusiones
Es cierto que dentro del terreno del romance Her resulta ser una bocanada de aire fresco y el guion tiene momentos de verdadera maestría por parte de Spike Jonze (esos primeros 80 minutos le valieron la nominación por mejor guion original), así mismo las actuaciones de los inmiscuidos cumplen con lo que quiere transmitir el director (Joaquin Fenix merecía una nominación para Oscar) y ni qué decir de la brillante banda sonora (nominada a mejor banda sonora). Sin embargo el filme juega entre la delgada línea de ser una preciosa historia de amor o una caprichosa y hasta cierto punto ridícula película romántica. Todo depende del espectador, lo cierto es que Her no es una mala película, de hecho es buena, pero no lo suficiente para que la crítica estadounidense la haya colocado en un pedestal. Personalmente se coloca en la lista de películas del 2013 de las cuales tenía expectativas bastante altas pero no satisficieron mis necesidades (Pacific Rim, The Great Gatsby, American Hustle)… ¿Necesito a Samantha?
En resumen, recomendada si quieren presenciar un romance alejado de los cánones impuestos por sobrevalorados filmes como Titanic o el romance que toda chica ha visto: The Notebook. ¿En cuanto al Oscar? Por mejor película ni de lejos puede competir ante cierto Lobo, cierto Esclavo y cierto Sidoso, en cambio por mejor guion original tiene más oportunidad, pero aun así Dallas Buyers Club es favorita.
4 Comments
Que hacertados tus comentarios y muy profesionales.
Absolutamente de acuerdo
Qué va estimado, es sólo mi subjetiva opinión, gracias por comentar. Un saludo y disculpe la tardanza en mi respuesta.