Holy Motors: ¿Cómo defecar en el espectador?
Existen muy pocos cineastas que pueden dotar a un relato abstracto de cierta uniformidad y sentido, incluso ese tipo de autores, excéntricos y obsesivos por naturaleza, gustan de barajar los elementos que componen su obra bajo el tono surrealista para que el respetable pueda sacar sus propias conclusiones y apreciaciones basadas en la transmisión de las emociones causadas por lo que acaba de ver. Bergman era experto; Jodorowsky, aunque fallido en su ejecución histriónica, también; Stanley Kubrick en ocasiones se remontaba a ciertas abstracciones para concluir y/o desarrollar algunos de sus relatos; Luis Buñuel era un maestro en el tema; David Lynch quizá sea el más arriesgado, un cineasta que llega casi al límite de lo ridículo sin nunca rebasarlo, y es esa delgada línea que separa lo abstracto y surrealista de la absurdez la que en esta ocasión Leos Carax se atrevió a brincarse desvergonzadamente para brindar Holy Motors.
Una película que representa perfectamente la frase “se odia o se ama” aún cuando es irremediablemente incomprensible y cobijada, como lo comenta su creador, en un relato fantástico, sin embargo, el elemento surrealista implícito en todo el metraje resulta inverosímil y sin ningún motivo de ser (Por ejemplo en El Angel Exterminador, Buñuel guarda ese magistral balance habiendo una razón para la apreciación a partir de la transformación y enriquecimiento del relato de los elementos surrealistas). Holy Motors es entonces, una bizarra y extraña cinta que opta por vestir de arte un experimento audio visual abstracto (acentuando la forma y eliminando cualquier imitación habida o por haber), con secuencias de maximización surrealista y al final, un callejón sin fondo de apreciación absurda donde una limusina se convierte en un vehículo mágico para la metamorfosis de su protagonista.
¿Leos Carax se burla del espectador?
Al final Holy Motors es un ejercicio de apreciación audio – visual, pero nunca argumental. Es imposible tratar de hacer una justa reseña y critica sin los elementos que conforman su metraje, así que advierto que habrá spolilers (Si de algo sirve en una cinta como esta).
La pretenciosidad del directo es obvia, Carax opta por casi prescindir del diálogo para plasmar una obra que, desde sus primeros minutos advierte de que va: Un hombre acompañado de su perro se levanta de su cama y tras caminar algunos pasos encuentra una puerta que lo lleva a través de un oscuro pasillo, el cual al final lo canaliza a una sala de cine, donde la proyección en blanco y negro de un hombre demostrando algunas rutinas para su musculatura mantiene a sus espectadores hipnotizados, desvariados, dormidos. La imagen de una niña en una ventana es el nexo para pasar a un día en la vida del Sr. Oscar, un personaje que, a partir de que sube a una limusina conducida al parecer por su mayordoma, comienza a mimetizarse en una serie de personajes mágicos a partir de una serie de instrucciones y la implementación de un camerino en el interior del vehículo para llevar a cabos sus transformaciones. Así, el protagonista viaja a través de un onírico Paris para convertirse en un mendigo, una especie de duende, un padre de familia, miembro de una orquesta rock, un moribundo tío, un asesino y un actor de artes marciales en green screen, entre otras cosas ¿Bizarro?
Desde que el espectador literalmente sube a la limusina, es socio y testigo de esa odisea oscura y mágica, en veces desagradable y caótica, en otras, divertida y dramática. He ahí la mayor virtud del director, el cual invita ¡No obliga! Al espectador a seguir al protagonista de manera íntima; para este punto ya se decidió si la magnífica fotografía, el excelso soundtrack y la rareza en momentos brillante del relato fue causa de la atención y visión del respetable, el cual ya conoce que no habrá una resolución explicativa a los sucesos, sino solo un final más ridículo que incluyen esposa e hijos chimpancés y limusinas parlantes comentando sobre las vivencias de su día después del arduo recorrido, lo cual le da cierto sentido a su título, si es que este se quiere aceptar.
La pregunta es ¿Este ejercicio y/o experimento puede ser considerada arte cinematográfico? ¿Una obra para el séptimo arte? Respetando su justificación “fantástica”, muchos puristas y defensores podrían alegar que sí, pero desde un punto de vista estricto donde es necesario al menos una estructura narrativa, muchos detractores podrían decir que no. En este último punto, la cinta de Carax se asemeja más a una serie de videoclips conectados por el subir y bajar de una “bendita limusina”, incluso a veces musicales, posicionados casual y curiosamente en la mitad y antecediendo al acto final del mismo metraje para ayudar al ritmo de la misma (El plano secuencia del acordeón se ha posicionado como uno los momentos favoritos del 2012 para su servidor a pesar de todo).
En cuestiones de su desarrollo, a Carax le es imposible sostener el ritmo de su cinta también gracias a la naturaleza de la misma. Para el último tercio la inclusión musical de Kylie Minogue y el dramatismo supliendo el tono fantástico desmeritan incluso el surrealismo mostrado ¡Ya no se diga la insulsa búsqueda del elemento explicativo! El cual recae en los momentos más absurdos del film y en donde se comprueba que el director simplemente decidió rebasar esa ya mencionada y delgada línea que identifica y resguarda a este tipo de cineastas y sus obras.
Mención honorifica para la versatilidad histriónica de Denis Lavant, el cual funciona a favor del relato y se muestra como una extensión del estilo y visión de su director (Con el cual ya había trabajado en la mejor lograda y de culto The Lovers on the Bridge). La fotografía y el retrato de un París cómplice del relato es excepcional, sin tampoco olvidarnos de algunas piezas musicales que se quedan incrustadas en la memoria.
¿Hay que verla?
Complicado. Para el espectador promedio amante de una cartelera comercial y convencional es justo, necesario y comprensible evitarla; para el ser mas adepto a apreciar este tipo de ejercicios cinematográficos, sería interesante contar siempre con la opinión sobre una obra que no llamaría compleja, sino sencillamente absurda aún en el tono y estilo en la que esta filmada ¡Ojo! Aún cuando hay retazos de brillantez y su estética es impecable, hay que tener reservas para este tipo de experimentos de autor que optan mas por filmar su misma excentricidad que una trama comprensible o balanceada en la corriente surrealista, en el habla vulgar, Carax decide plasmar su “chaqueta mental”, por lo tanto, sí, muchos espectadores se sentirán ofendidos, defecados, robados y ultrajados, más aún cuando la bendición motorizada consiste en carros parlantes al estilo Cars de Pixar.
En lo personal, Carax al menos se ha burlado por primera y última vez de este cazarrecompensas, pero la decisión de abordar la limusina esta en ustedes, ya sabiendo las consecuencias.
6 Comments
Directo al DVD, no se diga más
-¿Qué es lo que te hace continuar, Oscar?
-Lo mismo que me hizo empezar: la belleza de actuar
-¿La Belleza? Dicen que está en el ojo, en el ojo del espectador.
– ¿Y si no hay espectadores?
Una película que entrega interesantes reflexiones sobre el cine, desde aquel tipo (que no es otro que el propio Carax) abriendo la puerta secreta a la sala de cine con espectadores dormidos, hasta el propio personaje interpretado por Lavant.
Imperfecta, pero compensa sus peores momentos (ese final…) con otros fascinantes como la escena de la pantalla verde, los dos números musicales (discrepo respecto a la escena con la Kyle, para mí de lo mejor del film) o la emocionante escena donde Oscar hace de viejo moribundo.
Digna representante de lo bueno que dio el 2012.
PD: Para mí, lo mejor del año es It’s Such a beautiful day, una de las mejores obras de animación de los últimos años, está en internet para descargar, no se la pierda!
Interesante punto de vista y sobre todo respetable mi estimado aunque no concordemos. Es lo bonito en cuanto a la impresión y emociones causadas por este arte. Aunque insisto, el surrealismo descrito me parece absurdo y ridiculo concuerdo en que hay muy buenos momentos en esas transformaciones del protagonista. La pelicula si hipnotiza, sin embargo creo que la estructura argumental es fallida y hasta cierto punto algo muy divagador de parte de Carax. Las interpretaciones de Lavant son excelsas, eso que ni que
Mi estimado, saludos y gracias por su opinion
Lo siento. difiero. no he leído más criticas tuyas, pero creo que me basta decir que hace falta ver lo escencial en la historia del cine para decir, que el cine es una estructura narrativa.
Creo que te quedas con lo menos, sin abrirte a lo más.
La película me parece buena, no brillante pero buena, pero me inquieta pensar que creamos que hay alguien que quiere aprovecharse de tí en el momento en el que te ofrece una pieza que no pretende darte todo masticado, que te deja ser, te deja entrar en el complejo mundo de la relación entre espectador-pantalla, entre las fronteras de la realidad (perdona, usar el término surrealista me parece pobre a estas alturas del partido…) y las fronteras de la ficción y del relato.
Dicho esto. suerte.
No tiene porque sentirlo estimada, es su punto de vista y es bastante respetable.
También diferimos pues en ningún momento su servidor se queda con lo “surrealista” y creo que en la crítica esta mas que dicho, sobre todo en la introducción de la misma para después exponer mi punto de vista sobre el desarrollo de la cinta.
A mi no me pareció buena, sin embargo tiene que aportar, como también lo menciono. Mi estimada, el último párrafo es lo que sentí en lo personal (y lo separo del texto en general por lo mismo), pero en ningún momento esta crítica intenta desechar totalmente el film de Carax, al contrario, creo que no es una obra para todo el público y se tiene que ver con reservas, al fin y al cabo un ejercicio para la interpretación de cada ser.
Le agradezco su punto de vista y la invito a leer otras críticas. Saludos y suerte