Horizon: An American Saga – El exceso de western hace daño
Todo en esta vida en exceso hace daño, el tomar, el hacer ejercicio, el consumo de vitaminas, el dormir, el trabajar, y si, hasta el bello western. Kevin Costner, necio como él solo y tras su salida abrupta de Yellowstone, se le ha ocurrido caer en uno, y ese es hacer una antología de cuatro películas (de tres horas cada una) sobre su género favorito, pero el problema no es que ya seamos pocos los privilegiados en apreciar la hermosura del “western”, sino que la narrativa y personajes de su primer capítulo sencillamente no funcionan, llevándolo a un fracaso comercial, mediático y de crítica al presentarse en Cannes y estrenarse en HBO (incluso en algunos países ni siquiera el lanzamiento fue tomado en cuenta), poniendo en peligro hasta el estreno casi inmediato de su segunda parte (destinada para el 7 de septiembre).
El cuestionamiento es obvio ¿Por qué Kevin pensó que era buena idea hacer una película de 12 horas partida en cuatro capítulos, pudiendo hacer mejor una serie? La pregunta se agrava cuando el propio Costner ya ha levantado seriales western como Hatfield & McCoys, considerada como uno de los mejores esbozos narrativos del género ¿Hay algo en Horizon: An American Saga que valga la pena para que un amante del salvaje oeste se rinda ante un pasional Kevin Costner y su ambiciosa pero machucada antología? La respuesta es “si”, poco, pero “si”.
Horizon: An American Saga se rige bajo la narrativa coral al establecer hasta ahora “mínimo” seis historias sobre los diferentes ángulos y arquetipos históricos – fílmicos de la época de asentamiento del salvaje oeste: pistoleros, bandidos, prostitutas, damiselas en huida, rancheros – ganaderos, mercenarios, colonos, soldados e indios nativos. El problema es que menciono la palabra “mínimo” porque ni siquiera Costner es capaz de delimitar correctamente dichas historias y personajes, con una edición que brinca de manera confusa entre los distintos arcos de un primer capítulo en donde nada, repito, nada llegará a cruzarse.
Como lo leen, este primer episodio de tres horas de Horizon: An American Saga es apenas un prologo que no cuenta con cohesión argumental alguna más que el de su entorno y/o época, y en donde Costner se dedica solo a introducir a sus distintos personajes e historias de manera muy vaga. El principal problema es que algunas de estas apenas arrancan a desarrollar su conflicto, pero otras ni siquiera tienen tiempo para hilar una conversación entre los protagonistas del arco en cuestión, e incluso, la estelarizada por el propio Kevin es de manera egoísta la más atractiva al tener variados elementos de crecimiento y desarrollo de sus personajes (¡Vaya cabrón envidioso!) dejando olvidados al menos al 50% de sus arcos que acompañan un muy disperso montaje.
En la parte técnica es donde encontramos los mejores atributos de Horizon: An American Saga. Es notable como Kevin Costner profesa un amor desmedido al western, sobre todo al “fordiano”, al incluir no solo un entorno, sino un tono de luz y un juego de planos para cada arco y/o arquetipo. Así mismo, es evidente que a Kevin Costner poco le importa la corrección, pues al menos en este primer episodio los indios fungen como los principales y sanguinarios villanos, emulando la posición de muchos relatos de Ford con respecto a la resistencia nativa a los colonos “blancos”.
Horizon: An American Saga prácticamente se sostiene en ciertas secuencias que denotan la agilidad directiva de Costner, desde un práctico genocidio por parte de los indios hasta algunos pocos duelos. Así mismo es notable como la narración presta mayor importancia al rol de la mujer en el salvaje oeste sin que este resulte incomodo o forzado, lo cual conlleva algunos de los pocos buenos valores argumentales al exponer la fragilidad y fuerza de esta figura muchas veces olvidada en un paraje y época donde si existió y si sufrió.
Otro de los trucos en los que “Horizon: An American Saga” basa su excesiva duración y poco desarrollo es la presentación de sus personajes, o mejor dicho de sus actores, as bajo la manga para que el espectador adivine o descubra todos los nombres inmiscuidos en esta ambiciosa antología: Sienna Miller, Sam Worthington, Danny Huston y Michael Rooker en uno de los arcos, Luke Wilson y Will Patton en otro, Jena Malone y Abbey Lee cruzando caminos con el de Kevin Costner. Estos serán los más llamativos, siendo el de Costner el que guarda los mejores momentos al incrustar una misteriosa búsqueda con carismáticos mercenarios villanos, desarrollando un par de excelentes secuencias repletas de tensión en la que los fanáticos tratarán de justificar todo el visionado.
A pesar de las buenas intenciones, es obvio que Kevin Costner es una leyenda viva capaz de combinar en este punto de su carrera la testarudez con la pasión ¿Es justificable? Si se mira del lado de un cineasta y actor consolidado tratando de alcanzar su mayor proyecto a manera de legado, si lo es, pero si se mira de lado de la ejecución y calidad del producto, no.
El western no está muerto, sino solo disperso (y si no me creen vean The Dead Don’t Hurt, próxima crítica y sin duda una de los mejores ejemplos del género en los últimos años), pero Kevin Costner ha decidido con todo su poder cohesionarlo TODO bajo unas muy pobres y cuestionables decisiones comerciales y/o narrativas. Para el fanático de este bello género, como lo es su servidor, será fácil aguantar y disfrutar esta primera etapa repleta de mediocridad y algunos buenos momentos, pero si se es un espectador no adepto al género, es mejor alejarse de Horizon: An American Saga sin ninguna consecuencia de por medio.
La segunda parte de Horizon: An American Saga tendrá su preestreno en el marco del Festival de Venecia. Con el 50% de la antología aún sin producir y con el peligro inminente de otro fracaso crítico y comercial, Kevin Costner tendrá que ver el horizonte y forjar su propio destino, el cual muy probablemente sea mandar a chingar a su madre a todos y acabar las 12 horas de su carta de amor al western y a John Ford.