Horrorland: Un parque de escasas atracciones

Los elementos que caracterizan las diversiones infantiles se convirtieron, durante las décadas de los 80’s y 90’s, en símbolos del cine de terror. Fue entonces que, de pronto, los niños de aquella época le teníamos miedo a un payaso que prometía flotar al lado de un globo rojo, o nos causaba pánico un muñeco pelirrojo en overol que quería ser nuestro compañero fiel. Incluso aquellas dulces mascotitas que envilecían y atacaban conforme se les echaba agua y se reproducían nos arrebataron varias noches de sueño.

Hoy tenemos en cartelera una nueva oferta del género con otro ícono del entretenimiento pueril, que ostenta el nombre de ‘Horrorland’. Esta cinta tiene como protagonista a Fiona (Wilma Lidén), una chica que trabaja como encargada del parque de atracciones Liseberg, y a quien le ha tocado acompañar a un grupo de adolescentes a hacer un recorrido VIP dentro del mismo, quienes además resultan ser sus examigos. Al tiempo que hacen la visita y disfrutan los juegos mecánicos, los va siguiendo un sujeto al que no alcanzan a advertir, y que está dispuesto a hacer de esa noche una cruda masacre.

Se adivina desde la lectura de la sinopsis que ‘Horrorland’ entra dentro del subgénero conocido como slasher, y es verdad que cumple con todos los requisitos que le determinan: hay un grupo de jóvenes rebeldes y arrogantes que no miden las consecuencias de su comportamiento, hay un ser que los persigue con significativo resentimiento, el contexto de fondo incluye estupefacientes, las armas que se utilizan son punzocortantes… Respecto a ello, a la película no puede criticársele. Sin embargo, esto se desarrolla de una manera perezosa y falta de imaginación. Quizá, siendo nobles con su director (Simon Sandquist) y sus guionistas (Marten Gisby, Filip Hammarstrom y Henry Stenberg), sería meritorio señalar que las muertes que observamos tienen su grado de creatividad, mucha de ella gracias al escenario en el que eligieron situar la trama.

Fuera de ese acierto, el resto de ‘Horrorland’ deja que desear a la hora de evaluar sus partes individuales. La cinematografía de Andres Rignell se apoya en exceso de la oscuridad, por lo que gran porción del filme nos tiene entrecerrando los ojos para divisar correctamente. Se entiende perfecto que es un recurso para camuflar la posición del antagonista, pero, dada la opacidad con la que se lleva a cabo, genera tedio en lugar de misterio. Los actores, por otro lado, son posiblemente la pieza más floja de ‘Horrorland’: Guapos y desfachatados sí, pero carentes de cualquier expresión creíble. Mientras suceden los crímenes, huyen del homicida o son acorralados, mantienen el gesto con emociones mínimas o nulas, contagiando al espectador de su evidente ausencia de agitación.

Evocando el espíritu de recientes realizaciones como ‘Fear Street’ o las actuales entregas de ‘Scream’, así como de libros de autores como E. Lockhart o Lucy Foley, ‘Horrorland’ se suma a los intentos de destacar en un mar de hechuras similares. Tristemente, no sólo falla en ese propósito, también desperdicia un sitio que daba infinitas oportunidades para la originalidad y el gore, que se muestra súper limitado. Probablemente entretenga al público cautivo de los sustos aunque, con las múltiples buenas propuestas exhibidas este 2024, lo más seguro es que más bien pase de largo.

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Acerca del autor

Ale Vega    

Fan del cine, la lectura y el fútbol, y siempre a favor de las propuestas que incomoden y cuestionen. Fiel creyente de que el arte no debería calificarse con estrellitas ni medirse a través de la taquilla. Todo lo vivo como un tiro al travesaño.


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