I Am Celine Dion: Himno al amor
En 2022, la cantante canadiense Celine Dion sorprendió al mundo al revelar que fue diagnosticada con el síndrome de persona rígida, una enfermedad rara cuya probabilidad de padecerla es de 1 entre un millón. La principal característica de esta enfermedad son episodios de rigidez y espasmos musculares en los músculos del tronco, brazos y piernas, que a menudo se producen por una sensibilidad aumentada al ruido, al tacto o como respuesta a un sobresalto.
Sin miedo y mostrándose sin tabúes, Celine Dion, a través del lente de la directora Irene Taylor Brodsky, cuenta su historia de vida personal de manera honesta, con un solo objetivo: evitar que una enfermedad defina su persona y su carrera.
El documental comienza de manera directa mostrando el problema principal: un encuadre de un espasmo claustrofóbico. Luego, salta a la mansión de Celine Dion, donde cara a cara explica por qué esta enfermedad tiene injerencia en su carrera como cantante y por qué ha decidido abandonar los escenarios.
En este punto, la cinta pudo haberse ido por dos caminos fáciles: ser un documental sensacionalista sobre la enfermedad de Celine Dion o una biografía cronológica soporífera de la cantante. Sin embargo, entendiendo que el objetivo es dignificar y humanizar a la figura, se ancla en un retrato más íntimo, combinando episodios del día a día de Celine con videos antiguos de momentos musicales y personales de la cantante, así como con segmentos de entrevistas que Dion otorga para el documental. Esto da como resultado una narrativa no lineal, pero en la que cada segmento, definido en estas tres vertientes, construye el retrato particular de la artista
Quizás los momentos más destacables sean aquellos en los que Dion regresa a sus orígenes y a su entorno personal, pues es allí donde se resalta de manera orgánica su amor por la música, tomando el canto como parte fundamental de su esencia. Se acentúa que lo que Celine está viviendo no solo le afecta en un plano físico y emocional, sino también en su naturaleza e identidad. Precede a estos momentos un acto final desgarrador, donde no solo se reflejan los intentos de la artista por volver a cantar, sino también parte de la crisis física y emocional que atraviesa. Es sumamente doloroso, no solo por lo crudas que son las imágenes de los espasmos que sufre Celine Dion, sino por la lucha de la artista y su intento de, a pesar de las limitaciones físicas, seguir haciendo lo que más ama en la vida.
La solidez del retrato humano que se construye de Celine Dion desde su trinchera evita que caiga en los terrenos sensacionalistas y, en su lugar, nos muestra una perspectiva de seguir dedicándose a lo que más ama pese a las circunstancias. La reconstrucción de su identidad, con la música y el canto como elementos clave para enfrentar esta vicisitud, refleja que Celine buscará caminos para regresar a ellos, superando cualquier barrera física para que su pasión por el arte sea la que tome control de su esencia. Bello y conmovedor.
Calificaciones:
– Dirección: 3.7
– Guion: 3.8
– Extras: 1.0
– Calificación total: 8.5
Una de las mayores cualidades de la cinta es alejarse de los clichés que suelen rodear este tipo de historias. Además, ya sea que seamos fanáticos o no (como en mi caso, que apenas conozco cinco canciones, incluyendo la del barquito de Cameron), logramos entender, comprender, congeniar, llorar, sufrir y amar a Celine Dion.
La historia de Celine Dion está fácilmente a la altura de las epopeyas deportivas que se escriben en los Juegos Olímpicos, de aquellos hombres y mujeres que traspasan los límites de lo físico para alcanzar la cúspide del éxito. Si este documental terminara con la que, por el momento, es su última actuación en vivo, interpretando “Himno al Amor” en la inauguración de los Juegos Olímpicos, sería el final perfecto para “I Am Celine Dion” y quizás el inicio del renacer del ave fénix, que hoy sorprende al mundo con un nuevo canto de amor.
Con lo mostrado en pantalla y lo que acontece en la realidad, este es un relato humano sobre la importancia de saber quiénes somos, para que la enfermedad o las limitaciones físicas no terminen por definirnos y podamos seguir luchando por hacer lo que más amamos. Sobre todo, es un himno al amor propio, no desde el hedonismo ni la soberbia, sino desde el idealismo y la dignidad. Celine Dion e Irene Taylor cantan esta melodía desde el corazón y la convierten en arte.
Que las limitaciones físicas jamás definen quién eres sino sea el amor hacia el prójimo, a ti mismo y lo que te gusta lo que te defina y distinga de los demás.