I Know What You Did Last Summer: Todos deben ir a terapia
Con una mayor proliferación de nuevas propuestas (tanto buenas como malas), el terror empieza a presentir un estancamiento en lo que respecta a algunos de sus subgéneros. Uno de los más afectados es el slasher, pues ya luce estancado y falto de ideas en comparación a otras variantes que tratan de alternar entre la innovación y el respeto a lo antiguo, pero sin señales de mejora. Por el éxito que tuvo la revitalización de “Scream” con sus últimas 2 entregas, era cuestión de tiempo para que su obra hermana pasara por el mismo tratamiento. Tras ver la nueva entrega de “I Know What You Did Last Summer”, es obvio que no todas las películas antiguas necesitan volver.
¿Qué pasa cuándo, aparte de no mejorar la historia, se hace menos con el material? Una trama superficial, repetitiva y que hasta falla en aspectos técnicos como la fotografía y la edición. La calidad de imagen podrá ser mejor, pero se descuida conforme avanza, teniendo a los actores cubriendo parte de la escena con un enorme hueco a sus lados sin algo que pudiera adornar ese espacio. La edición aporta un ritmo estable que la hace fácilmente digerible, pero se atrofia alargando escenas y afecta el desface que causa una inconsistencia en el tono. Siguiendo la misma historia de la obra original de 1997, pero con otro elenco, en la nueva I Know What You Did Last Summer todo está rebajado para la audiencia moderna, incluyendo nostalgia, las redes sociales y el empoderamiento femenino. Se quiere anclar al pasado con varios guiños a la original, pero sin proponer algo novedoso o llamativo, quedándose a medias entre ambas.
Pese a lo anterior, al inicio de I Know What You Did Last Summer parece que tomará un rumbo propio sin incurrir tanto a la original. Pero apenas aparece el cameo que todos quieren ver, la historia comienza a introducir escenas con esos mismos personajes antiguos, lo que le da menos oportunidad de valerse por sí misma. Por si fuera poco, conforme avanza pierde identidad y comienza a copiar escenas y momentos ya no de la película original, sino de otras del subgénero, destacando una escena onírica (con cameo de Sarah Michelle Gellar incluido) que recuerda a “Nightmare on Elm Street”. Los daños no acaban ahí, pues la figura del pescador con garfio recibe tantos golpes de sus víctimas que se asemeja más a Ghostface. No está mal que las víctimas sepan defenderse del asesino, pero la forma en que lo hacen raya en la comedia involuntaria (por si el daño causado por “Scary Movie” no fuera más grave).
Las muertes a lo largo de I Know What You Did Last Summer son inconsistentes, nuevamente, inician bien con mucha sangre y ejecuciones gráficas, pero para la segunda mitad se suavizan mucho. Ya no hay cortes al cuerpo con el garfio o ser atravesados con un arpón, sino que se opta por el ahorcamiento y los disparos, que tienen lo suyo, pero no es lo mismo (la sangre desaparece en esta parte). La directora intenta profundizar en el tema del trauma y cómo puede cambiar a una persona que no los ha resuelto, pero Jennifer Kaytin Robinson lo trata con superficialidad y lo aplica más a los antiguos personajes en vez de a los nuevos.
Por cierto, si eres de los que querían ver otra vez a Jennifer Love Hewitt tras 13 años de no hacer nada en la pantalla grande, quedarás decepcionado no sólo porque apenas sale en 3 escenas, sino que las nuevas víctimas no tienen ni la mitad de su carisma y son bastante sosos. Mientras que, por los cambios antes mencionados, el pescador se convierte en objeto de burla por su intrascendencia. Para empeorar las cosas, hay un giro cerca del final que echa a perder todo el planteamiento sobre la identidad del asesino.
En caso de hacer otra versión, lo ideal hubiera sido que Mike Flanagan dirigiera una adaptación más fiel al libro de Lois Duncan (como originalmente se planeó), pero esta cuarta entrega es la muestra de que la película original no debió tener otra continuación. La original “I Know What You Did Last Summer” sigue siendo la misma película mediocre que fue en su estreno, prueba de que nunca terminó por congeniar con su generación. Al menos continúa funcionando como comedia involuntaria (por eso todavía es un gusto culpable para algunos, incluyéndome), en cambio ésta quedará en el olvido. Lo peor es que todo indica que tendrá secuela, marcando punto final a este híbrido de secuela y remake que a lo mucho es mejor que la segunda parte. Por cierto, ¿qué pensarán las feministas que Freddie Prinze Jr., siendo todavía un mal actor, termina siendo el personaje más congruente de toda la cinta?
Bueno, al menos siempre nos quedará esta escena para echarnos unas risas: