Karate Kid: Legends – Lo mismo, lo mismo, lo mismo de siempre

Van ya seis películas y una serie sobre Karate Kid, y tal como nos lo enseñó el querido Señor Miyagi en aquella cinta juvenil y de culto ochentera, el aprendizaje básico del karate (y también del kung fu según el Señor Han) se basa en la repetición de actos para formar una disciplina; ya sea el de pintar una cerca, encerar un piso, quitarse y ponerse una chamarra, o como este caso específico, repetir el argumento de siempre (solo cambiando sexo o color de niño a niña, luego a afroamericao y ahora a chino), Karate Kid: Legends utiliza estas sabias enseñanzas y construye otro vehículo formuláico, predecible y con un montaje de videojuego que llega a verse tan espantoso, que incluso rompe la emotividad o tensión que algunos de sus productos si lograron encausar. Con una escena post créditos y aferrándose aún a la fama de la mediocre serie “Cobra Kai”, Karate Kid: Legends es lo mismo de siempre, pero en diferente escenario, con otro “jefe” a vencer y con menos gracia y estructura de viejos y/o nuevos personajes. Un producto muy básico que se repite y repite y repite…

Van ya seis películas y una serie sobre Karate Kid, y tal como nos lo enseñó el querido Señor Miyagi en aquella cinta juvenil y de culto ochentera, el aprendizaje básico del karate (y también del kung fu según el Señor Han) se basa en la repetición de actos para formar una disciplina; ya sea el de pintar una cerca, encerar un piso, quitarse y ponerse una chamarra, o como este caso específico, repetir el argumento de siempre (solo cambiando sexo o color de niño a niña, luego a afroamericao y ahora a chino), Karate Kid: Legends utiliza estas sabias enseñanzas y construye otro vehículo formuláico, predecible y con un montaje de videojuego que llega a verse tan espantoso, que incluso rompe la emotividad o tensión que algunos de sus productos si lograron encausar. Con una escena post créditos y aferrándose aún a la fama de la mediocre serie “Cobra Kai”, Karate Kid: Legends es lo mismo de siempre, pero en diferente escenario, con otro “jefe” a vencer y con menos gracia y estructura de viejos y/o nuevos personajes. Un producto muy básico que se repite y repite y repite

Van ya seis películas y una serie sobre Karate Kid, y tal como nos lo enseñó el querido Señor Miyagi en aquella cinta juvenil y de culto ochentera, el aprendizaje básico del karate (y también del kung fu según el Señor Han) se basa en la repetición de actos para formar una disciplina; ya sea el de pintar una cerca, encerar un piso, quitarse y ponerse una chamarra, o como este caso específico, repetir el argumento de siempre (solo cambiando sexo o color de niño a niña, luego a afroamericao y ahora a chino), Karate Kid: Legends utiliza estas sabias enseñanzas y construye otro vehículo formuláico, predecible y con un montaje de videojuego que llega a verse tan espantoso, que incluso rompe la emotividad o tensión que algunos de sus productos si lograron encausar. Con una escena post créditos y aferrándose aún a la fama de la mediocre serie “Cobra Kai”, Karate Kid: Legends es lo mismo de siempre, pero en diferente escenario, con otro “jefe” a vencer y con menos gracia y estructura de viejos y/o nuevos personajes. Un producto muy básico que se repite y repite y repite

Van ya seis películas y una serie sobre Karate Kid, y tal como nos lo enseñó el querido Señor Miyagi en aquella cinta juvenil y de culto ochentera, el aprendizaje básico del karate (y también del kung fu según el Señor Han) se basa en la repetición de actos para formar una disciplina; ya sea el de pintar una cerca, encerar un piso, quitarse y ponerse una chamarra, o como este caso específico, repetir el argumento de siempre (solo cambiando sexo o color de niño a niña, luego a afroamericao y ahora a chino), Karate Kid: Legends utiliza estas sabias enseñanzas y construye otro vehículo formuláico, predecible y con un montaje de videojuego que llega a verse tan espantoso, que incluso rompe la emotividad o tensión que algunos de sus productos si lograron encausar. Con una escena post créditos y aferrándose aún a la fama de la mediocre serie “Cobra Kai”, Karate Kid: Legends es lo mismo de siempre, pero en diferente escenario, con otro “jefe” a vencer y con menos gracia y estructura de viejos y/o nuevos personajes. Un producto muy básico que se repite y repite y repite

Van ya seis películas y una serie sobre Karate Kid, y tal como nos lo enseñó el querido Señor Miyagi en aquella cinta juvenil y de culto ochentera, el aprendizaje básico del karate (y también del kung fu según el Señor Han) se basa en la repetición de actos para formar una disciplina; ya sea el de pintar una cerca, encerar un piso, quitarse y ponerse una chamarra, o como este caso específico, repetir el argumento de siempre (solo cambiando sexo o color de niño a niña, luego a afroamericao y ahora a chino), Karate Kid: Legends utiliza estas sabias enseñanzas y construye otro vehículo formuláico, predecible y con un montaje de videojuego que llega a verse tan espantoso, que incluso rompe la emotividad o tensión que algunos de sus productos si lograron encausar. Con una escena post créditos y aferrándose aún a la fama de la mediocre serie “Cobra Kai”, Karate Kid: Legends es lo mismo de siempre, pero en diferente escenario, con otro “jefe” a vencer y con menos gracia y estructura de viejos y/o nuevos personajes. Un producto muy básico que se repite y repite y repite

Seamos sinceros, y es que Karate Kid nunca ha sido una buena saga (salvo su ejercicio original, que es entretenido gracias a la dirección y a Pat Morita), y esta secuela boba, genérica y absurdamente nostálgica no cambiará eso.

Gracias Señor Miyagi por tanta repetición.

 

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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