Karate Kid: Legends – Poder y Nostalgia.
¡Qué buen momento para estar vivo! Después del glorioso final de Cobra Kai de Netflix (así se hace un guión, carajo!), en Karate Kid: Legends tenemos una digna y entretenida continuación del “Miyagiverso” aderezada con secuencias de acción más espectaculares y un verdadero banquete para los entusiastas de las artes marciales.
Luego de aquel desafortunado intento de reboot en 2009 estelarizado por Jaden Smith, Ralph Macchio y Jackie Chan realizaron un movimiento maestro al unir ambos universos, uniendo efectivamente verdaderas legendas y, para regocijo de quienes amamos las artes del combate, mostrando diversos estilos de lucha sin caer en el cliché de intentar demostrar la supuesta superioridad entre uno y otro.
Dirigida por Jhonatan Entwistle, nos narra las desventuras de Li Fong (Ben Wang), quien deja su natal Beijing por Nueva York debido a una tragedia personal. Allí conocerá a Mia (Sadie Stanley) y el romance nacerá. Una serie de infortunios forzaran a Li, ávido practicante de Kung Fu bajo la tutela del Shifu Han (Jackie Chan), a participar en sendo torneo de karate en La Gran Manzana. Puesto que Li desconoce la disciplina creada en Japón, Shifu Han buscará a Daniel LaRusso (Macchio), heredero del estilo Miyagi, para instruir a Li. Complementan el resparto Ming-Na Wen, Aramis Knigh y Joshua Jackson.
¿Predecible? Totalmente ¿Personales unidimensionales? Absolutamente ¿Humor sencillo? Completamente ¿Drama y complejidades morales? Ni por asomo ¿Grandes actuaciones? ¡Bah! Karate Kid: Legends es como una deliciosa pizza de peperoni con orillas rellenas (guiño, guiño): cumple lo que promete, ni más ni menos. Nostalgia para los que rebasamos los 40, mucho fan service, secuencias de artes marciales espectaculares y una historia de redención y triunfo sencilla, sin grandes aspavientos ni pretensiones oscariles. Insisto, es una pizza en una pizzería, no un platillo de Gordon Ramsay en Londres.