La habitación de al lado: La eutanasia al estilo Almodovariano.
Hay pocas expresiones artísticas cuyo significado y valor se asocia directamente a un movimiento tan potente como la ‘Movida Madrileña’ como el cine de Pedro Almodóvar, característico por su irreverencia, su rebeldía y su creatividad. El director español había venido construyendo el camino para su inevitable ‘internacionalización’ (‘americanización’ sería más correcto) con resultados más bien irregulares; la correcta ‘The human voice’ dividió a la crítica mientras que la desastrosa ‘Strange way of life’ pasó de largo tanto en su corrida comercial como festivalera; ambos mediometrajes fungieron como ejercicio para el primer largometraje en inglés de Almodóvar: La habitación de al lado. Los resultados, a juzgar por el León de Oro en Venecia, parecen favorables sólo para el propio manchego, pues para los fans del estilo característico del director, resulta una estrepitosa decepción.
La historia de ‘La habitación de al lado’ nos muestra el reencuentro de dos amigas de la juventud, Martha e Ingrid, que no se han visto en muchos años, periodo en el que ambas han triunfado profesionalmente en sus áreas, una escritora y otra periodista de guerra. El reencuentro trae una petición de una de ellas, que padece de cáncer, hacia la otra para que le acompañe en el proceso que decidió de aplicarse la eutanasia.
Con esa premisa, teníamos la perfecta telenovela, género casi exclusivo en el cual el director español se mueve con maestría. Las expectativas se fueron elevando cuando se supo que protagonizarían no una, sino dos actrices ganadoras del Oscar, Tilda Swinton, con quien Almodóvar ya había filmado ‘La voz humana’, y Julianne Moore, que a la postre terminan siendo de lo mejor de la película.
‘La habitación de al lado’ falla en su escritura, no sólo por la poca naturalidad de sus situaciones (algo que tal vez no molestaría si el ‘estilo Almodóvar’ estuviera ahí, cosa que no sucede), sino por lo genérico y hasta aburrido de su narrativa. Parece que Pedro toma la novela ‘¿Cuál es tu tormento?’ de Sigrid Nunez y escribió el guion abandonando su esencia melodramática y folclórica para contar la historia de la forma más deslactosada posible, sin grandes giros o acontecimientos que nos hagan llorar / reír / atormentarnos. Seguramente que esto obedece a que Almodóvar no quiso arriesgar de más en su primera gran producción internacional. Choca más pensar que los estudios hollywoodenses no le pusieron límites ni condiciones, por lo que las razones de esto nos llevan a un ‘miedo’ del director por perder si arriesgaba tanto.
Es verdad que, en términos objetivos, hay una pulcritud en la escritura, pero es precisamente eso lo que hace que La habitación de al lado sea un relato genérico al no contar con ninguno de los recursos narrativos insignes del director. Puede ser que hay un excesivo cuidado al trabajar en un idioma que Pedro nunca ha dominado y eso le quita toda emoción. Ha sacrificado sus divertidos juegos de palabras, situaciones de comedia involuntaria y frases icónicas en pos de un correcto uso del lenguaje. Y eso también le ha salido al revés, con mucha crítica occidental indicando que hay palabras y frases que no se usan en el día a día de los angloparlantes.
Donde también hay pulcritud es en otros apartados técnicos de La habitación de al lado que, de no ser por ellos, no podríamos darnos cuenta que estamos viendo una película de Almodóvar; principalmente el diseño de producción, con los colores, mobiliarios y arte característicos del manchego. También la maestría de Alberto Iglesias, aunque en algún punto parece ir en otro sentido distinto a lo que estamos viendo, pero, sin duda, el (poco) dramatismo está marcado por su música. La fotografía de Eduard Grau también sobresale, elegante y envolvente en los picos emocionales de los personajes.
Y en los personajes de ‘La habitación de al lado’ es donde vemos bullir uno de los puntos fuertes de Pedro Almodóvar, la dirección de actores. Tilda Swinton está perfectamente compenetrada en su papel de enferma terminal, mostrando matices de un personaje otrora fuerte y resiliente ante su ocaso en el mundo terrenal. Si bien Julianne Moore está un poco en un punto seguro, sin arriesgar, es su innegable química con Swinton lo que hace disfrutable las interacciones entre ambas, incluso en las situaciones más ñoñas e inverosímiles.
Es hasta los últimos 10 minutos de La habitación de al lado donde vemos atisbos del cine almodovariano, con un pequeño giro que recuerda inmediatamente a ‘Volver’. A una rayita de caer en lo absurdo, causando unas cuantas risas involuntarias, ese último momento es una bocanada de aire después de todo el soporífero relato previo.
Con todo, la crítica estadounidense por fin entiende a Almodóvar, precisamente porque su característico arriesgue está muy diluido; y la prensa europea, ya consagrada al estilo del manchego, clama una falta de emoción y contundencia. Sorprendió totalmente su León de Oro en Venecia. Pedro triunfó precisamente con su pieza más genérica, una que tenía todas las papeletas para convertirse en un clásico almodovariano, pero que es presa de una eutanasia a su propio estilo.