La Mesita del Comedor: El lado cruel del mobiliario o los límites del humor negro
Queridos lectores, seguramente como su servidor, en algún momento de su vida han disfrutado eligiendo los muebles destinados a ocupar un espacio en su casa, ya sea como objetos funcionales o solo decorativos. Bueno, eso de “disfrutar” es relativo porque cuando la decisión de adquirir la sala, la recamara, el trinchador, etc; están en manos de dos o más personas, el asunto puede tornarse más difícil de lo que parece.
Es justo lo que sucede cuando María y Jesús, una pareja cuyo matrimonio a todas luces no va bien, aparece en escena debatiendo en una tienda departamental la compra de la mesita del título, la cual está más fea que pegarle a Dios en semana santa. María (Estefanía de los Santos en plan odioso y aborrecible) se niega a llevar semejante esperpento, mientras que, Jesús (David Pareja con gesto de pa´qué me case), en el fondo tampoco está convencido de que sea la mejor opción, no obstante, como se suele decir vulgarmente “se monta en su macho” valiéndole sorbete la opinión de la señora, con lo que, según él, demuestra superioridad al tiempo que, recupera la dignidad perdida frente a al insulso pero persistente vendedor, oyente de las razones de su crisis matrimonial.
Hasta ese momento, la película se percibe como una comedia de humor negro, como si Woody Allen se pusiera en modo: ácido a rabiar. Aún no empieza la pesadilla y una sensación de agobio se apodera del espectador. Como cinéfilo uno intuye que se viene un filme del tipo La guerra de los Roses (Danny De Vito) protagonizado por unos conyugues dándose hasta con la cubeta, no obstante, comparada con La mesita del comedor, aquel filme ochentero es una linda cinta romántica.
Poco se puede – y se debe- decir sobre la trama porque el mínimo detalle corre el riesgo de convertirse en spoiler arruinando la ¿Diversión? Y aquí entra lo interesante, lo polémico. Para describir el filme utilizando únicamente adjetivos diría que es perturbador, cruel, despiadado, feroz y todos los sinónimos que vengan a la mente. No obstante, eso no implica que sea mala, ni que estemos ante un ejercicio de violencia gratuita pese a que, la sangre está presente la mayor parte del tiempo sobre todo en la mente del espectador quien, al igual que en La soga (Alfred Hitchcock) sabe cosas que los personajes desconocen, llegando así al pináculo del suspenso, la paranoia y como fue en mi caso, al de la desesperación. Por cierto, hablando de maestros del horror, por momentos la cinta remite a un excelso cuento de Edgar Allan Poe.
Doble espectáculo presencié al escuchar las risitas comprensiblemente nerviosas y, las risotadas, por demás escalofriantes de algunos miembros del público divertidos al escuchar diálogos coloquiales en otro contexto, pero cargados de mala leche y un humor malsano en éste, planteándome la pregunta ¿En verdad hay alguien que pueda considerar esto gracioso? ¿Tan lejos hemos llegado?
En mi opinión hablar de humor “negrísimo” es quedarse corto por lo TERRIBLE del asunto, el nudo en la garganta es consecuencia de ver una realidad que puede sucederle a cualquiera. En la mesita del comedor, no hay fenómenos sobrenaturales, el único monstruo y a veces el peor, es la conciencia que nos atormenta.
La mesita del comedor se estrena posicionada como la película de genero más galardonada en 2023 con 27 premios y múltiples nominaciones cosechando críticas positivas. Imperdible para el fanático del horror con atole en las venas, no recomendable para espectadores impresionables, con estomago delgado y corazón de pollo ¡Sobre advertencia no hay engaño!