La Noche Eterna del Baby’O: Crónica de un paraíso perdido.

Seamos honestos ¿qué esperarían ustedes de un documental original de Vix? Exacto, nosotros también. Por eso es que ‘La noche eterna del Baby’O’ resulta una gran sorpresa, porque es un, ya no digamos bueno, documental bastante decente que retrata la nostalgia de un lugar de ensueño como lo fue el afamado club de Acapulco.

Hablar de Acapulco sin mencionar su vida nocturna es como no hablar de él. Otrora perla del turismo nacional y latinoamericano, el puerto se encuentra ahora en decadencia total, no sólo víctima de feroces desastres naturales, sino también de un gobierno mezquino, desinteresado y cobarde ante un crimen organizado que acabó con él y de paso con el ingreso de millones de habitantes.

Pero mucho antes de esta decadencia, Acapulco fue un paraíso, uno mundial, donde lo mismo veraneaban Elizabeth Taylor o Frank Sinatra que sus homólogos nacionales María Félix y Pedro Infante. Con ello nació un verdadero parque de diversiones / centro nocturno que, con todo y sus caídas, hoy sigue siendo el destino de playa más querido por el mexicano promedio.

En esa mítica vida nocturna resaltó (y vigente hasta hoy) por décadas un club, el Baby’O, templo del mirreynato mexicano, si no es que incluso génesis de esa tribu tan infame. La inaccesibilidad de su cadena era directamente proporcional al deseo de cualquier turista por poner un pie en su pista de baile.

De esa magnificencia antrera nos habla el documental ‘La noche eterna del Baby’O’. Dirigido por Emilio Maillé (Rosario Tijeras, El sueño de ayer) y escrito por Guillermo Osorno, mejor conocido por ser escritor y periodista (Tengo que morir todas las noches, Revista Travesías). Y justo en la narrativa es donde vemos lo mejor de este material.

Es verdad peca un poco de no ahondar en el contexto de Acapulco, pues sólo vemos a Guadalupe Loaeza contar que Miguel Alemán fue quien impulsó el auge del puerto; y nos hubiera gustado saber un poco más de cuál era el estado de Acapulco antes de que eso sucediera, cuáles fueron los retos y los medios que estuvieron involucrados, etc. Sin embargo, Osorno recurre al recurso más socorrido de los últimos tiempos para llevar su relato a buen puerto: la nostalgia. Y aquí nos pega directamente a cualquier mexicano promedio que haya ido al puerto, ya fuera por vacaciones prolongadas o sólo un fin de semana. TODOS quisimos entrar al Baby’O. A eso iba uno a Acapulco. Muchos se conformaban con lograr entrar a otros clubes, pero ninguno fue ni será tan longevo ni emblemático como el Baby’O.

La noche eterna del Baby’O nos cuenta cómo surge el lugar, directamente de sus fundadores, de su arquitecto, de los amigos de ellos. Gran acierto del director darle voz no sólo a esas figuras, si no también a gran parte del personal que trabaja ahí, eso da gran cohesión a la idea de que son una ‘gran familia’.

A pesar de que muchos de los testimonios en La noche eterna del Baby’O vienen de las voces más grandes de la farándula nacional (Daniela Romo, Emmanuel, Mijares, Verónica Castro), las anécdotas están bien balanceadas, cuidando mucho que no se convierta en un ‘Ventaneando’, pero siendo lo suficientemente personales para que el espectador se meta de lleno y le den ganas de haber vivido esos momentos. Es verdad que algunas historias y testimonios sobran (´qué ganas de ver a la gran actriz (?) Sofía Castro decir que ANHELA poder llevar a sus hijos al Baby’O como a ella la llevaron sus papás, dijo nadie nunca), hay algunos de unos estudiantes que lo único que hacen es reforzar la parte más fea de esa posición de privilegio (clasismo y racismo) desde donde nace el lugar.

Hay una anécdota del cumpleaños de Juan Gabriel que es simplemente una oda a la vida nocturna de Acapulco y a la farándula nacional de ese momento.

‘La noche eterna del Baby’O’ es muy valiente al hablar de frente acerca del crimen organizado, es cauteloso al hablar de las autoridades, pero la situación y el contexto están clarísimos. Hay escenas muy fuertes de cómo han sido presa de eso.

Su narrativa es tan envolvente que uno pasa de largo las cualidades técnicas, y casi que mejor, porque no hay nada novedoso ni que resaltar en ese aspecto, SALVO la selección musical; al hablar de vida nocturna abarcando al menos 3 décadas, las canciones que visten las imágenes son una delicia para los amantes del pop/dance, pasando de géneros como el disco hasta Luis Miguel.

En conclusión, vea ‘La noche eterna del Baby’O’ un domingo en la tarde, déjese atacar por la nostalgia, una que duele no por lo que fue, sino por lo que ya no puede volver a ser al ver ese paraíso que el crimen le robó a México, a todos los mexicanos.

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Acerca del autor

Leo Idair    

MOCATRIZ (Modelo, Cantante y Actriz) en Instagram pero humanista en la vida real. Creo en las utopías pero sin dejar la realidad fuera. Dame una buena telenovela y estoy a bordo. Mi mamá me hizo cinéfago desde chiquito.


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