La Sirenita: Una mar sin sal.
Confieso, no sin algo de vergüenza, que el día de hoy traicioné todas mis convicciones: juré que no vería la versión en live-action de La Sirenita por mi odio a todo lo “progre – woke”, y no solo me metí al cine, sino que también, siendo un supuesto impulsor de la cultura fitness, vi la película acompañado de una inmensa bandeja de acnhos. Mea culpa, mea culpa.
Sorpresivamente no resultó aquello el suplicio progresista y feministoide que tanto se publicitó. Tampoco un insulto total a la película animada de 1989 que marcó el renacimiento de Disney… Así es, el más amargado colaborador de Cinescopia realmente la pasó bien con este polémico remake ¿Cómo será posible eso?
¿De qué va?
Ariel (Halle Bailey) es una sirena deseosa de integrarse al mundo de la superficie y más cuando se ha enamorado de un príncipe (Jonah Hauer-King) aún contra de los deseos de su padre, el Rey Tritón (Javier Bardem). Para lograrlo, hará un peligroso trato con la Bruja Del Mar Úrsula (Melissa McCarthy), lo cual por supuesto no saldrá del todo bien.
Basada en el cuento de Hans Cristian Andersen. Dirige Rob Marshall.
Una Adaptación Adecuada…
Para empezar, la trama se ubica en una isla ficticia en el mar Caribe y no en Dinamarca, por lo que el cambio de raza de Ariel y otros personajes tienen al menos una explicación.
Halle Bailey ofrece una actuación correcta y una interpretación maravillosa de las canciones clásicas. Del resto del reparto no hay demasiado que decir pues no hay mucha tela para cortar en cuanto a las actuaciones. Todos cumplen lo mínimo
… pero sin sazón.
Si bien resulta realista el fondo del mar tan opaco y oscuro, definitivamente se extrañan los rutilantes colores del clásico animado. El aspecto anatómicamente correcto de Sebastián y de Flounder es también apropiado, dado que haberlos hecho en CGI parecidos a sus contrapartes animadas hubiera sido espeluznante, pero al mismo tiempo no dejan de sentirse intrascendentes y carentes de vida. Salvo por el aspecto tenebroso de Úrsula, el resto de los efectos visuales se sienten limitados y con poco empeño.
Por otro lado, las nuevas canciones son totalmente olvidables y al igual que la mayoría de sus personajes, carentes de vida. En general, todo es correcto, pero sin emoción o un valor diferencial o agregado a la historia que ya conocemos.
Ni tan woke
Sin caer en spoilers, la publicidad que había girado en torno a supuestos discursos progresistas fue engañosa, pues no presenta ningún discurso ideológico “bobalicon”. De hecho, la existencia de la trama en un entorno caribeño compensa la opacidad de las escenas bajo el agua. Nada que los ultraderechistas deban temer.
¿Entretiene? Cumple su cometido en cuando a pasar un buen rato. Como todos los Live Action de Disney, es un divertimento fugaz sin pretensiones reales que se perderá en la intrascendencia pero a nadie hace daño.
¿Hay que verla?