Lady Bird, lo que todas fuimos o quisimos ser alguna vez
–No sabes lo que me ha costado mantenerte.
-¿Qué? ¿Es eso? Muy bien, dime, dame una cifra sobre cuánto te ha costado mantenerme, dímelo. Dímelo porque cuando tenga mucho dinero, te voy a pagar hasta el último centavo que te deba…
Cuando uno presencia este diálogo tan fuerte y emotivo, y se va atrás en el tiempo para verse a sí misma como una escuincla de 17 años queriéndose comer el mundo y tratando de esquivar cada maldita piedra que la vida insiste en poner en el camino, es sencillamente irresistible no identificarse y querer (un poquito) a Lady Bird.
Saoirse Ronan nos entrega una actuación fantástica y pueril de Christine “Lady Bird” al lado de Laurie Metcalf, Tracy Letts y un reparto de jovencitos encantadores como Beanie Feldstein interpretando a Julie, la mejor amiga de Lady Bird o Lucas Hedges, como el primer amor de Lady.
¿De qué va?
Christe, mejor conocida como “Lady Brid” (nombre con el que ella misma se bautiza), es la hija menor de una familia cuyos problemas económicos son cada vez más fuertes.
De personalidad extrovertida, su paso por el colegio del Sagrado Corazón en Sacramento, California, será toda una aventura que transcurrirá entre el eterno deseo de resaltar, ser amada y sacar su lado artístico pese a la dolorosa situación económica y sus problemas con su madre.
Sí, ya sé que así a primera vista, parece que estuviera relatando aquella telenovela del extinto canal de las estrellas, Muchachitas. Pero no, hay algo en el personaje de Christine que atrapa, que hace al espectador, cómplice de sus locuras, de sus fantasías y sus eternas ganas por salir de su ciudad, ir a la universidad que se quiere y estudiar lo que a uno le da la gana.
Entre situaciones chuscas pertinentes de la edad y la madurez que golpea la puerta de la cabeza al cumplir los 18, hace de la cinta dirigida por Greta Gerwig, un repaso por nuestra propia juventud. Esa que vivimos entre llantos y risas, entre arrepentimientos y aceptaciones; entre quiero pero no debo, o no debo pero quiero y lo haré.
Una comedia llena de dramas, gritos, risas y lágrimas que vale mucho la pena, sobre todo para aquellos que (sin intención) nos comenzamos a replantear qué fue de aquello que queríamos hacer y qué tanto hemos hecho para lograrlo. ¿Dónde quedaron nuestros sueños? Esperamos que no se hayan ido directo a una oficina sin encanto.
Además del precioso homenaje a Sacramento y esa fantástica rebeldía que habita en todos los colegios de monjas, Lady Bird llega al corazón. Solo de usted depende hacerle un huequito en él o sacarla a patadas, como todo aquello que sacó de sus pensamientos hace muchos, muchos años.