Las 10 Mejores Películas de Edward Norton
No queríamos perder la oportunidad de enumerar las mejores películas de Edward Norton, uno de los mejores actores de los 90, que si bien ha venido a menos en la última década, se ha posicionado en la cultura fílmica a través de duros y complejos personajes que lo han llevado al gusto generalizado de al menos dos generaciones.
Afectado por su mal carácter, Norton se ha encasillado en papeles secundarios y terciarios dentro de las filmografías de directores que solo parecen aguantarlo, siendo el más relevante Wes Anderson. Una lástima, pues siempre ha demostrado ser buen actor ¡y hasta director!
Aquí las 10 Mejores Películas de este camaleón.
10 – Cualquier película bajo la dirección de Wes Anderson
POR EL FETT
Edward Norton comenzaría a colaborar con Wes Anderson desde el 2012, convirtiéndose a partir de Moonrise Kingdom (donde hace una comiquísima intervención como el jefe de los scouts) en uno de los infalibles de su club actoral. Le seguiría la joya del 2014, The Grand Budapest Hotel, donde Norton de nuevo resaltaría como el oficial principal de la fábula. De ahpi en adelante compartiría la baja narrativa y presencial con Wes, prestando su voz para la no tan genial “Isle of Dogs”, para de nuevo aparecer en uno de los sketches de The French Dispatch y finalmente en la peor cinta del director hasta ahora: Asteroid City.
9 – Rounders (John Dahl, 1998)
Una de las mejores películas acerca del póker y las apuestas. Llena de grandes actores y en donde uno se pregunta qué pasó con esos proyectos que tomaban Matt Damon y Edward Norton al principio de sus carreras. Cimentada por un gran guion, y dentro del apogeo juvenil actoral de ambos histriones, nos muestra el dilema de un joven entre seguir la pasión como jugador de póker o seguir en su trabajo cómodamente estable como abogado, pero sin satisfacción. Con un también excelente John Malkovich, usted no debe perderse este film, que ha pasado sin gloria por los cines y videoclubes favoritos, pero que a la larga ha ganado un cierto culto
8 – 25th Hour (Spike Lee, 2002)
POR JOSE ROBERTO ORTEGA
Monty (un excelente Edward Norton) ha sido condenado a 7 años de cárcel y cuenta con 24 horas antes de ingresar a prisión. En esas horas intentará una reconciliación con las personas cercanas a él: su padre, sus dos mejores amigos y su novia (de quien sospecha lo haya delatado). Recargado en una fotografía envolvente y en una edición propositiva que obliga al espectador a ver distintos ángulos de lo que sucede, Lee escribe una carta de amor y odio a la ciudad de NY, tomando como base el derrumbe de su estructura y su modo de vida, poniendo a prueba sus fortalezas, su resiliencia, exponiendo sus heridas y deseando su reconstrucción, reflejando en el destino de Monty el porvenir de una ciudad que recién había sufrido el 9/11.
7 – Red Dragon (Brett Ratner, 2002)
POR EL FETT
Una actuación contenida y que ve sus mejores valores en la interacción con Hopkins. Ratner hace un buen ejercicio de thriller cuando abre las dos líneas del relato, la del detective y la del asesino con el mismo peso e importancia que, aunque nunca supera a “El Silencio de los Inocentes”, si crea un distintivo narrativo muy funcional en el que Edward Norton y Ralph Fiennes salen beneficiados incluso sobre la repetición de Anthony Hopkins. De buen ritmo y un reparto complementario de lujo, los diálogos y la sobriedad entre Norton – Hopkins de nuevo firman lo mejor de otro capítulo de Hannibal Lecter.
6 – The Illusionist (Neil Burger, 2206)
POR EL FETT
Quizá este thriller “mágico” hubiera tenido mejor suerte si otro thriller “mágico” (superior por supuesto) de Christopher Nolan no se le hubiera cruzado en el mismo año. Pero la medalla de plata fue lo suficiente incluso para ser mayor recordada gracias a ser una de las consentidas de la televisión en su rápida distribución por la pantalla chica. El diseño de producción, las excelentes actuaciones de Edward Norton y Paul Giamatti (como presa y captor) y el excelente giro de tuerca escondido hacía el final con la analogía de la revelación de un truco de magia, encausó lo que termina siendo una conmovedora historia romance donde el bien triunfa sobre el mal. Muy entretenida pieza a revalorar
5 – Birdman (Iñárritu, 2014)
POR EL FETT
Ya le hacía falta a Norton una actuación que lo alejara de varias malas elecciones y trabajos terciarios; la buena noticia vino por partida doble, y no estoy hablando de solo su nominación al Oscar, sino de toda una estela de reconocimientos en aquel año bajo un personaje incisivo que incluso en algunos pasajes logra superar a sus compañeros de reparto. Como el actor Max Shyer, Norton refleja la podredumbre de una estrella desgastada en toda su pedantería; ajeno a una vida normal y lleno de conflictos, su caracterización servirá para encausar los caminos de los demás inmiscuidos en el bello caos llamado Birdman, funcionando como una especie de eje donde todos desahogan sus desesperanzas, incluyendo él mismo.
4 – Motherless Brooklyn (Norton, 2019)
Por Kim Tobias
Motherless Brooklyn puede considerarse como neo-noir ya que sus elementos no están del todo delimitados dentro de este género del cine; sin embargo, hay otros componentes que vale la pena mencionar, destacando entre ellos la cinematografía, que complementa de manera muy oportuna cada uno de las secuencias, ya sea con un movimiento de cámara o con una transición muy al estilo del cine de antaño. Lo que se le olvidó a Edward Norton fue que una buena historia Noir se puede contar perfectamente en 90 minutos, algo que sin duda le hubiese dado mayor solvencia. Sin ser excelente, es una interesante cinta detectivesca que cuenta con aspectos cinematográficos que vale la pena analizar. Norton se arriesga de nuevo como director, y de nuevo demuestra sus fortalezas como actor
3 – Fight Club (Fincher, 1999)
POR EL FETT
Pitt y Fincher formarían una dupla simbionte que a la larga catapultaría sus leyendas y carreras, y en donde el punto medio seria este excéntrico thriller que empezaría a demostrar la agilidad y el gusto de Fincher por tomar el aspecto psicológico como eje de su suspenso. Visto desde los trastornos de doble personalidad abordados con un tono cómico y satírico, la trama se difumina para convertirse, al igual que el personaje de Norton-Pitt, en algo imaginario, un caos que a la larga crearía un producto revolucionario, destroza-épocas y muy querido por los cinéfilos hasta llegar al punto del culto. La tríada entre Edward Norton (en su mejor momento), Brad Pitt y Bonham Carter alcanzan picos de demencial y excelente locura, incluso combinándose con un toque surrealista muy particular
2 – Primal Fear (Hoblit, 1996)
POR EL FETT
La primera actuación de Norton en el cine sería poco más que imponente. En primer lugar dejaría a Richard Gere como un total “novato” (tampoco era muy difícil), pero la genialidad de su caracterización iría más allá cuando él mismo improvisara muchos de los ademanes de su personaje que no venían en el guion, y que el mismo director dejó fluir ya que la actuación agregaba complejidad psicológica y emocional a la víctima en cuestión. A pesar de que ya tiene mucho tiempo de existencia, simplemente sería abominable de mi parte mencionar uno de los más grandes y mejores escondidos giros de tuerca de los 90, pero tan solo me conformaré diciendo que todo fue gracias a Edward Norton.
1 – American History X (Kaye, 1998)
POR EL FETT
Tal vez si hiciéramos una lista de mejores “one hit wonder” en la historia, la película de Kaye lucharía de manera enérgica por el puesto número 1. No solo el manifiesto social es excelso, sino también la doble actuación psicológica, ideológica y física de Edward Norton al proyectar con tanto terror y naturalidad ese cambio tan trasgresor que ya todos conocemos. Un acierto de Kaye (entre muchos, muchos otros), es el mantener a blanco y negro el nacimiento y apogeo del monstruo neonazi, para luego convalecer ante el color tras esa esencia perdida. Vigente, siniestra, crítica y sin duda una de las cintas más crudas en la historia, esa maldita sonrisa de Norton al ser esposado se ha vuelto un emblema de la cinematografía, una imagen imborrable en nuestra memorabilia cinéfila.