Las 10 Mejores Películas de Ismael Rodríguez
Con cuentos tan trágicos como entretenidos, Ismael Rodríguez fue uno de los narradores más capaces en comprender y proyectar la idiosincrasia de la sociedad mexicana a través de su individuo, un ser errante y complejo que en su tragedia encuentra la misma redención. Así mismo sería uno de los primeros en romper ese “machismo” dentro del guion nacional, posicionando a la mujer como un elemento de fortaleza, de amor o perdición, pero siempre capaz de hipnotizar al hombre apara que este cumpla sus deseos… y también pasiones.
Estamos hablando de uno de los directores mexicanos más destacados, revolucionarios y prolíficos de todos los tiempos, uno que rompió la barrera nacional para posicionar sus grandes obras en América y Europa, y que gracias a su versátil y talentosa perspectiva narrativa, pudo socializarse con distintos géneros sin perder la esencia del folclor mexicano.
Compitió en Venecia, en Berlín y en Estados Unidos, dirigió a María Félix, John Carradine, Dolores del Río, Sara García, Antonio Aguilar, Emilio Fernández, Ignacio López Tarso, Toshiro Mifune y a sobre todo a su eterno socio, Pedro Infante; Ismael completaría un currículo de 64 largometrajes desde la década de los 40 hasta finales de los 90, muriendo a los 86 años en el 2004.
Recordamos a uno de los más grandes directores mexicanos con sus 10 Mejores Películas.
Bonus – A.T.M.: ¡¡A toda máquina!! (1951)
POR EL FETT
La dupla entre Infante y Luis Aguilar fue legendaria al mando de Rodríguez, formando una de las más queridas y divertidas “buddy movies” mexicanas (que incluso posicionó a varios de sus momentos dentro de la cultura pop, siendo el “Parece que va a llover” sin duda el más famoso y hasta ahora remembrado e imitado). Uno de los elementos más repetidos entre la química Infante – Rodríguez (como en toda la época de oro) fue el de la “aspiración” social, aquí reflejado en un barrendero que escala hasta posiblemente convertirse en un comandante de la policía de tránsito, pero a diferencia de muchos otras de sus asociaciones, desde una narración mucho más idealista sin dejar de ser honesta y comiquísima. Infante canta, baila y hasta maromas se avienta en la moto.
10 – Dos tipos de cuidado (1953)
POR EL FETT
Rivalidad, coplas, serenatas, comedia y los ídolos de México en un único evento fílmico y duelo actoral (donde es evidente el mayor talento de Infante en comparación con el de Jorge Negrete), la primera y última colaboración entre estos dos no solo daría como resultado quizá la comedia ranchera más significativa del cine nacional, sino también un cuento de romance y desamores que bien comenzaba a resquebrajar el mito del “macho” mexicano, en una sub tangente de empoderamiento femenino que dejaba muy mal parado (de manera comiquísima y sabrosa con esas cantadas) a estos dos “sombrerudos”. Sus secuencias musicales excelentemente actuadas, fotografiadas por Figueroa y dirigidas por Rodríguez son exquisitos manjares del cine nacional
9 – Los Tres Huastecos (1948)
POR CAT MOVIE LEE
En una cinta por demás innovadora para su tiempo, Pedro se reinventa haciendo 3 papeles diferentes como los hermanos Andrade: Juan de Dios, el sacerdote potosino, Víctor, el soldado veracruzano y Lorenzo, el tamaulipeco ateo y macho. Siendo precisamente este último, el personaje que más atrapa, que enternece y más termina gustando gracias a que, sin importar la época en la que nos toque vivir, no hay nada más extraño y fascinante que ver a un padre dedicado en cuerpo y alma a su hijo, y mayormente en un entorno mexicano y en el contexto en el que se grabó esta obra. Si Pedro, la mismísima representación del hombre prototipo de toda una generación, pudo ser el mejor de los padres ¿por qué los demás no habrían de poder?
8 – Tizoc (1957)
POR EL FETT
Ismael Rodríguez encontraría en Pedro Infante el socio perfecto desde la primera vez que lo dirigió en 1944, logrando una mancuerna legendaria que terminaría con el pináculo artístico de Pedro al menos en cuanto a su fama internacional se refiere, ganando la mejor actuación en el Festival de Berlín. Ismael tomaría el Pedro macho, y aunque respetaría de cierta forma esa imagen fílmica en algunos de sus proyectos, fue cuando ese arquetipo se quebrara dónde ambos encontraban sus mejores colaboraciones, por ejemplo el indio Tizoc, un remanente del pasado mexicano que entregaría a su amor a una poderosa hembra llamada María Felix, que en este caso funge como una amalgama espiritual y humana, ideal para el indio. El Romeo y Julieta de México, el final es inolvidable
7 – Los tres García (1947)
POR EL FETT
No es que aquí el macho no exista (de hecho se multiplica por tres), sino que es opacado por la figura más poderosa dentro de la estructura familiar mexicana: la matriarca en la misma carne de la abuelita de México, Sara García. Toda la conjunción de drama y comedia de Infante en su punto ideal y a la orden de una comedia románticamente atrevida y con más tabús de lo que se pudiera pensar (tres primos intentando conquistar a la misma prima venida de Estados Unidos), quizá estemos ante el esbozo cómico más destacable de Rodríguez, en mucha parte gracias a la espectacularidad y química de su reparto y a la energizante presencia de Sara, la cual se agarra a bastonazos a estos tres machos cochinos
6 – Ánimas Trujano (1961)
POR EL FETT
Ganadora del Globo de a la mejor película extranjera, resulta sui generis la comunión de Ismael Rodríguez con el legendario Toshiro Mifune. Tras haber apadrinado y desdibujado al estereotipo del macho de Infante, de manera irónica ahora construye un arquetipo más “macho” en el samurái japonés. A pesar de que el método del teatro kabuki logra desentonar en algunos pasajes de su desarrollo, no se puede negar el gran mérito de Mifune al enfundarse como el odioso, borracho y vividor mexicano que quiere ser mayordomo, en una dura metáfora y sátira del poder, machismo y de las cábalas, un tema tabú incluso para aquellos tiempos que el director supo encausar con mucha precaución y astucia dentro de la burla implícita a sus interpretaciones.
5 – No Desearás la mujer de tu hijo (Ismael Rodríguez, 1950)
POR ARQUICRUZ
El título deja todo muy claro y nada a la imaginación, el el poderoso hacendado Cruz Treviño Martínez de la Garza (Fernando Soler) ha enviudado y aunque la pena lo embarga y se encerrado en su habitación a causa de ese dolor, luego de un tiempo, el viejo lobo vuelve a las andadas y en esta ocasión tiene el mal gusto de cortejar a una mujer mucho más joven que él, me refiero a la dulce e inocente Josefa (Carmen Molina) pero en su orgullo y necedad no se ha dado cuenta que la señorita está enamorada de Silvano (Pedro Infante) quien es nada más y nada menos que su único hijo. Todo un drama griego en los ranchos mexicanos.
4 – Nosotros los pobres (Ismael Rodríguez, 1948)
POR EL FETT
La fábula de la desgracia, Ismael Rodríguez edifica el homenaje hacia el pobre, hacia al arrabal, hacia la vecindad. No cabe duda de la influencia melodramática hacia las consecuentes telenovelas, formato que desbarataría la complejidad de una obra que íntima con la desdicha de manera alucinante, casi extravagante, casi irreal. ¿Será posible esta progresión trágica de hechos en la misma línea del Job bíblico? ¿Que entre esta extrema pobreza, cárcel, hurtos y muerte aún se encuentre la alegría por vivir? En México sí es posible, y este testimonio fílmico también de toques musicales confirma que aún se puede silbar un “Amorcito Corazón” para recordar al inmortal Pedro Infante, a aquel mítico Pepe el Toro, a su Chorreada y a tierna Chachita.
3 – La Oveja Negra (Ismael Rodríguez, 1949)
POR FLACO CACHUBI
Rodríguez reúne en un mano a mano a dos figuras icónicas de la cinematografía nacional: por un lado tenemos al inmortal Pedro Infante, el máximo ídolo popular, por el otro, a Fernando Soler para muchos el mejor actor que ha dado nuestro país. El realizador se centra en el tema del machismo, un fenómeno cultural y social, el cual pocas veces se había abordado con la seriedad que amerita dado el arraigo del mismo, que aquí es retratado en la figura del padre alcohólico e infiel y el hijo que, aunque bondadoso, no canta mal las rancheras. La cinta nos ofreció una de los enfrentamientos más memorables de nuestro séptimo arte y uno de los nombres que hasta la fecha pocos pueden olvidar: Don Cruz Treviño Martínez de la Garza.
2 – Los Hermanos Del Hierro (1961)
POR EL FETT
El pináculo del western mexicano: salvaje, revolucionario, musical, ranchero; Antonio Aguilar lucha contra su hermano por el amor de la joven Jacinta, y una hermandad que fue forjada a raíz de la violencia, de un silbido y del asesinato de su padre, posteriormente es alimentada por la sed de venganza de su madre, la enseñanza de un pistolero y la conducta sanguinaria desatada por el menor de los Hierro. Un western complejo, sádico y romántico, que puede equipararse sin problema a las piezas europeas o estadounidenses y que en su innovación hacía con la idiosincrasia mexicana, trasgrede a la figura de la madre para situarla como villana, haciendo que esta ágil y desembocada cacería termine en una previsible pero genial y metafórica tragedia.
1 – El Hombre de Papel (1963)
POR EL FETT
Un cuento de hadas a la usanza de México, tan sui generis como surreal, y único en captar la desesperanza y la aventura, la ternura y la tragedia con los mismos niveles de emotividad y calidad narrativa. La odisea de un hombre mudo por conquistar a una mujer y así poder cumplir su principal objetivo: tener un hijo, es magistralmente interpretada y dirigida por Ignacio López Tarso e Ismael Rodríguez, que derivan en una montaña rusa de sentimiento de principio y a fin y en dónde se respira en cada momento ese eterna característica “aspiracional” que define al mexicano. Se podría decir que Ismael consigue sus “Olvidados”, pero moldeado a su estilo errante y de fábula, incluyendo dos que tres toques surreales y un final que primero te desgarra, y luego te vuelve a dar vida