Las 10 Mejores Películas de Nobuhiko Obayashi

“Siempre hablo de modales importantes con los niños. Los adultos sólo piensan en cosas que entienden, así que todo se queda en ese aburrido nivel humano. Los niños pueden inventar cosas que no se pueden explicar”.

Esta frase es vital para entender la forma de pensar de Nobuhiko Obayashi, que aunque no tiene el prestigio ni reconocimiento de otros directores japoneses, ganó notoriedad entre el público por su particular manera de ver el mundo, tan cómica, consciente y humana a la vez, permitiéndole ganar una base de aficionados que gustaron de una extravagancia visual pocas veces vista. Lamentablemente también es otro de esos casos de conformismo colectivo, ya que su obra más conocida ensombrece y causa nulo interés al resto de su filmografía.

Nobuhiko Obayashi nació el 9 de enero de 1938 en Onomichi, cerca de Hiroshima, y como a toda su generación, aquel evento ocurrido en esa ciudad lo marcó de por vida (siempre dijo que fue traumatizante ver a sus amigos morir y sentir cómo su inocencia infantil fue asesinada). Luego de abandonar sus estudios en medicina y seguir sus intereses artísticos en la Universidad Seijo empezaría desde abajo, trabajando en cortos (de donde destaca “Emotion” de 1966) y grabando comerciales para la compañía TOEI (incluyendo varios con Kirk Douglas, Charles Bronson y Catherine Deneuve). Tras una década dirigiendo puros anuncios, le fue ofrecida la oportunidad de dirigir su primer largometraje: una película de terror sobre unas chicas sobreviviendo dentro de una casa embrujada, basada en las ideas que tenía su hija Chigumi… y el resto es historia.

Desde el inicio Nobuhiko Obayashi tuvo claro cuál sería la principal motivación de su obra: la caótica transición a la adultez acompañada por un mensaje antibélico muy directo y dirigido a los jóvenes con tal de evitar que sufran lo mismo que a él le pasó, siempre teniendo al niño y adolescente como protagonista (como un intento de recuperar la inocencia que la bomba atómica le arrebató). El complemento para plasmar estas características yace en momentos de ternura, malicia e ironía evidenciados en la exuberante y saturada paleta de colores, un uso desmedido de la pantalla verde para separar la realidad de la ficción y la experimentación constante. Esto consigue una combinación muy llamativa que mezcla el enfoque juvenil de John Hughes, el tono surrealista de David Lynch y la puesta en escena naturalista de Yasujiro Ozu, pero con un sabor muy propio y único.

Con una filmografía de 45 proyectos que abarca largometrajes y cortometrajes, tras muchos años luchando contra el cáncer, perdió la batalla el 10 de abril de 2020. En su honor, repasemos sus mejores películas con tal de abrir horizontes y entender que es más que una casa embrujada.

 

Bonus – Bound for the Fields, the Mountains, and the Seacoast (1986)

Filmada en 2 versiones (una en blanco y negro y otra en color para su emisión televisiva), Nobuhiko Obayashi retrata la pérdida de la inocencia mediante la imposición militar. El humor se funde con la tragedia de una manera que pocos han sido capaces de lograr, de manera que a los niños sólo les queda rebelarse contra los adultos como consecuencia de vivir muchas desgracias a tan temprana edad. Tiene algunos problemas de ritmo a la mitad, pero la cotidianidad idealizada fluye con naturalidad por el balance de géneros. El cambio al final crea un impacto muy poderoso en este sentido.

 

Bonus – I Are You, You Am Me (1982)

Las historias sobre cambios de cuerpo son tan similares y predecibles en su trama y están tan llenas de clichés que es inevitable sentirlas iguales, en mayor o menor medida, pero todas lucen esquemáticas y sistemáticas en su desarrollo. Y si bien cae en los mismos lugares comunes, la forma en la que explora temas de identidad, las preocupaciones de la adolescencia y la empatía hacia el otro, le otorga frescura y ayuda a separarse de otras propuestas similares. Nobuhiko Obayashi aborda directamente la curiosidad por estos cambios, y junto a su par de intérpretes, consigue una película muy divertida, y ante todo, creíble.

 

10 – Beijing Watermelon (1989)

Si bien no podría ser más simple a nivel narrativo (un vendedor de frutas japonés decide ayudar a unos estudiantes extranjeros chinos), su profundidad emocional fácilmente desconcierta, porque por más que uno quiera dramatizar los eventos para darle más ritmo y emotividad, sorprende ver cómo un acto tan sencillo prueba cuan generosa puede ser la gente pese a las diferencias culturales. Quizás necesita más contexto para ahondar en el trasfondo histórico (sobre todo para entender el peculiar y duro giro con el que cierra), pero Nobuhiko Obayashi presenta la fuerza de la unión, la separación entre culturas y cómo la amabilidad y autocompasión pueden estrecharlas.

 

9 – Sada (1998)

Describir esta propuesta como el nacimiento de una asesina sería reduccionista porque tiene más capas de las que aparenta. Es una historia de sexo, amor y obsesión contada a través de los primeros años de una mujer rota y golpeada por una sociedad represiva, que tan sólo anhelaba la intimidad emocional y por eso se enamora de su crimen pasional. El cambio constante que aplica Nobuhiko Obayashi en el color de la fotografía crea un collage óptico llamativo que complementa la tragedia con el romance y un tono melodramático que progresa hasta comprender a Sada Abe como alguien que intenta recomponer su mundo, pero siempre falla porque falta algo.

 

8 – Hanagatami (2017)

Tercera parte de su trilogía antibélica, que simboliza el recuerdo de toda una generación, la que abandonó su hogar y murió en la guerra. Las descripciones y metáforas que evoca Nobuhiko Obayashi desbordan una imaginación onírica que contrastan con la urgencia y peligro que apenas disciernen entre sueño y realidad. Un proyecto muy ambicioso que por momentos cae por el peso de sus propias metas (hay escenas que despacha muy rápido y los personajes no tienen un rol tan específico como en sus otras obras), pero cumple su función como tesis del cineasta, mientras los adultos y ancianos se encierran en sus recuerdos, los jóvenes sienten la necesidad de vivir.

 

7 – Lonelyheart (1985)

A través de una relación madre-hijo, Nobuhiko Obayashi plantea la posibilidad del amor o deseo imposible e inalcanzable, de ese sentimiento que permite soñar o vivir una fantasía idílica en un mundo construido a partir de esa ilusión. El rol doble que interpreta Yasuko Tomita simboliza las metas incumplidas de la vida y la tristeza infinita que produce el eterno anhelo a los días de juventud. Una obra conmovedora que nos hace recordar que nuestros padres también fueron jóvenes alguna vez, y que al igual que ellos, aprenderemos a controlar pensamientos y emociones al crecer, porque eso es parte de lo que significa madurar.

 

6 – Seven Weeks (2014)

Segunda parte de su trilogía antibélica, un punto de transición natural entre ambos extremos en el que Nobuhiko Obayashi usa la muerte como punto de conexión entre el pasado y el futuro y medita alrededor del fallecimiento natural de una persona, el ciclo de vida y que, pese al dolor de la pérdida, la vida continúa. Por momentos se siente muy lenta, pero comprende el caos emocional de esta intriga llena de secretos y misterios que van desvelándose conforme los personajes interactúan entre ellos. Un espacio donde comulgan todas las generaciones existentes, y por lo tanto, la vida que acaba de terminar se vuelve inmortal.

 

5 – Casting Blossoms to the Sky (2012)

Primera parte de su trilogía antibélica, un ensayo emotivo y sobrecogedor en el que Nobuhiko Obayashi conmemora a las víctimas del desastre de Fukushima y que pone de manifiesto el poder del cine para transformar el dolor en arte y el odio en amor. La comparación con Hiroshima provoca una paz incómoda que ayuda a educar al futuro sobre las atrocidades del pasado, pero tiene la sensación de que cada acción es una consecuencia directa de lo que pasa cuando el nacionalismo permite que estas atrocidades sucedan. Aunque al final mete un tono cursi cuando necesita cerrar todos los cabos, es una experiencia surrealista que fomenta una sensación de irrealidad con el evento principal.

 

4 – His Motorbike, Her Island (1985)

Nobuhiko Obayashi experimenta con una estética que remite a la década de los 50 para reflexionar sobre la soledad y la importancia de tener pareja, pero lejos de tener un tono sermoneador, es visto más como una consecuencia inevitable de ambas mitades y cómo esto despierta sutiles sentimientos que florecerán y cambiarán su percepción con el otro. Hay que agregar la aparición de Kiwako Harada como un eslabón entre la modernidad y la vieja escuela, una chica tan arraigada a su tierra y a la tradición como amante del peligro y las emociones fuertes. Un homenaje a la búsqueda del amor, la libertad y la pasión juvenil que hace más fácil creer que cada decisión tomada es meramente intuitiva o arbitraria.

 

3 – House (1977)

La película de terror más extraña de la historia no podía tener otro origen más humilde que la mente de una niña de 11 años. Nobuhiko Obayashi traduce la fantasía alocada de su hija Chigumi y mediante la rareza psicodélica de los efectos visuales, abre diferentes interpretaciones sobre lo que puede ser: una crítica a la brecha generacional y el conformismo del presente, una sátira al amor idealizado, la visualización del impacto de la guerra a través del tiempo o establecer que la tragedia de una generación es la burla de la siguiente. Una joya que irónicamente no da miedo, pero no necesita asustar para sobresalir como una de las propuestas más distintivas del género.

 

2 – The Discarnates (1988)

Una de las pocas ocasiones en que Nobuhiko Obayashi le da el rol protagónico a un adulto, siendo una de las cintas más maduras de su filmografía. La relación de un hombre que nunca pudo crecer mentalmente por carecer de un núcleo familiar con sus padres fallecidos transforma el antiguo hogar en un cálido refugio lejos del cinismo y la dureza de la sociedad exterior, al mismo tiempo que aclara que esa felicidad no puede ni debe durar para siempre. Si bien el clímax desentona con el resto de la trama, refleja la importancia de saber vivir el duelo y la pérdida, cerrar las heridas del pasado y reconciliarse con uno mismo. Muy superior a su remake (All of Us Strangers).

 

1 – Labyrinth of Cinema (2019)

Un extraño collage altamente demandante en contenido que abarca surrealismo, pantalla verde, números musicales, la poesía de Chuya Nakahara, rompimientos de la cuarta pared y una mezcla de géneros sin compasión ni concesiones a la lógica o la coherencia. Nobuhiko Obayashi hace un recorrido no-lineal por la historia bélica y cinematográfica de Japón y testifica los horrores de la guerra, la creación de la humanidad y la importancia de la pureza juvenil en la búsqueda de paz. Su obra final es una de las mejores cartas de amor al cine y pone al séptimo arte como lo que realmente es: maestro, madre, amigo, amante secreto y el mejor testimonio histórico.

Etiquetas:  

Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

*

*